I – LA EVOLUCIÓN DE LA ENFERMEDAD Y SUS CONSECUENCIAS
La enfermedad Covid-19, es una enfermedad infecciosa causada por el coronavirus que se ha descubierto más recientemente. Sus síntomas más comunes son inespecíficos: fiebre, tos , fatiga, disnea, etc. La mayoría de las personas (alrededor del 80%) se recuperan de la enfermedad sin necesidad de tratamiento hospitalario, pero en determinadas circunstancias, presentan cuadros más graves (insuficiencia respiratoria hipoxémica aguda por síndrome de dificultad respiratoria aguda, shock, disfunción miocárdica, daño renal agudo, etc) siendo necesario su internamiento en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCIs). Se estima que el 5% de los pacientes con enfermedad por Coronavirus 2019 (Covid-19) requerirán de cuidados intensivos. La razón más documentada para requerir cuidados intensivos ha sido la asistencia respiratoria, de los cuales 2/3 de los pacientes tenían síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA). El manejo de la Covid-19 grave, es similar al de la mayoría de las neumonías virales que causan insuficiencia respiratoria. Entre el 10% y el 15% de los pacientes que llegan con neumonía por el virus Sars-Cov-2 ingresan en la UCI y el 90% requiere intubación y ventilación mecánica durante al menos 2 ó 3 semanas.
La MORTALIDAD, está asociada con la edad avanzada, comorbilidad, insuficiencia respiratoria, recuentos de linfocitos más bajos e infecciones secundarias. Y entre todos los pacientes infectados sería de entre el 0,5% y el 4%. Entre los pacientes que requieren hospitalización y especialmente entre los que ingresan en las UCIs, la estimación es de un 15%. en pacientes jóvenes previamente sanos y del 50% en pacientes mayores de 70 años con enfermedades crónicas. El número creciente de pacientes infectados con síntomas más graves, han llevado a las UCIs a la primera línea de reacción para el tratamiento de la crisis. Entre los principales retos del personal sanitario de estas unidades está identificar los casos más críticos de insuficiencia respiratoria para su tratamiento, siguiendo los protocolos de intubación y ventilación mecánica y evitando los contagios entre los profesionales de la salud.
El colapso de la Sanidad madrileña y las políticas de «cribado»
El día 2 de abril, durante el pico más alto de la pandemia, los hospitalizados por Covid- 19 en la Comunidad de Madrid (CAM) alcanzaron su tope, 16174 pacientes ingresados. Este ingreso masivo de pacientes graves saturó rápidamente las UCIs, hasta llegar al 291% de su capacidad. La Comunidad de Madrid tenía antes de la crisis 641 camas de UCI (públicas y privadas) de las cuales 479 eran públicas.
Para poder llegar a atender a tal volumen de pacientes graves, se tuvieron que habilitar otros espacios como camas de Quirófanos, Unidades Pediátricas y REAs (Unidades de Reanimación), dotados de gases medicinales, monitorización y respiradores mecánicos. Fundamentalmente Unidades de Cuidados Intermedios, áreas de reanimación anestésica, quirófanos y otros espacios con posibilidad de acondicionamiento para tratamiento intensivo. Pero esta no era la única cuestión a la que había que dar respuesta. En los días más duros de la pandemia, escaseaban los respiradores o ventiladores mecánicos, que ayudan a salvar las vidas de los pacientes con Covid-19 con insuficiencia respiratoria y especialmente a los pacientes con síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA).
Esta escasez (debido fundamentalmente a la falta de abastecimiento y de stocks suficientes) obligó a los médicos a usar ventiladores de anestesia, ventiladores de traslado e incluso ventiladores para no invasiva, que no reunían los requisitos mínimos para ventilar a pacientes de todos los tamaños o poder modificar la frecuencia respiratoria. Estas dos cuestiones fundamentales (falta de camas de U.C.I. y equipos adecuados como respiradores) unidos a la falta de previsión y a la continua improvisación del Gobierno de la C.M. obligaron a los profesionales de estas unidades a tomar una polémica decisión, la selección de pacientes para la adjudicación de una cama de UCI o ventilación mecánica.
En un documento elaborado por la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias, se hace referencia a la toma de decisiones sobre la limitación de tratamientos de soporte vital, entre los que se encuentran respiradores, remarcando que sus decisiones se adoptan «de acuerdo a la gravedad de los recursos disponibles en una situación de emergencia y al principio de justicia distributiva, pero también en función de la edad y las patologías crónicas que puedan presentar los pacientes«. A esto se unió el que el Gobierno Regional distribuyó a sus hospitales y Centros de Salud, protocolos de triaje a personas dependientes, con discapacidad, o con más de 80 años, negando con ella la cura a este tipo de pacientes.
Todas estas medidas empezaron a ponerse inmediatamente en marcha en la mayoría de los Centros Sanitarios de la CAM con unas consecuencias trágicas, por ejemplo:
En el Hospital Severo Ochoa de Leganés las enfermeras informan que está muriendo mucha gente, no sólo ancianos, también pacientes entre 55 y 65 años, que no pueden optar a un respirador y porque los médicos tienen que elegir a quién se envía a la UCI con capacidad para 10 pacientes. Descartando a los pacientes que tienen enfermedades previas (hipertensión, diabetes, etc) o incluso obesidad.
En el Hospital de la Princesa, la Fiscalía solicitó información sobre el uso de las UCIs y los respiradores durante la pandemía. Se duda sobre los criterios de acceso médico que se han seguido para el ingreso (como la edad o la patología) así como el uso de respiradores para tratar las patologías relacionadas con la Covid-19.
En el Hospital Infanta Leonor, debido al número limitado de camas de UCI se ha priorizado para intubar pacientes, a los más jóvenes. Si tienes 45 años vas directo a la UCI, si tienes 80 o más no entras. Este hospital dísponía antes de la pandemía de una UCI con 8 camas y una Unidad Coronaria con 6 camas, que aumentó con los colapsos hasta 27 puestos.
En el Hospital de Parla, un vídeo con instrucciones de un Jefe médico a su equipo desveló que los sanitarios se prepararon para recibir órdenes políticas, negando la cura a personas mayores.
El instructor advierte a los médicos que al ritmo al que avanzaban los ingresos en los hospitales de la CAM, la región iba a entrar en colapso de sus UCIs. Les revela que el rechazo en personas mayores va a venir impuesto por las Autoridades Sanitarias de la CAM y en el caso de las camas de UCI, se van a asignar al paciente que más se beneficie de ello, no por gravedad, sino por años de vida recuperable.
El problema de las residencias en la CAM.
Aunque no es objeto de análisis de este documento, hacemos una mención especial al tema de las residencias de la CAM y los protocolos elaborados por el Gobierno de la CAM, en los que se daba orden a los hospitales madrileños, para que limitaran los traslados desde residencias de carácter social (residencias de mayores, con discapacidad y personas con enfermedad mental), con el fin de evitar el colapso de los centros hospitalarios.
Este rechazo de auxilio de los hospitales a estos residentes, ha generado desamparo en decenas de residencias de la CAM que sufrieron brotes por coronavirus, costando la muerte de 11.555 residentes de residencias públicas y privadas entre el 8 de marzo y el 7 de julio de 2020 (un 22% de las 58.123 plazas de la CAM), donde hubo 20 centros con más de 50 fallecidos. Si hacemos mención a estos hechos (además del drama de los fallecidos y de las responsabilidades políticas por dichas actuaciones) es porque los documentos de estos protocolos se inspiran en una filosofía similar a la guía ética elaborada por los médicos intensivistas para elegir quien tiene prioridad de acceso a las UCIs. Estos protocolos, han sido elaborados por un grupo de geriatras basados en la ética de la medicina de catástrofes, donde son descartados de tratamiento quienes presentan demencias avanzadas, grandes dependientes y enfermos terminales. También plantea dilemas éticos, como por ejemplo, que ante la escasez de ventiladores es necesario decidir quien debería tener la preferencia.
Un segundo documento elaborado después, incluye detalles para facilitar la selección, de modo que quede menos margen para el arbitrio y donde el factor de la edad juega un papel determinante en el acceso a los tratamientos. Estos documentos fueron la guía que siguieron hospitales y residencias para descartar la hospitalización de personas con discapacidad y ancianos enfermos por Covid-19. Sin embargo, la CAM sí permitió el traslado a hospitales a mayores con Covid-19 con seguro privado.
Según los familiares de los residentes a quienes se denegó la hospitalización, la CAM sacrificó las vidas de sus familiares para lograr ese fin. Hasta el propio Consejero de Políticas Sociales de la CAM, advirtió al Consejero de Sanidad que dichos protocolos, podrían suponer la muerte indigna de residentes, acarreando graves consecuencias legales.
La exclusión no fue sólo por criterios clínicos, también por edad. Doscientas familias de mayores fallecidos en residencias durante la Pandemia por coronavirus, se han sumado a la querella contra la presidenta de la CAM, Isabel Díaz Ayuso, el Consejero de Sanidad y Justicia de la CAM y directores de residencias. Le acusan de homicidio imprudente, omisión de socorro y prevaricación.