La polémica desatada por la donación de 320 millones de euros por parte de Amancio Ortega a varias Comunidades Autónomas para la adquisición de aparatos de diagnóstico y tratamiento de alta resolución, continúa generando opiniones de todo tipo.
En efecto. Hay quienes opinan que “qué más da de donde venga el dinero, que lo importante es el beneficio que se deriva de la donación. Que toda ayuda es poca tal y como está la situación económica…” La discusión podría acabar ahí, en unos términos cercanos al escepticismo o a los lógicos sentimientos de la necesidad de recuperar la salud.
Pero existen más aristas, sin dudas. Éstas han resurgido con las declaraciones que ponen en entredicho, e incluso se oponen, a este tipo de prácticas en la Sanidad Pública.
No hay duda que la Sanidad Pública continúa atacada y menospreciada por recortes y políticas que favorecen a otro tipo de Sanidad. Pero esta política no sólo impide la adquisición de equipos suficientes para el diagnóstico y tratamiento del cáncer (único objetivo de esta donación), sino que provoca una precariedad laboral en el sector sanitario que hace tambalear una mínima e imprescindible calidad asistencial. Esta donación, ¿contempla la posiblemente necesaria contratación de personal sanitario y no sanitario para la puesta en marcha de esos equipos y para su posterior mantenimiento? ¿O estos gastos los deja a cargo y criterio de la correspondiente Consejería de Sanidad?
Por otra parte, ¿dónde es necesario tener, por ejemplo, un acelerador lineal?. ¿Quién conoce mejor que nadie las necesidades de un centro asistencial?. La respuesta no hay que buscarla en la cabeza de quien preside las comunidades autónomas beneficiadas, ni en la de quien es responsable de la consejería de sanidad, ni siquiera de los equipos directivos de los centros asistenciales. Son los y las profesionales de los hospitales quienes saben lo que en su lugar de trabajo se necesita, y cómo en todo caso se puede coordinar la asistencia con otros centros de su entorno. Pero se les ignora a la hora de tomar este tipo de decisiones. Incluso las personas que necesitan curarse (grupos organizados de enfermos, asociaciones vecinales) deberían conocer los pormenores de la donación, y ofrecer su opinión y alternativas. Ni a profesionales ni a la ciudadanía se les pregunta si este u otro equipo es necesario.
En este capítulo de necesidades, hay que destacar la falta de entendimiento entre la administración municipal y la autonómica a la hora de dar utilidad a los recursos municipales con equipamiento incluído que permanece sin citaciones.
Nadie, por más escéptico que se sea, o por más sensibilidad que exista para algunas enfermedades, nadie puede creerse que no haya más razones que la supuestamente altruista para esta donación. ¿Qué consigue el señor Ortega con esta donación?
– Es obvio que en primer lugar logra una gran propaganda para sus empresas. Seguro que en fechas próximas conoceremos los progresos en término de beneficios.
– Son también conocidos y, sin duda legales, los beneficios fiscales que este tipo de donaciones tienen. El señor Ortega es un ejemplo de que quien más dinero atesora suele ser quien tiene más capacidad de desgravar con argucias a la hora de pagar los impuestos como todo contribuyente.
– Este regalo del señor Ortega supone dar aire a las corrientes de opinión que defienden la colaboración público-privada en el ámbito sanitario. Esa colaboración que ha ocasionado tanta destrucción y desmantelamiento de la Sanidad Pública. La Sra. Cifuentes en Madrid, muestra inequívoca de esta destrucción, ha puesto de inmediato el cazo para recoger esta injerencia de lo privado en lo público (por cierto, aún no se sabe en qué hospitales y con qué criterios recaerá el gordo que corresponde a Madrid: 46 millones de euros). De paso se ahorra el dinero que supondría apostar decididamente por lo público. Lo que necesita un hospital público lo debe de adquirir quien está al frente de las instituciones públicas con dinero público. Es su responsabilidad.
– Y, por fin, el Sr. Ortega da apoyo a la forma en que mejor se desenvuelve la gestión económica sanitaria: la opacidad, la falta de transparencia.
Parece obvio que nada ni nadie puede evitar que una persona rica se le ocurra dar dinero a quien le parezca oportuno. Pero parece también conveniente que este tipo de donaciones privadas a la Sanidad Pública se regulen mediante leyes que exijan que los profesionales den el visto bueno a las mismas, y que el proceso se ejecute con la máxima transparencia.
La Sanidad Pública no debe depender de dádivas de este tipo para invertir lo que sea necesario para ofrecer la mejor calidad asistencial a la ciudadanía.
Movimiento Asambleario de Trabajadores-as de Sanidad
No entiendo por qué se tiene que añadir la coletilla de que es necesario regularlas. Si se regulan es porque se admiten y yo no creo que sea una buena idea.
De acuerdo, Esther. No queremos donaciones. Pero mientras que estén estos gobiernos que consideran a la Sanidad Pública como un negocio, o un trampolín para aumentar sus beneficios, algo habrá que hacer intentando ponérselo difícil. Ese es el sentido de la frase.
Gracias por tu comentario
Sres. me parece que se están dando opiniones sin tener los datos, hace poco comentando lo de la sorprendente oposición a este fonético con un jefe de electromedicina del 12 octubre me dijo:
1°_ este sr. no pone un sentimos si no hay un estudio previo del centro/ unidad que lo solicite donde se espesifiquen cosas como población beneficiada, personal técnico requerido para su uso, si la unidad es de nueva creación o para sustituir equipo averiado u obsoleto, como al parecer es el caso en el 12Octb,
2°_los estudios correspondientes los revisaran y verificaran un equipo de espertos ( medicos / tecnicos) que este sr a montado para dilucidar al margen de connivecias politicas y administraciones sanitarias y siempre en contacto con los solicitantes.
3°_ Una vez aceptada la solicitud al parecer el dinero lo adelanta hacienda y el efectúa el pago a la misma.
Al parecer se quiere evitar que el dinero se valla quedando en bolsillos ajenos al propocito, que sea efectivo y de utilización real donde se instale, no pase como tanta obra infrautilizada tanto en el ámbito sanitario como otros muchos.
Por lo tanto pregunten, indaguen, no hay que salir del 12 para conocer al detalle todos los requerimientos que este Sr pide.
Claro que optendra un beneficio económico y de muchos otro tipos, pero bien controladas esas donaciones pueden benefisiar a la sanidad publica y sería bueno que hubiesen mas donantes de este tipo
Es altamente improbable que ningún servicio de cualquier hospital público de este país pida este tipo de donación a una entidad privada. Si esto fuera así, seria motivo de investigación de forma inmediata. Si se necesita algún equipo, para eso está el concurso público y abierto, mediante el cual se adquiere este u otro aparato.
El Sr. Ortega puede tener un equipazo de profesionales a su servicio, pero D. Domingo, quien tiene que decidir si hace falta algún equipo, qué tipo de equipo, y a quien se lo compra la administración, es un grupo de profesionales de cada centro, por cierto, y por desgracia, sin el protagonismo que deberían tener a la hora de las adquisiciones.
Sr. Domingo, la transparencia en este tipo de donaciones deja mucho que desear. Sería bueno conocer los pormenores financieros de las mismas.
Por último, Sr. Domingo, la Sanidad Pública no necesita donaciones, sino que se invierta en ella como se merecen los ciudadanos y ciudadanas a los que atiende.
Gracias por su comentario.