Carta desde Sierra Leona al valiente Dr. Parra y mensaje para el consejero

Jota Echevarria , médico español experto en ébola desde Sierra Leona se dirige en una carta al Dr. Parra, médico que atendió a Teresa  con unas frases de elogio que se podrían extender a todos los trabajadores de la sanidad madrileña que estamos potencialmente expuestos al contagio: » Es usted un valiente por contarlo y por aceptar voluntariamente la posibilidad de estar infectado, y tiene todo mi respeto y admiración. Muchas personas, incluidos colegas, deberían tener su valor y aceptar errores (si los hubo) para empezar a buscar soluciones (si se necesitan).

Igualmente se dirige al todavía Consejero con unas palabras que se nos antojan suaves para responder a la cascada de barbaridades que ha declarado en las ultimas horas: «Sr. consejero  que está usted fuera, muy fuera, a muchos pueblos de distancia de la realidad. Lo menos que puede hacer es pedir perdón, porque ofende a mis colegas (ignoro si usted lo es) y se permite hacer juicios e ironías jocosas cuando la vida de una (o más) personas está en juego. ¿Va usted a dormir más tranquilo pensando que Teresa mintió y que los trajes de protección (PPE) son solo para listos? Como decía mi admirado Jose Mota, «va usted a la…..»


 

Freetown (Sierra Leona), 9 de octubre de 2014.

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La verdad es no esperaba ni remotamente que la carta que mandé ayer sobre el ébola y las medidas de protección que utilizamos en Sierra leona fuera a tener tanta repercusión, pero en el fondo me alegra la respuesta. Pienso que demuestra el interés por parte de la gente por ver las cosas desde otro punto de vista. He recibido muchos correos y comentarios, muchísimos, en serio, la mayoría de apoyo a la labor que hacemos y agradeciendo que explicara las cosas de otra manera. También hay algunos no tan amistosos acusándome de querer aprovechar la coyuntura para subirme al carro (¿?) y hacer leña del árbol caído. La verdad es que desde siempre respeto a todo el mundo y todas las opiniones. Creo que tengo una mente abierta gracias en parte a los más de 20 años que llevo trabajando en ayuda humanitaria de emergencia en más de 20 países. Conocer tantas culturas y gentes diferentes enriquece y te abre la mente en canal. Mi única intención ayer era explicar lo que aquí, donde está la enfermedad en toda su amplitud, hacemos para luchar y protegernos contra ella.

No entro en política, no juzgo si se debía o no trasladar a los enfermos a España, no sé nada de la historia del perro que ha sido sacrificado, no sé si está bien o mal, no quiero entrar en esas polémicas, lo único que puedo decir es que aquí en Sierra Leona no se sacrifica a los animales de las personas infectadas. Quizás son razones culturales o de economía doméstica. He comentado el tema con compañeros de la OMS (Organización Mundial de la Salud) y me dicen que no hay reglas ni protocolos que obliguen a ello, a no ser que se demuestre que el animal está infectado, pero quizás en España la normativa de Salud Pública obliga a ello.

No pensaba escribir más ni seguir con el tema, pero he leído una carta de mi colega Juan Manuel Parra, el médico que atendió de urgencia a Teresa, y creo que es un valiente de verdad y quiero darle ánimos y mandarle todo mi apoyo.

Cuando he leído tu carta no me podía creer lo que contabas, no daba crédito a tantas «infracciones o descuidos» en las medidas y protocolos estándar de protección y aislamiento. No voy a meterme en el juego de ir uno por uno criticando, intento ser constructivo, aunque algunos piensen que me aprovecho de la situación. Solo te voy a decir lo que hacemos aquí, y voy a adjuntar un diagrama del centro de aislamiento que hemos montado en Bo, la segunda ciudad del país, como ya mencionaba ayer.

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Cualquier unidad sanitaria que esté dedicada a recibir o tratar enfermos de ébola, ya sean sospechosos, probables o confirmados (son las tres categorías que manejamos) dentro o fuera de una estructura sanitaria mayor (por ejemplo, dentro de un hospital), sigue obligatoriamente unas reglas en relación con la infraestructura, el flujo de personas y el personal que trabaja en ella.

Se establecen claramente dos zonas, de bajo y alto riesgo, totalmente aisladas del resto de la estructura sanitaria. En las zonas de alto riesgo, se ingresa a los pacientes en diferentes salas, según son sospechosos, probables o confirmados. Y es donde se realiza la toma de muestras. Las extracciones de sangre para los tests se realizan en la zona de alto riesgo por personal cualificado y debidamente protegido, y son trasladadas al laboratorio bajo estrictas medidas de aislamiento y seguridad, siguiendo protocolos de la OMS y CDC (Centro de Enfermedades Transmisibles de Atlanta).

Todo lo que se utiliza en las zonas de alto riesgo (material médico, trajes de protección, vasijas y recipientes de plástico, etc.) que no pueda ser debidamente lavado y desinfectado (como los pijamas sanitarios que utiliza el personal, las botas de goma, las gafas –googles-, delantales y guantes de caucho, etc.) se destruye en la misma zona de aislamiento: nada, absolutamente nada, sale de la unidad.

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No está permitido el acceso, ni siquiera en la zona de bajo riesgo, si no es personal del mismo o debidamente autorizado. Nadie, absolutamente nadie, entra en la zona de alto riesgo sin llevar correctamente colocado (supervisado por un compañero) el traje de protección (nivel 4) y nadie sale de la zona de alto riesgo sin seguir estrictamente el protocolo y las medidas y reglas (por riguroso orden) que hay que seguir y que son supervisadas por dos técnicos, uno que está continuamente desinfectando con espray de agua clorada y otro que está solo para recordar las reglas y el orden, a todo el mundo, incluso a los que entran todos los días 2 o 3 veces.

Creo, Dr. Parra, por lo que relata en su informe, que muchas de estas normas y protocolos que aquí seguimos no se cumplieron en el centro donde usted trató a la paciente. Es usted un valiente por contarlo y por aceptar voluntariamente la posibilidad de estar infectado, y tiene todo mi respeto y admiración. Muchas personas, incluidos colegas, deberían tener su valor y aceptar errores (si los hubo) para empezar a buscar soluciones (si se necesitan).

Quiero aprovechar este medio para hacer un comentario sobre algo que he leído hoy y que todavía no acabo de creerme. He leído que el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid (no me molesto en poner su nombre) se permite la licencia de hacer un chascarrillo sobre si para colocarse un traje hay que hacer un máster. Discúlpeme usted, caballero, pero ni es gracioso ni oportuno, ni mucho menos ayuda para nada al problema. Es cierto, nosotros, que nos colocamos el traje, no hemos hecho un máster. Porque es verdad, no es necesario. Quizás para ser consejero de Sanidad sí es necesario, pero ya he explicado que no es una cosa sencilla y banal como da a entender, y mucho menos depende de la capacidad de aprendizaje.

Sr. consejero, está usted fuera, muy fuera, a muchos pueblos de distancia de la realidad. Lo menos que puede hacer es pedir perdón, porque ofende a mis colegas (ignoro si usted lo es) y se permite hacer juicios e ironías jocosas cuando la vida de una (o más) personas está en juego. ¿Va usted a dormir más tranquilo pensando que Teresa mintió y que los trajes de protección (PPE) son solo para listos? Como decía mi admirado Jose Mota, «va usted a la…..»

El Huffington Post

Carta previa del mismo médico a la Ministra de Sanidad 

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