La demolición de Gaza y la huella ecológica de las guerras
Jesús Jaén Urueña
“En Gaza, donde lleva décadas produciéndose esta destrucción ha alcanzado proporciones apocalípticas: las personas que aún no han muerto por las bombas viven en un páramo de suelos contaminados y agua insalubre, de huertos y campos llenos de polvo, basuras y escombros a lo largo de una franja de tierra hipercontaminada, donde se hace un esfuerzo activo para que la vida humana se torne imposible en el largo plazo”. Andreas Malm. La destrucción de Palestina es la destrucción de la Tierra (1)
Un ecocidio, según la RAE, es la destrucción del medio ambiente a gran escala de forma intencionada, es lo que el Estado de Israel viene haciendo en Gaza. ¿Por qué y para qué? ¿No es suficiente aniquilar a la población? Israel busca destruir la tierra de Gaza para que la población palestina no pueda regresar en un futuro a cultivar sus tierras, levantar sus casas, pescar para alimentarse o beber agua potable. Ni el aire que respiran está libre en una orgía de destrucción sin límite.
Israel ha lanzado tantas bombas sobre la franja de Gaza como el equivalente a 8 bombas atómicas. Algunos datos son aterradores: “En Gaza hay 63 vertederos no regulados que acumulan 1.2 millones de toneladas de residuos sólidos (…) Unos 72 estanques con aguas residuales (…) El 50% de las niñas y niños de Gaza contrajeron Hepatitis A (a causa de esa contaminación); además de otras enfermedades como la fiebre amarilla, tracoma, malaria, cólera y virus de la polio “(2).
Las aguas están salinizadas, mezcladas con metales pesados, han desaparecido miles de árboles y ha dejado de existir el ganado: “ Las tierras agrícolas fueron arrasadas con excavadoras, menos del 5% de la superficie de la franja sigue estando disponible para el cultivo. Las aguas residuales se han filtrado en los acuíferos subterráneos y el agua de mar también ha penetrado en los pozos del subsuelo. Por lo tanto ya no es apta para beber ni para cultivar” (3).
Pero qué puede haber detrás de tanta destrucción. Andreas Malm se pregunta en un libro (4) ¿Hay una articulación entre la destrucción física de Gaza y la destrucción de la Tierra? Según Andreas sí. Hay intereses económicos y proyectos para el futuro. Entre los primeros destaca la voluntad del Estado sionista de participar en la producción de combustibles fósiles (gas y petróleo) en esa zona cercana a Gaza: “En los últimos años el capital israelí se ha convertido en uno de los principales protagonistas de la expansión de petróleo y gas en el Mar del Norte” (…) “El genocidio se desarrolla en uno de esos momentos en los que el Estado de Israel está mucho más integrado en la acumulación primitiva de capital fósil de lo que jamás estuvo” . A partir de los Acuerdos de Abraham con los Emiratos Árabes, el Estado sionista, intenta integrarse al proceso de explotación de las reservas de petróleo y gas en la región del Golfo con la colaboración de las oligarquías árabes (4).
En un sentido similar hace unos meses se lanzó el proyecto de transformar la franja de Gaza en una especie de parque temático o, como dijeron en aquella rueda de prensa conjunta Trump y Netanyahu: “La Ribera de Oriente Medio”. (5). En medio de la devastación y del genocidio se nos ponía una película de playas paradisiácas y turistas disfrutando de hoteles de lujo. Sobre las ruinas de Gaza, sobre sus miles y miles de víctimas ¿ quieren esos fascistas levantar un emporio económico con un epitafio: aquí yacen los cuerpos inertes de 16.000 niñas y niños asesinados por el ejército de Israel y la logística militar de los EEUU y Europa?
Más allá de Gaza la carrera de armamentos y las guerras, han tenido y siguen teniendo, un impacto ecológico de primer orden. El ejemplo de Ucrania es muy claro. Tras más de tres años de guerra, ésta está generando gases de efecto invernadero comparables a la cantidad conjunta que emiten anualmente Austria, Hungría, República Checa y Eslovaquia. Como en el caso de Gaza, asistimos a la contaminación del agua, pérdida de biodiversidad e incendios forestales que, en el año 2024, fueron dos veces mayores que la superficie quemada en el Estado español en el verano de 2025. Por no hablar de la exposición de poblaciones a la radioactividad de las centrales nucleares dañadas en la guerra como Zaporiyia. Para la industria militar, una declaración de guerra es la destrucción de los ecosistemas terrestres y marítimos.
Nunca se podrán olvidar las imágenes de selvas ardiendo en Vietnam como consecuencia de los bombardeos de EEUU sobre las aldeas y ciudades. El “Agente Naranja” que contenía dioxinas provocó miles de muertos pero también impactos posteriores para la salud de las personas y del planeta. Los casos de cáncer, los efectos sobre la genética de las plantas y los animales fueron enormes. Y por qué no, también hablar, de Hiroshima y Nagasaki que tras ochenta años son zonas que aún no han podido recuperarse plenamente.
Mientras el Planeta está pidiendo a gritos revertir la deriva dramática del cambio climático (a temperaturas medias globales que ya superan +1.5 grados centígrados la media preindustrial); la dinámica propia de la acumulación capitalista, a través de los Estados más poderosos del planeta, circula en sentido contrario a una velocidad suicida. Nunca hubo tantas guerras como ahora desde 1945 (cincuenta y siete). Las guerras y las industrias de armas, son las culpables de la contaminación del 5.5% del total de emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial. Un total de 2.750 millones de toneladas de CO2 al año o, lo que es igual, lo mismo que el 85% de lo que contaminan todos los coches del planeta (6).
El impacto que esta situación está teniendo sobre las políticas medioambientales es directo. En la UE que es la región que más ha reducido estos años las emisiones de dióxido de carbono (23%), se están echando atrás en lo poquísimo que se ha avanzado. La relación entre rearme (dedicando un 5% del PIB a gastos de defensa como exige la OTAN) tiene repercusiones inmediatas en los presupuestos de cada país, empezando por la reducción de inversiones en sanidad, educación o los demás servicios públicos; y acabando en una desinversión en las llamadas políticas de transición energética. Recientemente se publicó la noticia de que Alemania, Francia, Italia y Polonia se descuelgan del plan de reducción de emisiones para el año 2040 (7).
Volviendo a Gaza. Es la mayor tragedia humana del siglo XXI y puede que con un impacto ecológico enorme. El asesinato calculado y llevado a cabo con sofisticada tecnología de guerra ha descarnado el espíritu del capital y la decadencia moral de las democracias de EEUU y Europa. Bajo los muertos, tierra arrasada y aguas completamente contaminadas para varias generaciones. Ni siquiera nuestra mirada puede percibir una atmósfera fétida de azufre, dióxido de carbono o nitrógeno.
Las intenciones de la Administración republicana de Trump con respecto a Groenlandia, no son una mera fantasía. Al contrario cobran sentido en un escenario futuro de crisis de recursos naturales y recesión energética crónica. Un proyecto de características similares a lo que podría ser el del Estado sionista con Gaza pero a una escala gigantesca ¿Qué hay debajo de los hielos de Groenlandia y del mar Ártico? Según afirman cantidades ingentes de petróleo, gas natural, uranio o tierras raras.
Las grandes potencias económicas y militares van tomando posiciones. Desde China y sus acuerdos con países de Latinoamérica y África sobre la explotación de recursos minerales y petrolíferos; hasta Rusia, EEUU, Francia o Reino Unido.
Volviendo a Gaza. Es la mayor tragedia humana del siglo XXI y puede que con un impacto ecológico enorme. El asesinato calculado y llevado a cabo con sofisticada tecnología de guerra ha descarnado el espíritu del capital y la decadencia moral de las democracias de EEUU y Europa. Bajo los muertos, tierra arrasada y aguas completamente contaminadas para varias generaciones. Ni siquiera nuestra mirada puede percibir una atmósfera fétida de azufre, dióxido de carbono o nitrógeno.
¡Hay tantas causas por las que apoyar la lucha contra el Estado sionista y sus cómplices! ¡En apoyo al pueblo palestino!
El 19 de febrero de 1941 Orwell escribió esto mientras el cielo de Londres escupía fuego y bombas de la Luftwaffe: “Según escribo estas líneas, seres humanos sumamente civilizados me sobrevuelan intentando matarme”
¿Pero realmente los nazis y el sionismo son seres humanos civilizados? (8)
- A. Malm. La destrucción de Palestina es la destrucción de la Tierra. Ediciones Virus. Septiembre de 2025.
- Efe Climática. PENGON (Red de organizaciones medioambientales palestinas. Octubre de 2024.
- Inas UNRWA España. “Cuidar y defender la tierra bajo el asedio de Gaza. Julio de 2025.
- A. Malm. Idem. páginas 94 y 95.
- Amnistía Internacional. El plan de Trump y Netanyahu para Gaza. Febrero de 2025.
- Escudo Digital. “El enemigo invisible”. Mayo del 2025.
- El País. Septiembre del 2025.
- G. Orwell. “El león y el unicornio. El socialismo y el genio de Inglaterra”. Ediciones de Bolsillo. (2015
Jesús Jaén Urueña.