La Comisión del 8M de Madrid presenta este jueves el argumentario para la huelga laboral, de cuidados, de consumo y estudiantil convocada para el 8 de marzo
A los motivos del año pasado, que siguen vigentes, se suma un intento por incluir un número mayor de reivindicaciones y denuncias de las situaciones que atraviesan las mujeres racializadas y migrantes
Aunque evita nombrar a Vox, sí se refiere a quienes «hacen su política desde el desprecio a las mujeres»: «Frente al ‘nosotros primero’ planteamos ‘nosotras juntas'»
A prácticamente un mes de la huelga del 8M, el movimiento feminista de Madrid ultima detalles y define las claves que motivan, un año más, una movilización que pretende ser masiva. A los contenidos que ya se fraguaron en 2018, se suma en esta ocasión un intento por incluir una mayor diversidad de mujeres. Con esta intención, la Comisión ha detallado un argumentario, al que ha tenido acceso eldiario.es, en el que desgrana las razones para hacer una huelga laboral, estudiantil, de consumo y de cuidados con un mayor foco en las mujeres racializadas y migrantes.
Así se desprende del texto que será presentado este jueves en la capital, que aunque evita nombrar a Vox directamente, sí señala algunas referencias que entroncan con el escenario político actual: «Así nos enfrentamos a quienes hacen su política desde la mentira y el desprecio de las mujeres, desde el miedo, la victimización y el resentimiento. Frente al ‘nosotros primero’ planteamos ‘nosotras juntas». Con este documento, dividido en 100 razones y 90 objetivos, la Comisión del 8M llama a una huelga feminista en la medida de las posibilidades de cada una y denuncia las situaciones de violencia y desigualdad que siguen enfrentando todas las mujeres.
Al calor del éxito del 8M de 2018, el argumentario celebra los cambios que se han fraguado en España en este último año, pero «no son todos ni para todas», remarca. Así, y aunque cada territorio tiene autonomía, el V Encuentro Feminista Estatal celebrado en Valencia hace casi 15 días ya dejó patente el intento del movimiento por incorporar la perspectiva antirracista con conclusiones como el posicionamiento contra la Ley de Extranjería o la exigencia del cierre de los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE).
El año pasado esta fue una de las mayores críticas que recibió la huelga y varios colectivos antirracistas, como Afroféminas, decidieron descolgarse de la convocatoria. Aunque sumar a todas las mujeres en un sentido amplio es uno de los propósitos de este 8M que suena con más fuerza, aún las asambleas cuentan con una escasa presencia de mujeres racializadas. Desde la Comisión, no obstante, apuntan a que cada vez son más y las propuesta del antirracismo como eje transversal surge de ahí.
Cosificación y menos derechos
En este contexto, el argumentario recoge el racismo y la xenofobia, al menos en mayor medida que en 2018, como ejes de discriminación contra las mujeres junto al contenido específico dedicado a las fronteras, ya presente entonces. El 8M pide una formación específica del personal judicial y policial en perspectiva antirracista, el fin de las «redadas, el acoso y la discriminación» que sufren las mujeres racializadas y migrantes «en el espacio público y los medios de transporte» o que las migrantes dispongan de intérpretes al denunciar violencia machista.
El texto, que divide los contenidos en varios ámbitos –violencias, cuerpos, economía, laboral, fronteras y consumo– exige además que los medios de comunicación «no difundan estereotipos racistas», que se considere la realidad de las mujeres migrantes precarias a la hora de garantizar el acceso a la conciliación familiar y que las redes sociales sean espacios libres de violencia racista.
Sobre las claves de la categoría cuerpos, destaca la denuncia de la mayor cosificación que sufren las mujeres racializadas, que «se presentan como hipersexuales y exóticas, asociándose a ‘lo salvaje’ y a lo ‘no domesticado'», la reproducción de un «canon estético occidentalizado» o el cuestionamiento de vestimentas y costumbres a mujeres de otras culturas. «Cuando las mujeres racializadas aparecemos en los medios de comunicación se reproduce la imagen de dominación blanca», reza el argumentario, que exige la presencia de referentes positivos.
El movimiento feminista reclama además que las mujeres migrantes dejen de ser consideradas «solo como cuidadoras sin derechos» o el fin de los obstáculos para la reagrupación familiar. También que se implementen protocolos contra el racismo en los entornos laborales y la creación de alternativas para las trabajadoras en situación administrativa irregular. «A las mujeres migrantes no se nos reconocen nuestras capacidades en el ámbito laboral, siendo destinadas a nichos como el trabajo doméstico y cuidados, es decir, estamos clavadas en el ‘suelo pegajoso'», ilustra el texto.
Los motivos están vigentes
El espíritu del llamamiento de este año radica en que los motivos detallados el pasado, siguen vigentes: «Nuestras vidas siguen marcadas por las desigualdades, las violencias machistas, la precariedad, la exclusión, la expulsión de nuestras viviendas, el racismo y la no corresponsabilidad de los hombres y del Estado en los cuidados», cita el texto al principio. Entre las denuncias concretas, señalan la violencia machista, que piden que sea considerada como una cuestión que «atañe a toda la sociedad» y que sea ampliada legalmente a más allá de la que se da en el seno de la pareja o expareja. Ello junto los fallos de una justicia «patriarcal» que «pone en duda nuestra palabra», citan en una clara referencia a las movilizaciones sucedidas tras la sentencia a ‘la manada’.
En este sentido, ponen en el foco en la violencia sexual, en la inseguridad en el espacio público como sensación habitual de las mujeres o en el déficit de formación en diversidad afectivo sexual y de género en las aulas. Así, reclaman que se tome como prioridad el interés superior de niños y niñas frente a las decisiones de los juzgados de otorgar regímenes de visitas a padres que han sido denunciados por violencia de género, la «asunción de responsabilidades» por parte del Estado en la lucha contra la trata y que el aborto se garantice en España independientemente de la comunidad autónoma.
En el ámbito económico, resaltan la falta de redistribución de los cuidados en la familia, tarea que recae especialmente en las mujeres, exigen el desarrollo del «ya limitado» sistema de dependencia y denuncian la falta de derechos que sigue lastrando al sector del empleo doméstico, en concreto, haciendo hincapié en la falta de ratificación por parte de España del Convenio 189 de la OIT, que amplía derechos a las trabajadoras domésticas. Asímismo señalan la brecha salarial, la falta de políticas de conciliación y «la mayor precarización» de los sectores feminizados, que cargan además con una «menor valoración a nivel social y económico».
Los derechos LGTBI, especialmente del colectivo trans, y de las mujeres con diversidad funcional también arrecian con fuerza este año. El texto pone énfasis en la patologización de las personas trans, que siguen teniendo que declararse enfermas para que su nombre y sexo sean reconocidos, en la «desprotección» que, asegura, sufren por parte del sistema judicial y en la invisibilización de lesbianas y bisexuales en un contexto en el que «sigue existiendo un modelo de familia tradicional nuclear».
A pesar de la extensión del documento, el 8M de Madrid asume que se trata de un texto de «propuesta» y alude a que «para resistir, hay que seguir avanzando», cita el feminismo autoproclamándose como movimiento «fuerte» que «forma parte de un proceso colectivo de transformación radical de la sociedad». Con el mismo espíritu del año pasado, el movimiento feminista de Madrid, al igual que el del resto de territorios, llama a las mujeres a que este 8M paren su trabajo de cuidados, el trabajo remunerado, el consumo y los estudios «para demostrar», una vez más, «que sin nosotras ni se produce ni se reproduce».