DEUDA PÚBLICA Y DESEMPLEO
Al finalizar febrero, la deuda de todas las administraciones públicas subía a 987.000 millones de €, el 95,6% del Producto Interior Bruto. Es decir, debemos casi tanto como lo que producimos en un año. Si la cantidad de deuda es alarmante, lo es tanto o más su ritmo de crecimiento: hemos pasado de deber el 37% del PIB en 2007 a deber, como hemos dicho, el 95,6% del PIB.
Junto con la deuda subió el desempleo: del 8,3% en 2007 al 26,03% a finales de 2013.
Y seis regiones superan el 30%: Andalucía (que cerró 2013 con un 36,3% de paro), Ceuta (35,6%), Melilla (34,4%), Canarias (34,1%) y Extremadura (33,7%) y Castilla-la Mancha (30,1%). Llegando a tasas desorbitadas en cuanto a desempleo juvenil: Ceuta (con un 72,7% de paro entre los jóvenes de entre 15 y 24 años que buscan activamente empleo), Andalucía (66,1%), Canarias (65,3%), Extremadura (61,7%) y Castilla-la Mancha (61,6%). Lo que sitúa a nuestro país de nuevo en 2013 como el país europeo con más regiones entre las peor clasificadas: cinco regiones entre las diez en con mayor desempleo.
¿Cómo se explica que tras años de recortar los recursos destintados a Servicios Públicos, de bajar salarios públicos y privados y de aumentar los impuestos a la mayoría de la población debamos más?
Por un lado, a través del Estado hemos asumido las deudas privadas (dando ayudas a los bancos), y hemos pagado más intereses por el dinero que esos bancos recibían del Banco Central Europeo y prestaban al Estado. Paralelamente se han bajado los impuestos al capital y a los más ricos. Y para pagar todo ello se han reducido los gastos estatales y las inversiones y se han aumentado los impuestos a la ciudadanía. Con lo que la economía se ha deprimido, el desempleo ha aumentado y las administraciones han ingresado menos.
En definitiva, cada vez se destinan más recursos para la banca, cada vez se crea menos riqueza y somos más pobres y encima cada día que pasa les “debemos” más. Parece que si queremos romper este circulo infernal no queda más remedio que dejar de pagar una deuda que es ilegitima e injusta.
G. Winstanley