CRISIS DEL ÉBOLA: EL GOBIERNO CULPABLE RETROCEDE, PERO NO LO SUFICIENTE
Para Teresa.
Cualquier persona que hubiese salido del país el jueves 9, al volver el viernes 10 pensaría que se había producido un cambio de gobierno. Hasta el jueves, para Javier Rodríguez, Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Teresa Romero, la auxiliar de enfermería infectada por el virus Ébola, era la responsable de posibilitar la extensión de la epidemia, la inútil que no había sabido ponerse un traje, la que había mentido sobre su fiebre. Al mismo tiempo, la reconversión del Carlos III en hospital de media estancia seguía para adelante. Por si había alguna duda, el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid del 9 de octubre hacía público el concurso para hacer las obras necesarias para tal remodelación.
El viernes 10, todo cambió. El presidente del Gobierno y el de la Comunidad visitaban el Carlos III; la Vicepresidenta creaba un Comité político y otro técnico: el primero lo dirigía ella, relegando a Ana Mato y a Javier Rodríguez, que además había sido amonestado públicamente por Ignacio González. Soraya Rodríguez declaraba que la prioridad era el personal de la sanidad y se comprometía a informar diariamente y a estudiar la recuperación del Hospital Carlos III como hospital especializado de referencia.
Se había producido una inversión de la orientación política. Cambiaban los sujetos en los que descargar la responsabilidad: ya no eran los trabajadores de la sanidad que se hacían merecedores de todo cuidado, sino (sin decirlo) los responsables sanitarios (Ana Mato y Javier Rodríguez) que quedaban en silencio y desplazados por la Vicepresidenta y los técnicos. Además se revisaban los protocolos y se prometía la recuperación del Carlos III.
¿Cómo es posible que los principales generadores de la crisis (Rajoy y González) se convirtiesen en los máximos artífices de su solución? ¿Habían cobrado conciencia de sus errores o habían comprendido que avanzaban hacía un desastre político? Parece claro que la razón de su cambio estaba en lo último: lo que les ha hecho cambiar ha sido la movilización social y laboral y el inmenso malestar que se extendió por la población, cuya expresión más llamativa fue el lanzamiento de guantes contra el coche del Presidente de Gobierno por trabajadoras del Carlos III.
El desprecio que estos gobernantes tienen hacia nuestras vidas se estaba haciendo insoportable: no les importa si nos quedamos sin trabajo, sin vivienda, sin sanidad, sin educación… ni siquiera si morimos por una epidemia o por un accidente laboral. Por si los hechos no tuviesen suficiente dureza, el Consejero los subrayaba. Y con ello se hacía el más fiel y burdo portavoz de ese desprecio que la élite siente hacia la gente y sus sufrimientos. Él, que no había cumplido con su obligación de garantizar la seguridad de la trabajadora, y con ello había abierto las puertas a que se declarase una epidemia, trataba de culpar a la persona que podía morir por haber hecho su trabajo, a pesar de conocer los riesgos.
Los que detraen el dinero destinado a cubrir necesidades esenciales para dárselo a los bancos y para el pago de sus lujos y caprichos, querían tapar las consecuencias de sus recortes y prepotencias responsabilizando a una trabajadora que había arriesgado su vida por curar a un enfermo. El miedo de la población y la indignación empezaban a generar una mezcla explosiva, de la que las movilizaciones no eran sino una muy leve expresión.
Este cambio de política se queda sin embargo todavía esencialmente en el ámbito de las declaraciones: no han sido cesados ni la Ministra ni el Consejero; ni siquiera ha sido derogado el concurso de obras del Carlos III; tampoco hay una política coherente y con los medios precisos para garantizar la seguridad de los profesionales que podrían tener que atender pacientes infectados por el virus del Ébola.
La conclusión parece clara: si ha sido la movilización y la expresión, a través de innumerables medios, de un intenso descontento lo que ha hecho que tanto el gobierno nacional como el autonómico empiecen a cambiar de orientación, es la movilización lo que debe obligarles a tomar las medidas necesarias para proteger a los profesionales y a la población.
Javier Cordón, miembro del Mats.