La Sanidad no se vende, se defiende

Hundiendo la Atención Primaria

Una tarde de 8 de enero de 2018 en un Centro de Salud en concreto, pero que puede ser y es lo que ocurre en la gran mayoría.

Ha habido una cantidad de fiestas en las cuales, el centro ha permanecido cerrado, las burocracias se han acumulado, y los pacientes crónicos necesitan acudir para ponerse al día. Además estamos en plena epidemia de gripe. Por la razón que sea, este año la campaña de vacunación antigripal ha comenzado con un mes de retraso… ¿Se puede vacunar a la misma cantidad de población en un mes que en dos? Las matemáticas dicen que no.

Contamos con una población envejecida, cada vez más. La población no aumenta considerablemente, pero la que hay, cada vez precisa de más recursos sanitarios.  Éstos incluyen: médicos, enfermeras, farmacéuticos, administrativos…

Pides cita para el mismo día porque necesitas la baja laboral, o que te vean de urgencia por un catarro complicado, o porque tienes un dolor intenso que precisa un inyectable, o porque te cuesta respirar… da igual.  La administrativa ya mira el panel de citas como esperando un milagro.

¡Vaya! Tú médico está de baja. Ya lleva más de una semana, y se prevé que dure como un par de semanas más, pero está sin cubrir… Tienen que duplicar la agenda de otro compañero.

Cuando llegas, te llama la atención la cantidad de salas vacías y puertas cerradas. Tienes cita a las 19:30h, pero ya son las 20:00h y todavía no te han nombrado. En la sala cuentas quince personas esperando.

Cuando por fin sale el médico a nombrar, tienes a seis pacientes por delante. Echas cuentas… No salen. Si el turno de Primaria termina a las 21:00h… ¿A qué hora terminan hoy? ¿Con qué nivel de atención se puede explorar, tratar y solucionar los problemas de todos los que quedan por ver?

Me dirijo al mostrador. Una sola administrativa. Le pido que me dé una hoja de reclamaciones y me indique cuántos médicos hoy no están pasando consulta y porqué. Resultado: hay una de baja sin cubrir y tres medias jornadas también sin cubrir. De las siete consultas médicas que tendrían que estar funcionando, solo hay tres médicos asumiendo toda la carga asistencial. Y no es un día aislado, es “lo habitual”.

Pongo mi reclamación, y me llama la atención que a la administrativa le cuesta cursarla. Así, como si lo hiciera poco. Retorno a mi silla de espera y alento a los usuarios que esperan resignados y comentando lo mal que está la sanidad, a que pongan reclamaciones. Les muestro la mía. Nadie se levanta. Uno me contesta: – Eso no vale para nada. ¿No ves que solo hay dinero para comprar tanques militares nuevos?

Soy enfermera. Mi consulta, que termina siendo a las 20:55h. dura exactamente 2 minutos. No me exploran. No me mira ni a los ojos. Tan solo tiene las manos apoyadas en el teclado rellenando campos y extrae una hoja por la impresora.  Que pida una nueva cita en sobrecarga para el jueves, que no sabe qué médico me verá, que pida cita con cualquiera.

Este es el nivel asistencial que estamos tolerando. Profesionales hipersaturados, desmotivados, maltratados por el sistema, que no pueden ejercer su función con calidad.

La Atención Primaria es el primer paso para controlar la salud de la población y prevenir enfermedades y cronicidades. Los encargados de velar por su buen funcionamiento la están dejando a la deriva. No se destinan presupuestos para que cumpla su función.

Rafael Bengoa, que llegó a ser asesor de Obama, lo repitió hasta la saciedad. Lo lleva diciendo desde el  año 2011. Hay que invertir en la Atención Primaria. La productividad de un país se mide por el nivel de salud de la población. Una población enferma no es productiva. ¿A quién le interesa que la población esté enferma?¿Cómo es posible que los que nos gobiernan no tomen medidas para que desde la Atención Primaria se procure una población lo más sana posible?

Sin olvidar la responsabilidad de la ciudadanía de reclamar sus derechos… ¿Cómo es posible que se mantenga esa pasividad? ¿Supone un esfuerzo tan grande levantarte de la silla y poner una reclamación allí mismo en cinco minutos mientras estás una hora esperando?

¿Y los propios profesionales? ¿Qué nivel de  resignación tienes para que no hagan visible el problema? ¿Para que sientan que las protestas no servirán para nada?

¿Cómo es posible que no nos demos cuenta de nuestra responsabilidad como usuarios, como trabajadores, como ciudadanos, como votantes?

LA SANIDAD PÚBLICA NO SE VENDE, SE DEFIENDE.

¿A QUÉ ESPERAMOS?

Una enfermera

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