Sobre la Huelga Educativa del 28A

Sobre la Huelga Educativa del 28A

Entrevista a Daniel Montañez, docente de la UCM y afiliado a CNT-Comarcal Sur

 

P.- ¿Puedes contarnos brevemente sobre la huelga?

La huelga general en la educación pública madrileña del 28 de abril ha sido una jornada de huelga histórica. Desde 2013, en el auge del ciclo de la “Marea Verde”, no había una jornada de huelga que congregara a todas las figuras laborales que trabajamos en centros públicos, además de que también se ha sumado el sector estudiantil a la convocatoria. Todas las personas que construimos día a día la educación pública, trabajadores y estudiantes, nos hemos organizado para confluir en una jornada de protesta contra el deterioro de las condiciones laborales y los ataques de diversa índole que recibe la educación pública en la región.

«cada sector y nivel de la educación pública ha podido mostrar con mucha fuerza gracias al altavoz colectivo de la unidad sus demandas concretas»

Bajo mi punto de vista lo más interesante de la jornada es, además del esfuerzo de confluencia, que cada sector y nivel de la educación pública ha podido mostrar con mucha fuerza gracias al altavoz colectivo de la unidad sus demandas concretas: las compañeras de infantil exigiendo un convenio digno en 0-3 y la remunicipalización del servicio, el personal no-docente protestando contra un convenio vergonzoso recién firmado por las cúpulas burocráticas de sindicatos mayoritarios que les aboca a la profundización más absoluta de la precariedad que sufren, las docentes no-universitarias contra el acuerdo sindical que no responde a sus demandas de bajada de horario lectivo y fin de la segregación socioeconómica del alumnado, estudiantes de instituto reclamando plazas y prácticas dignas en FP, estudiantes de universidad protestando contra la criminalización de la protesta y el ocio en los campus, y trabajadores de la universidad contra la infrafinanciación y la privatización del sector, etc.

Gracias a este esfuerzo de confluencia y de escucha colectiva de cada sector y nivel educativo cada vez somos más conscientes de la importancia de la lucha en la educación pública para lograr condiciones de vida dignas para la clase trabajadora en su conjunto. Aunque las demandas son muchas y muy particulares, tanto que parecen en un principio muy sectoriales y específicas de cada grupo, este proceso de unidad desde abajo nos ha permitido tomar conciencia de que las lógicas profundas que atraviesan todas ellas son comunes: privatización, intentos constantes de división de la clase trabajadora, precarización, criminalización de la protesta, infrafinanciación… cada sector y nivel lo vive de formas distintas, pero sufre las consecuencias del mismo tipo de procesos.

La confluencia nos permite darnos cuenta de esto, de que buscan dividirnos constantemente, frente a lo que planteamos organizarnos como bloque para golpear contra las lógicas que sufrimos mucho más fuerte y con un solo puño. Esto no implica la disolución de la agenda particular de cada sector, sino la construcción de una agenda de unificación fundada justamente en esas particularidades que sufrimos de forma diversa. Esta huelga ha dicho: en la clase trabajadora del sector nunca más solas ni divididas.

«partimos de una realidad muy dividida, no hay conexión entre los diferentes sectores y niveles de la educación pública, e incluso hay lógicas que fomentan la competitividad y las jerarquías internas»

P.- ¿Cómo os habéis organizado para una huelga de todo el sector educativo?

Esta es una pregunta clave. No ha sido sencillo. Como decíamos partimos de una realidad muy dividida, no hay conexión entre los diferentes sectores y niveles de la educación pública, e incluso hay lógicas que fomentan la competitividad y las jerarquías internas: hay figuras que cobran más que otras, unas pueden coordinar servicios y otras no, unas mandan y otras obedecen, etc. Si le preguntas al personal no-docente cuáles son sus principales problemas en el trabajo, además de la precariedad laboral y ese tipo de cuestiones, una respuesta que siempre sueles encontrar es el generalizado maltrato y acoso laboral que sufren de parte de sus compañeros docentes y de los equipos directivos. Pero esto no hay que llevárselo sólo a lo personal, hay que encontrar y combatir las lógicas y políticas que permiten que esto suceda y sea tan común.

«el primer reto fue conocerse y acercar posturas entre diferentes sectores y niveles, y para ello el mejor lugar son las asambleas, donde podemos debatir y exponer lo que sucede en cada sector y nivel de la educación pública»

Entonces el primer reto fue conocerse y acercar posturas entre diferentes sectores y niveles, y para ello el mejor lugar son las asambleas, donde podemos debatir y exponer lo que sucede en cada sector y nivel de la educación pública. Nuestro movimiento se compone de muchísimas asambleas conformadas en centros de trabajo. Es aquí donde se analiza la situación que sufrimos en el sector y donde se debate la hoja de ruta de la movilización. Luego dependiendo del sector y del nivel se organizan más instancias asamblearias: asambleas de territorios, generales, coordinadoras, etc. Es una lógica organizativa de abajo a arriba, que prioriza la mayor participación posible de las trabajadoras y estudiantes en el debate y la toma de decisiones. Así logramos construir no sólo una agenda de lucha basada en la promoción de la inteligencia colectiva, sino también que cada vez más personas se sientan parte activa de la transformación de sus espacios de trabajo y de la vida colectiva.

En relación a esto, el segundo reto al que nos enfrentamos es que no todos los sectores y niveles de la educación pública avanzan su organización asamblearia al mismo ritmo. Como ya hemos dicho las situaciones son diversas y es normal que frente a cada particularidad la lucha avance con mayor o menor intensidad. Esto provoca asimetrías y sobrerrepresentaciones de ciertos sectores en el movimiento, que ahora está muy liderado por docentes del nivel de secundaria participantes en la plataforma de Menos Lectivas y el sector universitario organizado en las plataformas por la universidad pública. Esta situación deja en minoría importantes voces de trabajadores no-docentes o de niveles infrarrepresentados como primaria e infantil. Es importante ser conscientes de esta situación y luchar por revertirla, ofreciendo espacios de visibilidad y voz a quienes avanzan más lento, sin tampoco caer por supuesto en paternalismos condescendientes.

«en la práctica la sincronización de las organizaciones con el movimiento y el debate abierto de líneas estratégicas no es algo sencillo»

Por último, el tercer reto organizativo ha sido la sincronización y el diálogo del movimiento asambleario con las organizaciones sindicales y políticas que lo acompañan. Estas organizaciones también son asamblearias, de clase y combativas, y han sido fundamentales para el desarrollo del movimiento: aportan recursos logísticos fundamentales, legalizan y difunden por canales oficiales las convocatorias, ofrecen experiencia estratégica, movilizan y conectan las demandas con otros sectores más allá del educativo, etc. La importancia de la presencia de estas organizaciones en el movimiento es algo indiscutible hoy día, lo cual es de agradecer ya que veníamos arrastrando una lógica anti-organizaciones en los movimientos sociales muy nociva para las movilizaciones desde el ciclo del 15 M. Ese ciclo ya se ha cerrado, sus límites han sido más que evidentes, y la clase trabajadora hemos entendido que tener organizaciones propias e independientes participando en movimientos amplios es sano y eficaz. Las organizaciones aportan debates y es positivo que se expongan diferentes líneas estratégicas de forma pública generando un debate desde abajo sobre cuáles son las mejores formas de hacer avanzar las demandas y las movilizaciones.

«La huelga del 28 de abril nos ha enseñado que la confluencia es el camino, lo primero que tenemos que hacer después de esta jornada es profundizar esta confluencia desde abajo, promover más y mejores asambleas en los centros de trabajo»

Sin embargo, en la práctica la sincronización de las organizaciones con el movimiento y el debate abierto de líneas estratégicas no es algo sencillo, y cuando se dan disensos frente a decisiones concretas de agenda de lucha o cuestiones similares, que por otro lado es lo más normal del mundo que esto suceda y tampoco hay que hacer de ello un drama, la gestión de las diferencias en ocasiones produce rupturas, roces desagradables y hasta dinámicas tóxicas de relacionarnos, que bajo mi punto de vista tenemos que tratar de evitar. En este punto creo que tenemos que luchar siempre por la mayor unidad posible, pero que cuando esto no sea posible tenemos que aprender también a gestionar los disensos y respetar la autonomía de cada organización participante en los procesos. Es decir: no es tan grave que haya cosas que se hagan sin estar todos juntos, hay que normalizar esto, podemos seguir caminando juntos aunque no participemos ni estemos de acuerdo en todo.

P.- ¿Cómo crees que debe continuar la lucha tras el 28A?

La huelga del 28 de abril nos ha enseñado que la confluencia es el camino, lo primero que tenemos que hacer después de esta jornada es profundizar esta confluencia desde abajo, promover más y mejores asambleas en los centros de trabajo, asambleas que no diluyan las demandas concretas de cada figura laboral, pero que hagan el esfuerzo de dialogar y apoyarse entre las mismas. Esto es la base de nuestro movimiento y lo que más hemos de cuidar, y desde esta profundización y amplificación del asamblearismo tenemos que debatir cuál será nuestro próximo movimiento en la cada vez más necesaria escalada del conflicto que vemos que necesitamos sostener para poder hacer efectivas nuestras demandas. ¿Cuál será el próximo paso? ¿Una huelga general de más días más contundente? ¿Una huelga general indefinida? Hay mucho que debatir y la respuesta saldrá de un proceso de debate colectivo y asambleario, donde pondremos a trabajar la inteligencia colectiva al máximo nivel, y cuyo proceso será en sí mismo un excelente espacio de ampliación del movimiento y de politización y toma de conciencia de la necesidad de lucha en el sector: avanzamos organizando y luchando, es la única manera, tenemos que pensar y decidir colectivamente en movimiento.

Lo que sí que puedo dejar anotadas son algunas líneas estratégicas que suenan fuerte en las asambleas y bajo mi punto de vista deberíamos tomar en cuenta:

Fortalecer el tejido asambleario. La mejor forma de lograr concienciación y participación activa es potenciando asambleas de trabajadores y estudiantes en cada centro educativo, promoviendo que sean espacios amplios donde se debata abiertamente sobre el análisis de la situación, la agenda y los objetivos de la lucha. Además, es importante generar espacios de coordinación efectivos entre las diferentes asambleas, mecanismos democráticos de toma de decisiones, etc., es decir, ir construyendo instituciones independientes de poder obrero democrático.

Escalar el conflicto. Manifestaciones, concentraciones y huelgas parciales son tácticas que ayudan a situar la protesta mediáticamente y a ir generando músculo organizativo, pero no son suficientes en esta coyuntura para lograr frenar los ataques a la educación pública. Pensar cómo escalar el conflicto sin perder fuerza y apoyo social es un debate urgente y crucial, ya que mantenernos en una intensidad media de conflicto como en la que estamos puede ir desgastando el movimiento si no se consiguen algunas victorias.

Evadir la cooptación. Ayuso no es el único enemigo, la educación pública está siendo atacada por partidos y sindicatos de todos los colores políticos. Claramente hay responsables en la derecha, pero también en las cúpulas burocráticas de aquellas organizaciones que se dicen de izquierdas y de clase como son el PSOE, SUMAR, MÁS MADRID, PODEMOS, CCOO y UGT, que no solamente le hacen el juego a la derecha firmando convenios y acuerdos vergonzosos, sino que en muchas cuestiones lideran la agenda contra la educación pública, como es el caso del apoyo a la escuela concertada y a la segregación socioeconómica del alumnado. Identificar y señalar de forma clara y directa a quienes nos están atacando evita la posibilidad de que las cúpulas de estas organizaciones se aprovechen de la conflictividad que generamos para avanzar posiciones en sus intereses corporativos, que es lo que intentan hacer cuando acuden a nuestras movilizaciones intentando sacar tajada de nuestra lucha.

Ganar a las bases. Pese a que las cúpulas burocráticas de organizaciones supuestamente de izquierda están actuando claramente contra los intereses de la clase trabajadora y de la educación pública, aún mantienen altos porcentajes de voto y afiliación. Como movimiento tenemos que dejar muy claro que nuestras críticas a estas tendencias burocráticas y desmovilizadoras es a las cúpulas de estas organizaciones y en ningún caso a sus bases, las cuales cada vez están más presentes en las asambleas y en nuestro movimiento con una actitud crítica frente a las dirigencias de sus organizaciones.

Evitar la hipermilitancia de Telegram y Whatsapp. En nuestros tiempos la organización a través de grupos de Telegram o Whatsapp es una herramienta fundamental que permite la participación telemática a las personas que no pueden estar presencialmente en los procesos organizativos. Sin embargo, el excesivo uso de estos medios suele llevar a dinámicas de liderazgos donde predominan perfiles hipermilitantes que cuentan con el tiempo y la capacidad para poder dedicárselo a la atención de los grupos. Estas dinámicas, además de alejar de la toma de decisiones a muchas personas valiosas que por necesidades de conciliación de todo tipo no pueden estar tan conectadas, desgastan a los perfiles más involucrados que terminan asumiendo muchas responsabilidades. Hay ocasiones donde la urgencia de una situación hace inevitable que se tomen decisiones por este tipo de cauces telemáticos, pero en la medida de lo posible, aunque implique ir más lento, es más efectivo y democrático seguir centralizando los principales debates y decisiones en las asambleas, intentando que estas sean presenciales. Como dicen las zapatistas mexicanas: vamos lento, porque vamos lejos.

Coordinarse con el resto de luchas de la clase trabajadora. Sabemos que los retos que enfrentamos como clase trabajadora en nuestro sector no podrán ser superados con nuestra organización específica por muy buena que sea. Los problemas contra los que luchamos tienen un fondo común con los que se enfrentan en el resto de sectores donde la clase trabajadora se organiza contra la explotación y dominación de su vida cotidiana. Por ello, es necesario avanzar en una coordinación efectiva de los diferentes espacios de organización de la clase trabajadora, que vaya más allá de la solidaridad y del apoyo mutuo, tratando de colaborar más estrechamente en las movilizaciones para golpear conjuntamente y lograr escalar y ganar los conflictos de cada sector.

P.- Teniendo en cuenta que los ataques que enfrentáis los sufrimos también en otros sectores de los SSPP, ¿Crees que deberíamos dirigir la lucha hacia una coordinación de todos los SSPP?

Absolutamente, para nosotros de hecho la experiencia que habéis tenido en el MATS es un ejemplo de organización y de lucha muy valioso que siempre tenemos muy en cuenta, y la coordinación de luchas que antes mencionaba es fundamental para hacer avanzar cada conflicto concreto, ya que se comparten raíces comunes y es lógico que las golpeemos conjuntamente con más fuerza. La estrategia de la Administración y las empresas es sectorializar, dividirnos, y que cada uno luche sólo por lo suyo, si aceptamos este marco de las cosas nadie llega a ningún lugar, y las luchas más avanzadas como mucho sólo logran migajas.

«La lucha en los servicios públicos tiene un gran potencial movilizador, tanto porque somos muchas trabajadoras cada vez más concienciadas en el sector, como porque podemos contar con la suma en la lucha de muchos usuarios»

Ahora, esta coordinación no puede darse de golpe, hay que construirla a fuego lento desde abajo, de forma sólida, para que pueda tener fuerza y efectividad. En este sentido, para nosotros un primer paso está siendo la coordinación de todos los sectores y niveles educativos que ya estamos logrando. Por tanto, un segundo paso, que ya muchos imaginamos e intentamos empezar a intentar que vaya construyéndose, es la coordinación entre las luchas de los diferentes sectores dentro de los servicios públicos, que compartimos una misma Administración y muchos ataques comunes. Es necesario comenzar a promover espacios de confluencia, primero para conocernos y compartir experiencias, cosa que ya hemos hecho en algunas ocasiones pero que es necesario hacer más, y después para empezar a coordinar de manera más efectiva movilizaciones conjuntas, y no sólo me refiero a manifestaciones conjuntas en domingo, sino a jornadas coordinadas de lucha y de huelga conjuntas que eleven el conflicto y que de verdad puedan poner contra las cuerdas a quienes atacan las condiciones de vida de la clase trabajadora.

La lucha en los servicios públicos tiene un gran potencial movilizador, tanto porque somos muchas trabajadoras cada vez más concienciadas en el sector, como porque podemos contar con la suma en la lucha de muchos usuarios -estudiantes, pacientes, familias- que son en su gran mayoría también parte de la clase trabajadora y saben que los servicios que ofrecemos son fundamentales para el desarrollo de su vida. Los servicios públicos son por tanto en nuestro contexto, como se está demostrando en diversos ciclos de lucha, un sector estratégico para la lucha de la clase trabajadora en su conjunto, cuyas movilizaciones debemos seguir coordinando y potenciando para lograr avanzar los intereses de nuestra clase. Unos intereses que, como las luchas en el sector educativo o el sanitario nos están enseñando, sólo podrán ser logrados avanzando hacia el control y la socialización obrera de los servicios públicos que construimos día a día con nuestro trabajo.

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