Del sindicalismo realmente existente, al sindicalismo que necesitamos

Del sindicalismo realmente existente, al sindicalismo que necesitamos

 

Jesús Jaén  (miembro del Movimiento Asambleario de Trabajadores de la Sanidad)

Desde los inicios del siglo XIX (donde nació una nueva conciencia de clase y las primeras asociaciones obreras) hasta nuestros días; hemos asistido a sucesivos cambios en la organización del movimiento obrero y sindical. El siglo XXI no podía ser una excepción.

La hegemonía ideológica del Neoliberalismo ha centrado el debate en la sociedad sobre si son o no necesarios los sindicatos. A mi entender ésta es una “reflexión” tramposa; orientada a destruir todos los obstáculos a la libre explotación del Capital sobre el trabajador.

Nuestra reflexión es bien distinta. Las organizaciones sindicales siguen siendo tan necesarias como a comienzos del siglo XIX. Si algo no ha cambiado desde la primera Revolución Industrial hasta el Capitalismo Global, es que se trata de un sistema basado en dos grandes premisas: la extracción de plusvalor  y la acumulación ilimitada de Capital.

Este es uno de los innumerables testimonios recogidos por el historiador marxista E.P.Thompson en su obra “The Making of the English Working Class”:

“¿Qué sería de nuestro oficio, si no nos organizásemos? ¡Quizá seríamos tan pobres como vosotros ahora! ¡Mirad a otros oficios! Todos se organizan (si exceptuamos los tejedores de Spitalfields, y en qué miserable condición viven). Mirad los Sastres, Zapateros, Encuadernadores, Laminadores de oro, Impresores, Sastres que confeccionan capas y abrigos, Sombrereros, Tintoreros de piel, Albañiles, Hojalateros, ninguno de estos oficios reúne menos de 30s. (1Libra y 50 Peniques) a la semana, y de esta cifra a cinco Guineas (5 Libras y 25 Peniques) todo lo consigue la Organización, sin ella sus oficios serían tan pobres como el vuestro…”.

El debate por lo tanto no debería ser si las organizaciones de los trabajadores son o no necesarias; sino qué organizaciones se necesitan, cuáles son los modelos sindicales que han entrado en crisis y cuáles son las distintas alternativas que se están proponiendo y llevando a la práctica en estos momentos. 

1.- Causas de la crisis del sindicalismo actual

¿Hay crisis del sindicalismo tradicional o mayoritario en este país? Nuestra opinión es que sí. Se trata de una crisis desigual y que no afecta de la misma manera a todos los sectores, pero negarla es insostenible.

Los compañeros que niegan que exista crisis entre los grandes sindicatos argumentan (la mayoría de la veces) con datos sobre afiliación o participación en las elecciones sindicales. En nuestra opinión, ésta es una visión estática. No tienen en cuenta la realidad con todos sus matices y complejidades. Tampoco estamos diciendo que estos sindicatos hayan dejado de ser mayoritarios entre los trabajadores; lo que afirmamos son otras cuestiones.

La misma palabra “crisis” puede  tomarse desde varios puntos de vista, como punto de inflexión en un proceso de cambios o como elemento negativo de un balance. Para nosotros, en el tema de los sindicatos, ambas cuestiones son ciertas.

Comenzando por el segundo significado, la crisis de las organizaciones sindicales tradicionales, tiene su mayor expresión en el cambio de relación entre los trabajadores y estas organizaciones. La percepción de una gran parte de las clases trabajadoras de este país, es que los sindicatos ya no les representan, que están alejados de sus problemas reales, que se han burocratizado y que responden más a sus intereses corporativos que a los intereses y sufrimientos de una población en situación de emergencia social. ¿Cómo olvidar la foto de Toxo y Méndez con el Gobierno y el Presidente de la gran patronal cuando miles y miles de trabajadores se acercaban a Madrid en las Marchas por la Dignidad? Nada más claro que esas dos fotos de la situación para reflejar lo que durante muchos años ha pasado en este país.

Tampoco hace falta ser un parado de larga duración o un precario estructural para tener ese sentimiento. Algunos que pertenecemos a la sanidad madrileña lo hemos vivido con la Marea Blanca. El papel de los grandes sindicatos (incluidos los profesionales) en el impulso, desarrollo y formación de la Marea Blanca fue irrelevante. Cuando vieron la magnitud de la movilización social y ciudadana, decidieron subirse a un tren en marcha. No es extraño por lo tanto que la Marea Blanca se desarrollara por los cauces de la auto-organización asamblearia organizando las grandes manifestaciones, los encierros o la consulta ciudadana por la sanidad. Así nacieron las plataformas de trabajadores y usuarios, o tomaron protagonismo nuevos sindicatos como AFEM.

Pero no todo es por “culpa” de las políticas de las grandes centrales sindicales. La crisis de los sindicatos tiene su origen también en dos causas de signo muy distinto. Por un lado la contra-revolución económica y social llevada a cabo por el Neoliberalismo durante 35 años, que abrió un ciclo de retrocesos y derrotas modificando la relación de fuerzas establecida en el período del boom económico de la potsguerra, y por otro, los cambios de época que han tenido lugar: las transformaciones de una sociedad fordista a un capitalismo financiarizado, la deslocalización de la gran industria hacia países con mano de obra barata, la emergencia de clases medias asalariadas sin conciencia de clase, la precarización creciente y masiva a nivel mundial, la destrucción ecológica, la incorporación de la mujer al mercado laboral y el aumento exponencial de la pobreza estructural y las desigualdades sociales.

A estos desafíos hay que darles respuesta no solo desde las instituciones políticas, sino también desde los movimientos sociales y sindicales. 

2.- Tres alternativas a la crisis

En líneas generales vamos a distinguir tres grandes propuestas que se están dando, a la crisis del antiguo modelo sindical.

1.- La alternativa neoliberal que se ha basado en la destrucción del Estado de bienestar social, la liquidación de las conquistas y derechos de los trabajadores y del conjunto de la población sea o no asalariada. Su doctrina se resume en anteponer el interés individual al colectivo; pero fundamentalmente, el Neoliberalismo es la respuesta de las clases dominantes a la crisis de hegemonía que se manifestó en el período de ascenso de los movimientos obreros, estudiantiles y de emancipación nacional durante los años 60 y 70 del siglo pasado. La versatilidad de su práctica abarca un abanico tan amplio como el golpe de estado en Chile contra el Presidente Salvador Allende, hasta la política austericida implementada contra el pueblo griego por parte de la Troika.

2.- La alternativa sindical corporativa que ha reaccionado a la ofensiva neoliberal con estrategias basadas en la colaboración y concertación social. Intentan contener la hemorragia social causada  por la gran alianza reaccionaria (clases dominantes, clases medias altas, gobiernos y corporaciones nacionales o supranacionales); mediante políticas de participación y acuerdos en los que los sindicatos no pierdan más relevancia social y, al mismo tiempo, puedan sobrevivir a los “nuevos tiempos” con ayudas del Estado (ya sea a modo de subvenciones, cursos de formación, participación en la gestión pública o privada, Cajas de Ahorro, Eres, etcétera). Esta estrategia que nosotros llamamos “sindical corporativa” ha tenido resultados negativos porque ni ha frenado la ofensiva neoliberal, ni ha detenido la caída libre en la que se han visto abocados los grandes sindicatos de trabajadores.

3.- El sindicalismo alternativo que desde muy diversas formas y maneras tratamos de abrirnos paso (no sin enormes dificultades). Su existencia no es de ahora sino que ha venido desarrollándose a lo largo de los años, ya fuera como prolongación de opciones políticas (CSUT o SU en la Transición), ya como una corriente estatal (CGT); ya como sindicatos de empresa, rama, sector y nacionalidad (COBAS, Sindicato Ferroviario, MATS, Plataforma Sindical de la EMT, LAB, CUT…).

Las señas de identidad de esta propuesta son, tanto la impugnación al sistema como a la subordinación del movimiento a estrategias de concertación social.

Pero el mayor desafío que enfrentamos es la capacidad de metabolización con los nuevos movimientos nacidos al calor de la “onda larga” del 15M. El sindicalismo alternativo estará a la altura de las circunstancias históricas si entiende y actúa en los nuevos sujetos sociales, en sus procesos reales y en sus nuevas formas de lucha y de auto-organización.

Nuevamente nuestra experiencia en la Marea Blanca es ilustrativa. De ella deberíamos extraer tres grandes lecciones: la primera, partimos de una relación de fuerzas tan desfavorable respecto a la alianza neoliberal, que no basta con las fuerzas del mundo del trabajo. Se necesita forjar un nuevo sujeto, un frente entre los profesionales con la ciudadanía (esto es esencial para los trabajadores de los servicios públicos como sanidad, educación, transportes, etcétera).

En segundo lugar, hay que saludar los cambios que el movimiento 15M y las Mareas han introducido. La cultura de la horizontalidad, la democracia desde la base, la auto-organización, la utilización de las redes sociales como un instrumento de contra-poder, todo esto que es percibido por los sindicatos mayoritarios con distancia y no pocos recelos; debe ser una parte de nuestro código genético.

Por último, la Marea Blanca demostró también que la utilización inteligente de todas las vías posibles: la jurídica o la institucional, es lo que dio lugar a los recursos ante la justicia que pusieron patas arriba el proceso privatizador y, finalmente, nos permitieron obtener la primera victoria. Aunque sea inestable y parcial.

Por lo tanto si durante años intentamos aprender de las grandes derrotas, ya va siendo hora de que aprendamos también de nuestras pequeñas victorias.

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