La pandemia no solo mostró las insuficiencias de un Sistema Nacional de Salud, si no que aceleró un tipo de atención sanitaria alejada de la población.
Tanto la falta de previsión ante una emergencia anunciada – como esta pandemia – como los recortes y privatizaciones de los Servicios de Salud, se pusieron de manifiesto en cuanto el SARS-CoV-2 comenzó a extenderse, dejando entrever la falta de personal, la escasez de camas o la infradotación con la que contaban los departamentos de vigilancia epidemiológica y salud pública.
En el MATS denunciamos desde el primer día la falta de recursos para enfrentarse a la pandemia. Denunciamos que la falta de protección de las y los trabajadores del Servicio Madrileños de Salud (SERMAS) afectaría a su salud y a la de las y los pacientes. Ahora después de más de dos años conocemos las consecuencias: el exceso de mortalidad en 2020 de la CM ha sido de un 45%, la mayor de todas las regiones de Europa (Eurostat). Como se puede deducir ni se valoró la vida de la ciudadanía, ni la de las personas de los trabajos esenciales.
Ante esta situación de colapso del SERMAS no se priorizó la contratación de personal, sino que se extendió la atención telemática (telefónica y videoconferencia). La justificación que se dió: se querían minimizar los contagios… De hecho, se cerraron algunos centros de salud (CS) y todos los servicios de atención primaria de urgencia (SUAP).
Los contratos de unos 7.000 trabajadores y trabajadoras, insuficientes para todas las que se necesitaron y se necesitan, se han despedido. Los CS, totalmente desbordados están recortando los horarios, la atención presencial sin normalizarse, los SUAP se mantienen cerrados, y el sistema de vigilancia epidemiológica y salud pública siguen sin el personal necesario.
Sin embargo en esta situación de desmantelamiento de la sanidad pública, la consejería de sanidad sigue invirtiendo millones de euros ¿a dónde se dirigen esos fondos públicos? ¿En dónde se invierten los fondos europeos y del Estado previstos en el Plan de Recuperación, Transformación y Resilencia (componente 18 para la renovación y ampliación de capacidades del SNS)? Básicamente en digitalización -especialmente de la Atención Primaria- y en la medicina personalizada de precisión.
A través del componente 18, que es el que se dirige al SNS, se van a invertir 1.069 millones de euros, desde el año 2021 al 2023. Y a través del PERTE de Salud de Vanguardia, que trata de proyectos estratégicos para la recuperación y transformación económica, se destinarán 1.469 millones de euros, de los que el Estado pondrá 982,4 y el sector privado 486,8 millones de euros, básicamente para la investigación de nuevos medicamentos de alto valor añadido.
La atención sanitaria que se está diseñando a nivel global pretende ahorrar en personal, en camas… aumentando la digitalización de los servicios de salud valiéndose de la telemedicina o la inteligencia artificial.
La gran transformación de la medicina ya está en marcha y tenemos que ser conscientes de ello. Por ejemplo, la Comisión Europea ya ha establecido la infraestructura MyHealth@EU para facilitar el intercambio transfronterizo de datos de salud. No estaría mal que en nuestra tarjeta sanitaria estuvieran nuestros datos de salud anonimizados… Si no fuera porque la recogida de datos y su análisis está en manos de las grandes compañías de informática.
Por otra parte, el uso de todos los aspectos de la telemedicina a lo largo del proceso de atención sanitaria no puede suponer dificultar o bloquear el acceso de los pacientes para ser atendidos. La atención telefónica, videoasistencia, etc. no puede eliminar los aspectos de la escucha, de ver y observar, de tocar y palpar, de atender y cuidar a las y los pacientes. No sólo porque en sí son terapéuticos, sino porque son útiles para un diagnóstico ágil, acertado y eficiente. Además, los algoritmos, la inteligencia artificial o la videoconsulta no pueden suplantar una atención integral orientada a los determinantes sociales de la salud, o disminuir las desigualdades derivadas del propio sistema sanitario. En particular, la IA está aún muy lejos de poder suplantar eficazmente el personal humano, y hoy su interacción con el paciente carece de efectos terapéuticos.
Desde el MATS tenemos que trabajar porque esta nueva realidad no deshumanice la atención sanitaria, ni instaure el “sálvese quien pueda” en nuestros centros del SERMAS. Las nuevas herramientas han de ser eso, herramientas, que nos permitan avances tanto en la investigación, docencia o formación, como en la práctica clínica, pero no se pueden convertir en la solución mágica ante el desmantelamiento que llevan soportando durante décadas los sistemas sanitarios públicos, de forma muy especial el SERMAS.
La autoorganización y lucha solidaria de todas las trabajadoras y trabajadores de la sanidad junto a la población debe ser nuestra prioridad, para frenar este deterioro y mejorar la sanidad pública.