La capital alemana se convierte en el escenario de protestas contra la precariedad de autóctonos, emigrantes y refugiados.
La llegada de cientos de miles de refugiados en 2015 ha supuesto para la política alemana la aparición de nuevos retos. Por una parte, el partido de extrema derecha, xenófobo, antiislam y ultranacionalista Alternativa por Alemania (AfD) avanza a pasos agigantados. En Mecklemburgo-Antepomerania, tras las elecciones del 4 de septiembre, se ha convertido en la segunda fuerza más votada, por delante incluso del partido de la canciller, Angela Merkel. Doble derrota porque, además, se trata de su propia circunscripción electoral.
Para tratar de contarrestar el malestar entre el electorado, el Ministerio del Interior, en manos de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), ha endurecido de forma reiterada la ley de asilo, impidiendo las reagrupaciones familiares y otorgando a los refugiados procedentes de Siria un asilo subsidiario.
El aumento de las deportaciones, así como la decisión “exprés” sobre las solicitudes de asilo, ha socavado los derechos de los refugiados, que en muchos casos han visto desaparecer la posibilidad de tener un procedimiento justo, ya que varios países han sido catalogados como “de origen seguro” y en dichos casos las solicitudes se deniegan por sistema sin atender a las circunstancias personales.
Por su parte, el Ministerio de Trabajo, capitaneado por la socialdemócrata Andrea Nahles, se ha esforzado en los últimos meses en profundizar el desmantelamiento de las ayudas sociales, endureciendo las condiciones de acceso a las mismas, por un lado, así como aumentando la precarización del mercado laboral con la introducción de los “trabajos por 80 céntimos la hora” para los refugiados. Una medida para la cual se han escudado en la integración, pero que ha sido criticada por sindicatos y ONG de ayuda al refugiado.
Por otro lado, se estima que 100.000 refugiados se encuentran trabajando en el mercado negro, cobrando sueldos míseros también de hasta 80 céntimos la hora sin contrato. Al menos es la conclusión de un estudio de la televisión pública NDR.
Para rematar el cuadro, Nahles ha planteado una nueva ley que se espera se apruebe con brevedad a través de la cual los solicitantes de ayudas sociales provenientes de la UE no tendrán acceso a las mismas a no ser que hayan trabajado y cotizado en el país durante un periodo de, al menos, cinco años. La ministra pretende otorgar un crédito que habrá de ser devuelto para que las personas necesitadas puedan volver a sus países de origen.
Contra el racismo
Ante esta perspectiva, la plataforma de activistas Blockupy organizó un fin de semana de protestas en la capital alemana contra el racismo, la discriminación, el desmantelamiento del Estado del bienestar y la competencia que se está generando entre los menos favorecidos en el país. Unos 1.200 policías estaban preparados para los eventos.
El 1 de septiembre, un millar de personas mostraron su rechazo a la pobreza y discriminación crecientes en el país. “Solidaridad en lugar de precariedad” o “Esta economía mata”, podía leerse en las pancartas. La concentración estaba permitida en las plazas de Postdam y Heinrich. Pero los activistas aseguraron desde un principio que su objetivo era el Ministerio de Trabajo, por lo que corrieron en masa por las calles ante la mirada atónita de los policías. Algunos de los agentes golpearon con sus porras y lanzaron gas pimienta, por lo que hubo manifestantes que tuvieron que ser atendidos por personal médico. También hubo quien lanzó piedras frente a la puerta del ministerio, hiriendo a un policía. Se llevaron a las 50 personas detenidas, a las que dejaron en libertad más tarde.
Los activistas de Blockupy se manifestaron ese mismo día contra el pacto con Turquía, así como en solidaridad con el pueblo kurdo, frente al Ayuntamiento berlinés. Otras acciones que tuvieron lugar fueron el despliegue de diferentes pancartas contra el racismo y el desmantelamiento de los servicios sociales, así como contra la política climática del Gobierno de Merkel. También se llevaron a cabo acciones de denuncia del sistema capitalista en una oficina de empleo y en el famoso centro comercial Mall of Berlin.
El sábado, unas 7.000 personas, convocadas por Blockupy, pero también por otras muchas organizaciones, partidos y sindicatos, realizaron una marcha contra el racismo y el partido Alternativa por Alemania (AfD). En el comunicado de convocatoria explicaban que “muchas personas participan en manifestaciones xenófobas y racistas de forma alarmante. Pegida agita los ánimos contra los refugiados y los musulmanes. Mientras tanto, Alternativa por Alemania se ha convertido en un receptáculo para xenófobos y racistas. Los diputados de Alternativa por Alemania propagan consignas nazis y difaman a todo el que piense diferente”.
El 15-M de Berlín, Izquierda Unida Alemania y Podemos Berlín firmaron dicho manifiesto y estuvieron representados en la manifestación. Blockupy fue fundado en 2012 a partir del movimiento global Occupy, cuyas acciones hasta ahora se habían concentrado en Frankfurt y en especial contra el Banco Central Europeo y los planes de austeridad para el sur de Europa.
Fuente: Diagonal