8 de Marzo día internacional de la mujer
El MATS apoya la convocatoria internacional
#NosotrasParamos
¿Por qué paramos?:
– El capital explota nuestras economías informales, precarias e intermitentes.
– Porque los Estados nacionales y el mercado nos explotan cuando nos endeudan.
– Los Estados criminalizan nuestros movimientos migratorios.
– Cobramos menos que los varones y la brecha salarial llega, en promedio, al 27 %.
– No se reconoce que las tareas domésticas y de cuidado son trabajo que no se remunera y suma, al menos, tres horas más a nuestras jornadas laborales.
– Estas violencias económicas aumentan nuestra vulnerabilidad frente a la violencia machista, cuyo extremo más aberrante son los feminicidios.
– Estamos en contra de la violencia institucional que amenaza y persigue a las que ejercen la prostitución y a las trabajadoras sexuales.
– Reclamamos el derecho al aborto libre y que no se obligue a ninguna niña a la maternidad.
– Queremos hacer visible que mientras las tareas de cuidado no sean una responsabilidad de toda la sociedad, nos vemos obligadas a reproducir la explotación clasista y colonial entre mujeres. Para salir a trabajar dependemos de otras mujeres. Para migrar dependemos de otras mujeres.
– Queremos valorizar el trabajo invisibilizado que hacemos, que construye red, apoyo y estrategias vitales en contextos difíciles y de crisis.
¿Qué pasa en nuestro contexto laboral?
Hay que recordar que en el SERMAS no existe Plan de Igualdad. La Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la Igualdad efectiva de mujeres y hombres, establece criterios de actuación de las Administraciones Públicas en aplicación del principio de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, y obliga a éstas a elaborar Planes de Igualdad, así como a Incluir sistemáticamente la variable sexo, y a elaborar los documentos o plantillas con los datos desagregados. Con estos datos, sería fácil hacer una lectura que dibujaría un mapa en el que el sector en el que trabajamos, se vería ampliamente feminizado. Algo incuestionable. Las mujeres, que son la parte más numerosa de nuestra plantilla, se enfrentan día a día a muchas dificultades para formarse, para ocupar cargos de responsabilidad, directivos o jefaturas, persistiendo el llamado “techo de cristal”. Se diría que las mujeres son consideradas buenas cuidadoras, pero no lo son para ejercer cargos de responsabilidad.
La conciliación.
Las mujeres también se ven sometidas a largas jornadas de trabajo, turnos, guardias, y con unos horarios que dificultan enormemente la conciliación de la vida laboral, personal y familiar. Los últimos años del gobierno del PP en la Comunidad de Madrid y sus “recortes” no han hecho nada más que empeorar estas situaciones, ya de por sí lamentables.
La persistencia en la asignación del rol de cuidadora a las mujeres, conforman el llamado “absentismo social”. Es decir, las mujeres asumen mayoritariamente el cuidado de personas mayores o menores a su cargo lo que, junto con la ausencia de corresponsabilidad de los hombres en el trabajo no remunerado doméstico, hacen que las excedencias sean medidas asumidas de forma mayoritaria por las mujeres.
En cuanto a la formación, la asistencia a cursos, congresos, etc. es mayor en los hombres, en quienes la menor incidencia de las cargas familiares no les dificulta la asistencia a estos eventos, perpetuando la segregación vertical de las mujeres que dedican menos tiempo a su formación y por tanto a su carrera profesional.
La brecha retributiva.
Es preciso resaltar también la brecha retributiva (salario y otros complementos) que existe entre mujeres y hombres. Esta diferencia no debe contemplarse sólo como brecha salarial (mismo sueldo en misma categoría), sino que debe analizarse de forma más profunda.
En general, las retribuciones que obtienen las mujeres, al ocupar categorías más bajas, es indudablemente menor que la de los hombres, situados en cargos más relevantes. También contribuye a esta brecha la realización de atención continuada o guardias, la temporalidad, la dificultad para la promoción, etc., que hacen que las mujeres tengan una media salarial inferior a los hombres. Por ejemplo, respecto a la carrera profesional, la incorporación más tardía de las mujeres al mundo laboral, hace que éstas tengan reconocido menos grado que los hombres, y en consecuencia menos salario.
La paridad.
Es innegable el hecho de la feminización del sector, algo muy evidente entre el personal de enfermería. En este caso, el rol de “cuidadora” que se le atribuye casi exclusivamente a las mujeres explicaría el elevado porcentaje de su presencia en esta categoría y en la de matronas.
Quizás, lo más cercano a la paridad se podría encontrar entre el personal facultativo.
Posiblemente la categoría que más mujeres concentra es la de auxiliar de enfermería.
Cabe destacar, la altísima proporción de mujeres entre pinches, trabajador/a social, frente a otras donde se da una mayor presencia de hombres respecto a la media de toda la plantilla, como por ejemplo celadoras/es. Esta distribución responde a un rol social tradicional.
Por último, si se analiza la presencia de la mujer en cargos directivos, tanto superiores como intermedios, su presencia cae drásticamente.
Exigencias.
La comprobación de estos datos sería posible si el SERMAS no obstaculizase su obtención con la debida transparencia y de forma ajustada a Ley, añadiendo a las plantillas y resto de estadísticas la variable sexo, para poder realizar un mejor y más exhaustivo análisis.
Así́, las medidas de conciliación adquieren especial relevancia y se deben desarrollar políticas de recursos humanos centradas en las necesidades de las trabajadoras y los trabajadores, haciéndolas, a su vez, compatibles con la prestación de un servicio público de calidad. La incorporación de políticas de igualdad entre mujeres y hombres mejora el clima laboral y la productividad, y contribuyen a erradicar situaciones de discriminación y violencia.
Apostamos por una realidad futura, en la que al terminar con la proyección de imagen corporativa de estereotipos de género, basados en una cultura patriarcal, esto sería apreciado por todas aquellas personas que accedan a nuestros centros sanitarios.
No es posible dar una atención sanitaria equitativa entre mujeres y hombre, si no tenemos profesionales de la salud capaces de identificar los determinantes de género.
Estas medidas deben revertir en el conjunto de la ciudadanía contribuyendo a la mejora de su salud.
Movimiento Asambleario de Trabajadores-as de Sanidad