Varios trabajadores del Hospital de El Escorial analizan a ElBoletín.com la relación entre su centro 100% público y el que gestiona Quirónsalud a pocos kilómetros.
El Hospital de Villaba tiene aires de mansión modernista de estrella deportiva. Sus tonos grisaceos y sus líneas horizontales alargadas dan ese aspecto de modernidad. No es para menos: su construcción finalizó apenas en 2012. La primera piedra fue puesta el 17 de diciembre de 2010 por una de las personas más recordadas (y no de buena manera) por los defensores de la sanidad pública madrileña: Esperanza Aguirre. Pese a que su inauguración estaba prevista para 2011 y así aprovechar las elecciones autonómicas, no fue hasta 2014 cuando otro ilustre de la política madrileña, que hoy está entre rejas, cortó la cinta inaugural: Ignacio González.
Una serie de nombres propios que se convirtieron en un verdadero quebradero de cabeza para la Marea Blanca. Sin embargo, hablar del Hospital de Villalba implica meter en la ecuación otro de esos terremotos: Quirónsalud. El gigante de la sanidad privada -hoy integrado en la multinacional alemana Fresenius Helios-, de esta manera, ampliaba su marco de influencia en la Comunidad de Madrid. Mientras, a apenas 16,9 kilómetros, los profesionales de otro hospital (esta vez 100% público) miran con recelo.
“Es la garrapata que nos han puesto”, explica Ángel García, delegado de MATS en el Hospital de El Escorial. Un sentimiento que inunda a parte de la plantilla del centro madrileño con la que ha podido hablar ElBoletín.com. Pese a este desazón, la Comunidad de Madrid tiene al complejo gestionado por Quirónsalud como ojito derecho de la sierra. Las comparaciones dicen que son odiosas, los presupuestos autonómicos más: mientras que en 2017 el Hospital de El Escorial contó con 29,9 millones de euros, el Hospital de Villalba vio cómo recibía 63 millones.
La gente no sabe que el Hospital de Villalba factura y que lo pagamos todos
Las diferencias son notables y no pasan por alto para los profesionales del Hospital de El Escorial. “Villalba tiene el doble de presupuesto que el Escorial teniendo prácticamente la misma población”, recuerda uno de los médicos especialista. La Memoria del SERMAS habla por sí sola: el centro de gestión privada tiene asignada un población de 118.000 personas y el hospital 100% público tiene designada la atención de 107.222 usuarios.
Una desigualdad que también se aprecia en las cifras de atracción de pacientes que permite la libre elección de Esperanza Aguirre y que supone pasar la factura a la Comunidad de Madrid. En 2016 el Hospital de Villalba atrajo a 13.876 madrileños, frente a los 621 que contabilizó el Hospital del Escorial; ya un año antes el centro de Quirónsalud contaba con 7.582 citas entrantes de otros hospitales de la red madrileña. Los trabajadores del Hospital de El Escorial encuentran los motivos:
“El transporte creemos que es una de las patas de su caballo de Troya, otro es el call center y otro son los presupuestos […] El mayor esfuerzo que hace la dirección de Villalba es el de atraer a gente, de donde sea. No solo nos quitan al Escorial o al Puerta del Hierro, sino que también quitan pacientes a La Paz, los traen de Colmenar Viejo, de Manzanares del Real, de todos los pueblos que van desde Guadarrama hasta Colmenar… Si tienen que poner autobuses, los ponen; todos los autobuses te dejan en la puerta de Villalba. Aquí no (algo que ya ha alertado MATS). Tienes autobuses cada 10 minutos que te llevan a Villalba, desde todos los pueblos”.
Mientras tanto, las señales de alerta que salen desde el centro público no cesan. La Plataforma en Defensa de el Hospital Comarcal de El Escorial -de la cual forman parte algunos de los profesionales con los que se ha podido entrevistar este medio- marca como una de sus reivindicaciones la puesta en marcha de todos los recursos del hospital al 100%. “Es muy importante que tengamos buen material”, advierte una de las auxiliares de administración. “Hay profesionales muy buenos que estaban aquí y se fueron a Villalba”, completa uno de sus compañeros.
Ángel García apunta a otro de los reclamos históricos de la plataforma y del MATS: “Defendemos que el Hospital de Villalba sea 100% público”. Hasta que se abra esa posibilidad -la cual la Comunidad de Madrid no quiere oír ni hablar-, la supervivencia del Hospital de El Escorial se hace fundamental, aunque la sombra de una multinacional a pocos kilómetros es alargada. “La gente está muy al límite y da lo mejor de sí. Y lo cierto es que además, de repente, llega este gigante de Villalba y va a contribuir poco a poco al deterioro y a la pérdida de pacientes”, asevera uno de los médicos del centro.
La libertad de elección, una decisión a medida
Y es que la convivencia con Quirónsalud se hace notar para aquellos hospitales plenamente públicos que están cerca de su ‘órbita’. Así sucede en la sierra madrileña y en Móstoles, donde el también moderno Hospital Rey Juan Carlos se ha convertido en una pieza de juego. De hecho, esa atracción de pacientes ya se ha disparado con el mencionado centro mostoleño: en los últimos años ha aumentado su atracción de pacientes en un 519,6% (de 4.915 usuarios en 2012 a los 30.449 de 2016).
Las similitudes entre el Hospital de El Escorial y el Hospital Universitario de Móstoles también son calcadas. En 2012, el centro 100% público mostoleños atraía a 2.264 pacientes de otros centros, en 2016 este número apenas ascendía a las 2.903 personas. “El caso de Móstoles es extrapolable al caso que hay aquí con Villalba”, concuerda el médico especialista del Hospital de El Escorial. No obstante, esas desorbitadas cifras de atracción esconden otra lectura. “Hay algo muy importante que la gente no conoce: no saben que el de Villalba factura y que lo pagamos todos”, apunta la auxiliar de administración.
El caballo de Troya, como lo bautizan los propios trabajadores, ya está de lleno en la Comunidad de Madrid e incluso ha atravesado las puertas del Hospital de El Escorial. “Quirónsalud vino a ofertar trabajo con el visto bueno del gerente y dejándoles el salón de actos”, reprocha uno de los profesionales del centro. “A mí me han llegado a ofrecer trabajo allí”, recalca una de las auxiliares de administración.
Y todo acto tiene una explicación, aparte del dejar hacer de los directivos: “Tengo compañeros que se han ido a trabajar a Villalba, aunque cobran menos porque aquí en El Escorial no les han permitido hacer trasplantes de córneas”. Pese a ello, Ángel García rescata una de las noticias que publicó la Cadena SER y que tiene que ver con la red montada por Quirónsalud para ‘mover’ pacientes entre sus centros: “Las especialidades que no tienen en Villalba, en vez de mandarlas a Puerta del Hierro, las mandan a la Jiménez Díaz, al ser la misma empresa. Estás cubriendo pacientes de esta zona, ¿para qué llevarlos hasta la Jiménez Díaz si los puedes mandar al Puerta del Hierro? Ellos miran el dinero”.
El futuro de la sanidad pública, en juego
El dinero, una de las palabras mágicas que aparece a la hora de hablar de la sanidad madrileña, ya sea por la solicitud de mayor inversión que reclaman los profesionales públicos o por cómo el negocio de las multinacionales ha encontrado en Madrid una de sus minas de oro. Aun así, otra de las preocupaciones que implica el aterrizaje de las empresas privadas en un servicio como es la sanidad pública tiene que ver con el efecto contagio, tal y como reflexiona uno de los médicos del Hospital de El Escorial:
“El problema de todo esto es que el ideal no es el sistema público de toda la vida, sino del vecino de enfrente (el de Villalba). Es una subcontrata masiva, pero de cara a la galería todo muy bonito. Este es un problema global. La sanidad pública en teoría todo es muy ideal, pero hay muchos contratos precarios, mucha subcontrata… Tampoco es la panacea, pero es que lo de enfrente todavía es peor. Porque el vecino quiere ganar dinero. Hay algunos servicios que no pueden primar los criterios economicistas.Cada vez nos piden más números, la calidad solo la rigen por la numerología. Se está copiando el sistema de la privada. Eso es lo que está pasando. Aprietan y no sabemos hasta cuándo [..] Después de lo de la Marea Blanca, hubo una gran revolución y no consiguieron privatizar la sanidad, pero ahora apuestan por el modelo garrapata e ir poquito a poquito. Hay que ir concienciando a la gente de lo que hay: es una batalla a largo plazo”.
Quizás el camino a seguir para esta “batalla a largo plazo” ya ha sido abierto por los propios profesionales de la sanidad pública madrileña. “Yo a Villalba no voy”, sentencia uno de los celadores de El Escorial, que explica su ‘modus operandi’: “Cuando tú vas al centro de salud, te salta el call center, y les digo que no quiero hablar con ellos porque te mandan con Quirón”. Es más, hasta los propios trabajadores han sufrido estas maniobras para potenciar la atracción del Hospital de Villalba: “Sé que ha habido una enfermera nuestra que una vez llamó al 112 por un problema de su hijo y les querían mandar al de Villalba, hasta que se negaron”. Por el momento, la Plataforma en Defensa de el Hospital Comarcal de El Escorial continuará movilizándose por los distintos pueblos de la sierra madrileña para ir informando de la problemática en el centro y con el Hospital de Villalba.
Por todo ello, la plantilla del Hospital de El Escorial ha llegado incluso a tachar de “verdaderos héroes” a aquellos pacientes que “por cabezotas dicen que quieren venir aquí y vienen”. No obstante, esta convivencia con una multinacional tiene, según uno de los celadores del hospital 100% público que ha hablado con este digital, los días contados: “El Hospital de Villalba lo van a tener abierto diez años y cuando saquen el beneficio suficiente dirán que no da rentabilidad, lo cerrarán y lo tendremos que rescatarlo entre todos”. La apuesta ya está echada.
Fuente: El Boletín