Un año más, el 8 de Marzo, estamos juntas con motivo del Día Internacional de la Mujer.

 

La igualdad de género implica igualdad de derechos, de responsabilidades y de oportunidades para todas las personas. Es uno de los pilares imprescindibles en la consecución de un mundo pacífico próspero, saludable y que no deje a nadie desatendido en el camino.

 

El género es un factor importante en los determinantes de la salud y podemos afirmar que ser mujer conlleva  inequidad sanitaria. Por este motivo, las políticas de salud necesariamente deben tener en cuenta las desigualdades de género. Desde Mats queremos vincular este día de reivindicación de la igualdad para todas con el contexto actual de la lucha por la defensa de la sanidad pública y universal.

 

En la Comunidad de Madrid, actualmente con Isabel Díaz Ayuso a la cabeza, llevamos sufriendo décadas de desmantelamiento, precarización y privatización de la Sanidad Pública. Queremos analizar brevemente, cómo afecta la lucha en defensa de la sanidad pública con perspectiva de género desde diferentes puntos de vista:

 

  • Desde el punto de vista laboral es notable que a pesar de que alrededor del 70% de las personas que trabajan en el ámbito de la sanidad somos mujeres, estamos sin embargo infrarrepresentadas en los puestos directivos y de toma de decisiones. Unido a la doble carga de trabajo que representan los cuidados, y que es asumida en abrumadora mayoría por nuestra parte, hace que sean mayoritariamente mujeres quienes  vemos mermados sus derechos laborales con contratos más precarios, quiénes  debemos reducir  nuestra jornada y  nuestro sueldo para poder conciliar con unos horarios a turnos imposibles y sobrecargas de trabajo inasumibles. No queremos dejar de recalcar el sufrimiento post-pandémico físico y mental que han padecido las mujeres debido a esta responsabilidad mayoritaria en los cuidados.

 

  • Pero también podemos enfocarlo en el aspecto de cómo son atendidos los problemas de salud más frecuentes o propios de las mujeres, en los que se podría afirmar que para su diagnóstico, pero sobre todo para su tratamiento, se producen sesgos de género. Las mujeres son afectadas de manera distinta a los hombres y por diferentes tipos de enfermedades. Como resultado, necesitamos prevención, tratamiento y atención diferenciada, y en innumerables ocasiones esta necesaria visión con perspectiva de género en la Sanidad es inexistente.

 

  • Podemos poner ahora la mirada en las personas que participan activamente en la defensa de los derechos del colectivo femenino en sanidad (activistas, sindicalistas, etc…). Los estudios constatan que a lo largo de la historia, debido a la gestión del tiempo para dedicar a estas labores y unido a  los estereotipos de los roles masculinos/femeninos, se ha reservado estos espacios para los hombres. Pero… ¿cómo se puede defender los derechos de unas profesionales mayoritariamente mujeres sin dedicar tiempo al activismo feminista? y… si hay una movilización que necesita de implicación de ellas para luchar por empleo digno, por conservar una sanidad pública que pueda cubrir sus necesidades de salud ¿qué ocurre?

 

En estos últimos meses se han generado diferentes acciones que surgen como respuesta contundente a una situación ya insostenible, con concentraciones, manifestaciones, encierros y huelgas y con protagonismo en ellas de las mujeres, pues  somos nosotras las que mayoritariamente  nos vemos afectadas tanto como profesionales como pacientes. Y  volvemos a ser  nosotras, las que  realizamos un sobreesfuerzo y las que  vemos mermados sus salarios en las huelgas.

 

Podemos afirmar que para evitar que la salud sea una mercancía deben reformularse los principios de nuestro modelo de salud y luchar por una sanidad realmente pública (en su propiedad, en su provisión y gestión de servicios), que permita ofrecer un servicio universal y equitativo, que sea gratuito en el momento de acceso (pagado con impuestos y sin copagos), de calidad y humano. Un sistema sanitario controlado por el interés público, donde se devuelva el espacio público a los centros públicos, sin lugar para el “ánimo de lucro” y donde nadie pueda hacer negocio con nuestra salud. Un sistema sanitario con buenas condiciones laborales para las profesionales, verdaderamente controlado y gestionado públicamente con la participación comunitaria directa, con el máximo nivel de conocimiento científico, cultura sanitaria y motivación social.

 

Pese a que el sistema sanitario no es el único determinante de la salud, sí que es el ámbito en el que estamos este 8 de marzo leyendo nuestro comunicado, y constituye uno de los pilares fundamentales del estado del bienestar. Especialmente en estos momentos en los que se incrementan las desigualdades y aumentan las demandas y necesidades sociosanitarias, afectando mayoritariamente a las mujeres desde el enfoque que se quiera mirar.

 

No queríamos dejar pasar por alto que hoy y siempre:

 

La defensa de la Sanidad Pública, Universal y de Calidad es un grito necesario para la igualdad de las mujeres.

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