SE HUNDE UN TECHO EN URGENCIAS DEL RAMÓN Y CAJAL

 

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Las urgencias del  H. Ramón y Cajal siguen saturadas, a pesar de que la Dirección se vio obligada a abrir dos plantas de hospitalización que antes había decidido cerrar.

Los pacientes permanecen allí varios días a la espera de ser ingresados, concretamente en la mal llamada Sala de Preingreso (ha habido pacientes que han sido dados de alta sin llegar a ingresar en planta). Estos pacientes, tras ser valorados por el personal facultativo y decidir que deben ingresar en el hospital, se ven obligados a permanecer en esta sala porque no hay camas disponibles. Esta situación se agrava aún mas en fin de semana, pues en este periodo es extraño que se den altas en el hospital.

Sin embargo dicha sala no reúne las condiciones para que los pacientes permanezcan allí durante varios días. Solo tiene dos baños para 23 enfermos, las camas están separadas por cortinas, los familiares deben estar sentados en una silla incluso por la noche. Dado que no hay ventanas y las luces están encendidas casi todo el tiempo, debido a la continua entrada de pacientes, los enfermos acaban desorientándose, y no saben en que hora del día están. Tal desorientación termina repercutiendo en los demás: los desorientados entran en un estado de agitación, que a su vez provoca gran revuelo y malestar entre el resto de los pacientes y que ninguno de los que allí están pueda dormir.

Pero en ocasiones esta sala no es suficiente y los pacientes pendientes de ingreso se extienden por otras áreas de la urgencia del hospital, con lo cual lo que ocurre es que al no haber camas libres en las zonas de amarillos o de naranjas (según la clasificación utilizada en la puerta de las urgencias que tiene en cuenta la gravedad del paciente), la urgencia se colapsa y los pacientes que acuden no pueden ser atendidos en el tiempo estimado según la gravedad: naranjas en 10 minutos como máximo,  amarillos en una hora como máximo.

Los últimos momentos de vida de una persona suelen ser muy duros; por ello, siempre que es posible se ubica a esta persona en una habitación individual, algo cada vez más difícil debido al gran recorte que hay en camas hospitalarias. La situación para la persona que comparte habitación es de gran estrés, algo no recomendable para alguien con la salud deteriorada hasta el punto de requerir un ingreso.

Bien, pues esta situación también se ha dado en esta sala de preingreso en alguna ocasión, con lo cual quien sufre las consecuencias no es solo en enfermo de la cama de al lado, sino todos los en ese momento están en esta sala. La familia no puede acompañarle como es debido en esas ultimas horas y todos nos podemos imaginar como se sienten el resto de pacientes.

 

Para colmo, el viernes de la semana pasada se hundió el techo de la sala de preingreso y empezó a caer agua.  Afortunadamente no hubo que lamentar ningún daño en pacientes o en trabajadores, ya que el techo que se cayó estaba encima de una zona en la que no hay camas para facilitar  la entrada y salida de pacientes. Esa zona se usaba para ubicar los carros con material. Este material se ha tenido que colocar en otro espacio, bloqueando una cama.

Desde el mes de diciembre, con altibajos, se vive  esta situación que se esta haciendo insostenible. Aparte de la falta de camas, en la urgencia no hay material, faltan termómetros, electrocardiógrafos, cuñas y botellas para evacuar, ropa, etc… El personal, especialmente el de enfermería, continúa sometido a un exceso de cargas de trabajo y a realizar su actividad en circunstancias muy desfavorables y estresantes. Por ello expresan su temor a cometer errores puesto que no disponen del tiempo suficiente para revisar las tareas. Ya conocemos lo que ocurre cuando alguien comete un fallo, que es el responsable directo de lo que pueda ocurrir y en ocasiones las consecuencias son graves para los profesionales. Para colmo, la mencionada falta de medios incrementa el estrés y repercute en la salud de los profesionales.

 

El resto del hospital no está mucho mejor. Falta personal en casi todas las plantas, en cuatro años la plantilla se ha disminuido en unos 750 trabajadores y las bajas laborales no se cubren, lo que provoca el cansancio extremo de los trabajadores, y muchos se dan de baja debido a esta situación.

Pero nada de esto parece importar a la Dirección del centro, que no pone remedio para que esta situación mejore. Solo una cosa parece que marcha, LAS OBRAS que se realizan en buena parte del hospital. Obras que siendo necesarias en algunos sitios, no parecen traer ningún beneficio al centro. No solo por las molestias y contratiempos que generan mientras se realizan, sino incluso después: detraen mucho dinero, reducen camas (la mayor parte de las veces cambiando camas por despachos), al parecer solo mejoran la estética, puesto que las reformas necesarias en tuberías no se acometen y no es la primera vez que se cae el techo de una parte del hospital o que cae agua encima de una cama.

 

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