Según Antonio Gramsci “hegemonía cultural” es la dominación y mantenimiento de poder que ejerce una persona o un grupo para la persuasión de otro u otros sometidos, minoritarios o ambas cosas, imponiendo sus propios valores, creencias e ideologías, que configuran y sostienen el sistema político y social, con el fin de conseguir y perpetuar un estado de homogeneidad en el pensamiento y en la acción, así como una restricción de la temática y el enfoque de las producciones y las publicaciones culturales
Van a disculparme ustedes que en ésta ocasión no escriba sobre alguna serie, toca hablar de un libro.
Debemos partir del hecho de que el cine además de arte constituye un poderoso medio de comunicación de masas que influye día a día en la conciencia y la mentalidad del hombre, no sólo ejerce como evasión o escape de la realidad.
“Me cago en Godard” de Pedro Vallín (Colunga, Asturias, 1971). Periodista que ha ejercido en las secciones de Sucesos, Local, Economía, Cultura y Política de medios como La Nueva España, El Comercio y Metro.Es uno de los padres de los Premios Feroz, los Globos de Oro del cine español, en la actualidad escribe en La Vanguardia cuando deja de hacerlo en Twitter.
Al leerlo (si se considera usted progresista como el que aquí les escribe) se sentirán como el campesino francés que es interrogado por el coronel Hans “Vallin” Landa (Christoph Waltz) al principio de la película “Malditos Bastardos” (Quentin Tarantino), apoyando sus botas sobre la mesa del salón y terminando la conversación tal que así :
-Es usted progresista?
-Sí
– Sigue usted pensando que el cine de Hollywood es un instrumento de alienación de masas al contrario que el cine de autor Europeo, el cual transmite valores progresistas?
-No, de hecho mucho cine de autor tiene cierto sesgo burgués.
-Pelín ensimismado verdad? (pregunta con media sonrisa, consciente de su victoria moral)
– Sí joder. Me cago en Godard!
– Hace usted bien!
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Pedro Vallín cabalga entre Walter Benjamin y Fernando Savater para demostrarnos que el cine de Hollywood no es de derechas, y que de California sale mucho más cine inspirado por valores de izquierdas que lo contrario.
“Me cago en Godard!” está escrito con un estilo narrativo ágil e irónico, alejado de los “palabros” que solemos encontrarnos en los ensayos sobre cine rozando muchos la pedantería y quitándosele a uno las ganas de pasar página se divide en dos partes, la primera basada en razones sociales, culturales e históricas para formular su “hipótesis, por decir algo” explicándonos la diferencia (o no) de artistas y artesanos, cargando un “poco” contra la visión marxista en lo cultural, al menos reconoce que el materialismo histórico es una herramienta de diagnóstico formidable, o explicándonos a modo resumen la historia de Hollywood y las políticas Norteamericanas.
En la segunda parte nos hará mirar Hollywood de una manera diferente con ejemplos de films y pasando prácticamente por todas las etapas desde el cine mudo, el Western, cine negro, el cine de superheroes (con especial atención al cómic), el de adolescentes y brókers con una genial apreciación de la España de los ochenta a lo largo del capítulo :”El efecto Reagan:Teenagers y brókers” o del cine de Ciencia ficción y Zombis dónde analiza la ciencia ficción desde que era serie B hasta nuestros tiempos y cómo las historias y enemigos han ido variando según las preocupaciones de la sociedad (o las preocupaciones que querían imponerse) según la época.
Un libro que merece la pena y hará que nos preguntemos si estábamos en lo cierto al aseverar ciertos puntos de vista o reforzará la idea que ya teníamos (dependiendo del gusto de cada uno con cierto cine de autor). Al menos a Kurosawa no me lo ha tocado.
Alfonso Celemín