La DANA Catástrofe, tragedia y responsabilidades

Jesús Jaén Urueña

(Miembro del Movimiento Asambleario de las Trabajadoras y Trabajadores de la Sanidad).

 

Cuando escribo estas líneas el número de muertos se acerca a 100. Los desaparecidos son muchos más. Los daños de infraestructuras son incalculables. Los medios de comunicación se muestran sorprendidos por la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos). Al menos, algunos medios de comunicación, ya comienzan a apuntar no tanto a causas exclusivamente naturales, sino a la relación del ser humano con la Naturaleza: el cambio climático antropogénico.

 

En otro orden de cosas quedan muchas respuestas por dar a unas preguntas que, según pasan las horas, son gritos en un silencio de respeto por el dolor de las familias ¿Por qué el gobierno de Carlos Monzón no siguió las instrucciones de la AEMET (Agencia Estatal de Meteorología) que lanzó la alerta roja a las ocho de la mañana del día 29 de octubre? ¿Por qué no se tomaron las medidas necesarias y se dejó que los camiones y coches circularan normalmente por las autovías y carreteras? ¿Por qué no se cerraron las empresas y se obligó a las trabajadoras y trabajadores a mantener el horario habitual? ¿Por qué no se tuvo un plan B ante la caída de las redes de energía y comunicación? Todo esto debe ser investigado y si llegara el caso debería tener consecuencias políticas y judiciales. Pero vayamos por partes.

 

Como han explicado los meteorólogos y los especialistas científicos, la DANA es un fenómeno meteorológico que se produce cuando una masa o corriente de aire muy frío, que circula de 5 a 10 kilómetros de altura entra en contacto con aire más cálido y húmedo del mar Mediterráneo, generando reacciones extremas de lluvia, granizo, remolinos de viento, etc, etc. Esto es lo que pasó entre la tarde y noche del 29 de octubre en localidades de Valencia, Albacete o Málaga.

 

¿Por qué motivo esa DANA fue tan violenta? Pues porque se combinaron fuerzas de la naturaleza en un grado extremo que en otras ocasiones no habían estado presentes. Una de las más importantes, las altas temperaturas y la humedad desprendida en forma de vapor de agua de un mar Mediterráneo sobrecalentado en 2º centígrados (más de lo normal), a partir de las altas temperaturas que venimos soportando los últimos veranos en España. Es decir, hay una relación directa entre el cambio climático antropogénico y la DANA que arrasó una parte de la costa levantina. Cuando los negacionistas del cambio climático dicen que siempre hubo fenómenos de “gota fría” están ocultando la realidad. Los fenómenos extremos de la naturaleza siempre han existido pero desde que el cambio climático antropogénico lleva actuando elevando los niveles de CO2, metano , óxido nitroso o vapor de agua; estos fenómenos (igual que las olas de calor, huracanes, tornados, sequías, etc) se han vuelto más potentes y sistemáticos.

 

A otro nivel lo estamos viviendo con las epidemias de enfermedades zoonóticas que se están dando en España y que son más propias de latitudes más bajas con temperaturas tropicales o secas, como por ejemplo las diferentes modalidades de gripes, los coronavirus, el ébola, el virus del Nilo, etc. Hemos entrado en la era del cambio climático antropogénico a una velocidad que ha superado los peores pronósticos. Debemos estar preparados tanto a nivel de prevención como de minimizar las consecuencias.

 

Además del cambio climático, hay que decir que otros motivos agravaron la situación que se vivió en las localidades valencianas, andaluzas o castellano manchegas. La geografía social, la ubicación de las poblaciones, el tipo de viviendas que se han construido en las diferentes burbujas inmobiliarias, hacen que los más afectados siempre son los mismos, desde Valencia a Miami, la India o Ecuador, son las clases trabajadoras o los más pobres los que sufren el castigo divino de la naturaleza. Al menos eso nos hacen creer, pero no es un castigo divino, sino económico y social. Repitiendo aquella famosa frase, nosotros decimos ¡ Es el capitalismo estúpido!

 

Las informaciones que tenemos nos dicen que las zonas más afectadas como Paiporta, Picanya, Torrent, etc, son las que se encuentran atravesadas por el cauce del Barranco del Poyo (un cauce de agua estacional situado entre los ríos Júcar y Turia). Allí los muertos se cuentan por decenas y, como se pudo ver, vivían en casas humildes. Familias trabajadoras y algunas inmigrantes.  Esta es una constante en todos los episodios provocados por las fuerzas de la Naturaleza: los responsables apenas sufren, son las clases más humildes las que se llevan la peor parte.

 

El otro elemento que es importante analizar son las responsabilidades políticas. El gobierno de la Comunidad Valenciana gobernada por el PP hizo caso omiso a las advertencias de alerta roja de la AEMET. Una alerta que se dió a las ocho de la mañana y que inexplicablemente no se hizo caso cuando cientos de autos circulaban por las autovías o miles y miles de trabajadoras y trabajadores seguían en sus empresas como si no pasara nada ¡Otra constante en este tipo de situaciones! ¿Acaso hemos olvidado que en la pandemia, las numerosas empresas que hicieron trabajar a su personal a pesar de los gravísimos riesgos de contagiarse? Todas las piezas del puzle se vuelven a juntar una y otra vez: cambio climático antropogénico, infraestructuras inadecuadas, las principales damnificadas son las poblaciones donde vive la clase trabajadora y, para colmo, una estructura empresarial que tiene como única prioridad el mantenimiento de su actividad económica lucrativa y privada.

 

Por último, en estas situaciones cobra una importancia trascendental, como ya ocurriera en la pandemia, la situación de nuestros servicios públicos. Y, una vez más, nos encontramos con un hecho sangrante. El presidente del gobierno valenciano, el derechista Carlos Mazón, una de las primeras cosas que hizo cuando entró a la Generalitat fue suprimir la Unidad Valenciana de Emergencias creada por el anterior gobierno. Según el PP era una “ocurrencia” innecesaria del anterior gobierno.

 

Hay tragedias inevitables como que un meteorito impacte en la Tierra. Hay tragedias que parecen inevitables pero que son agravadas por la acción del ser humano modificando el clima, el terreno o el cauce de los ríos.  Pero no se pueden diluir las responsabilidades políticas concretas. En la pandemia del Covid 19, Isabel Diaz Ayuso dejó morir en las residencias a más de siete mil ancianas y ancianos. Ella no trajo el SARS-CoV 2 pero su gestión fue irresponsable y criminal. Hubo incluso personajes que hicieron del negacionismo con las vacunas una bandera política ¿Nadie paga por ello? ¿Qué ocurrirá ahora con aquellos responsables políticos que se negaron a actuar a tiempo o que disolvieron un año antes una parte de los servicios públicos? Y, a nivel social ¿No deberíamos dejar de mirar para otro lado cuando adoptamos formas de vida y consumo que son incompatibles hoy con el medio ambiente?

 

Lo que proponemos, a continuación,  no es un programa, ni siquiera un plan de acción. Somos más modestos en nuestra pretensión, solamente algunas posibles líneas de actuación para reducir los sufrimientos o buscar alternativas al bucle en el que nos encontramos toda la sociedad.

 

1.- Recuperación de los servicios públicos que están siendo desmantelados o privatizados: sanidad, servicios sociales, cuidados, bomberos, unidades de emergencia, etc.

2.- Ayuda material a todas las familias que han sufrido pérdidas familiares, vivienda, etc. Agilización de todos los trámites burocráticos para que esa ayuda llegue inmediatamente.

3.- Un plan de reconstrucción de viviendas e infraestructuras de las zonas afectadas teniendo en cuenta todos los factores sociales, ecológicos y económicos: la ubicación de las viviendas, autovías, las modificaciones llevadas a cabo por el cauce de ríos, reforestación de los montes, el drenaje de las cuencas fluviales, vías públicas y alcantarillados, etc.

4.- Impulsar un debate a fondo sobre propuestas ecológicas tanto en la costa Mediterránea como a nivel nacional, en donde participe la comunidad científica, las organizaciones ecologistas, los movimientos sociales, partidos y sindicatos. En la línea apuntada anteriormente: reducción de gases de efecto invernadero,  un cambio de las políticas energéticas sin deterioro medioambiental,  reducción del consumo, planificación y debate sobre el modelo productivo, etc.

 

Estos serían algunos de los puntos que ponemos sobre la mesa de las organizaciones sociales y políticas. Preparar a la sociedad para todo lo que inevitablemente está por llegar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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