La ‘Plataforma Barcelona No Está en Venda’ denuncia «la situación de expulsión de la ciudad» de los vecinos y recorre varios «puntos negros» de la especulación
“Barcelona no está en venta”. Bajo este lema se han manifestado este sábado cientos de barceloneses que se oponen a las subida del precio del alquiler que se están viviendo en la capital catalana. Por una horas, el centro de la ciudad ha cambiado la imagen de turistas paseando bajo el sol por una marcha ensordecedora contra la especulación inmobiliaria La convocatoria iba a cargo de la Plataforma Barcelona No Està en Venda, y ha reunido a miles de vecinos en representación de diferentes barrios de la ciudad. Sindicatos, asociaciones de vecinos, organizaciones sociales y asambleas de barrio han denunciado la “situación de expulsión” que sufren los residentes frente la masificación turística y la emergencia habitacional.
La manifestación ha empezado a las 18 h des de la Plaça de la Universitat, esperando la llegada de las columnas procedentes de diferentes barrios, y ha iniciado un recorrido por Sant Antoni, Poble-sec y el Raval, hoy por hoy tres barrios especialmente afectados por la especulación. La marcha se ha detenido en algunos de los bloques de pisos que en esta zona se encuentran en proceso de compra por parte de fondos de inversión que quieren echar a sus inquilinos. Los manifestantes han mostrado así su solidaridad con estos vecinos. Desde la organización calculan que son unos 70 edificios los que se encuentran en esta situación en Barcelona.
Entre los manifestantes se contaban numerosas camisetas verdes de la PAH, entre ellas, la del portavoz Carlos Macías, que señalaba la grave «colonización de la ciudad» al tiempo que reclamaba una reacción de las administraciones. Horacio Espeche, de la Pataforma Defensem Port Vell, contaba antes del inicio del recorrido que la ciudad sufre dos burbujas especulativas consecutivas, fruto del boom hipotecario, y ahora, por la subida de los precios del alquiler.
Sílvia Abadia, portavoz de la asamblea de la vivienda del Poble-sec, apuntaba la preocupación existente en los barrios que se ha traducido en un crecimiento de la organización de los vecinos, ya que en los últimos meses «han aparecido 15 asambleas que están tratando la problemática» de la vivienda. Los vecinos observan como la situación de los alquileres en los barrios de la Barceloneta y el Gótico se ha trasladado en poco tiempo a los barrios colindantes.
Ante una simulación de marcha fúnebre avanzaba Esperança, una vecina del Clot que justificaba su presencia en la manifestación «porque están haciendo negocio y nos están echando». Hasta hace poco, cuenta esta vecina que el barrio estaba muy tranquilo pero que ahora «empiezan a alquilar pisos de manera fraudulenta». Un matrimonio de sesenta años observab la manifestación al paso por el mercado de Sant Antoni, comentaba: «Incluso el comercio te lo dice: nos están echando, en nuestro bloque registramos un acuerdo de la propiedad para no aceptar actividades turísticas, por unanimidad», cuentan Clara y Josep, que recuerdan que uno de los bloques que ha sido víctima de las fondos de inversión está cerca de su casa, en Comte Borrell. Precisamente, ante ese bloque se ha detenido la marcha. «¡No estais solos!», les ha gritado la multitud desde la calle a los vecinos que observaban des de los balcones.
La convocatoria pretendía, según cuentan los organizadores, “que cada actor asuma sus responsabilidades”, y apuntaban que el crecimiento de la movilización de los vecinos “no ha hecho más que empezar”. Según Abadia, de la asamblea del de Poble-sec, la protesta ya cuenta con una primera victoria: “Con este grito hemos conseguido poner en el punto de mira la situación de la vivienda en Barcelona”, y recuerda que para los fondos de inversión y los grandes propietarios “es más difícil seguir con las prácticas de mobbing”.
Como preludio de la manifestación, este jueves, varias asambleas de vecinos ocuparon diferentes inmobiliarias, dos en los barrios de Sants y una en Poble-sec, a las que acusan de prácticas irregulares y agresivas.
Entre la marcha había también vecinos del barrio de Sagrada Família, que reivindicaban que 28 famílias se encuentran amenazadas por la adquisición de las sus viviendas. «Les estan mandando un burofax para decirles que concluye el contrato», cuenta Elisabet, una de sus vecinas. También, reclamaciones al Ayuntamiento des de la Avenida Paral·lel donde un edificio vacío propiedad municipal es motivo de reclamación por part del vecindario «necesitamos vecinos» en el barrio Gótico, porque allí «contamos con 168 viviendas», explica Tonet Font, vecino de este barrio.
Entre los que convocaban la manifestación se encuentra la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB), que alerta del aumento del precio del alquiler y de la insuficiente oferta de vivienda pública para dar respuesta a las necesidades sociales. Según datos oficiales, el parque de vivienda de Barcelona contaba en 2016 con 438.304 viviendas en régimen de alquiler. Dentro de éste, el de vivienda social representa un 1,5% (6.500 viviendas públicas). Una cifra que dista mucho de otras capitales europeas como París (17,2%), o Amsterdam (48%). En Barcelona, se cuentan además cerca de 31.200 pisos vacíos de los cuales 2.592 son propiedad de los bancos. En los dos últimos años, los alquileres han subido entre un 11% y un 21% según el distrito, alcanzando una media de 850€ al mes. Precisamente, en la movilización participaba también el Sindicato de Inquilinos, recientemente constituido en Barcelona.
Las entidades han denunciado así el auge de la especulación con la irrupción de fondos de inversión, que al menos han comprado 76 bloques de pisos enteros, algunos con inquilinos dentro.
La manifestación ha concluido en el barrio del Raval, frente al solar dónde esta prevista la construcción de un hotel de lujo de grandes dimensiones y que los vecinos han denunciado a la Oficina Antifraude por irregularidades en la tramitación de los permisos. Esta protesta tiene un precedente a finales de este enero cuando vecinos y comerciantes ocuparon simbólicamente la Rambla para denunciar el impacto del turismo en Barcelona y la pérdida del espacio público.