Gracias. En recuerdo de Chato Galante

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Chato murió la madrugada de un día como hoy hace un año.
Había superado, sin apenas problemas, la quimio y la radio por el cáncer de pulmón que le diagnosticaron. Fueron cinco meses de preocupación y de mucho amor, pero el covid entró y, aunque lo peleó, sus maltrechos pulmones no aguantaron.
Enfrentó la muerte consciente, valiente y sereno, como él era, en paz, agradecido a la vida y satisfecho con la mochila con la que partía.
«Me han cuidado bien» me dijo al despedirse.
Gracias al personal sanitario que le cuidasteis en el hospital público «La Paz», a quienes arañasteis unos segundos de vuestro tiempo para darle aliento. Gracias a ese extraordinario médico que con su humanidad le tendió la mano y le acompañó. Gracias Manolo por hacerme llegar sus palabras que guardo en mi corazón como el más preciado de los tesoros.
Gracias a todas y todos por vuestras palabras llenas de cariño y respeto a Chato por su integridad y firmeza, por su pasión y humanidad en su compromiso inquebrantable con todas las causas justas, por nunca agachar la cabeza ante ningún poderoso… y por su sonrisa.
Gracias a Loles, a Paco y a quienes estuvisteis cerquita esos días, familia y amigues. Sin vosotros no habría podido.
¡Tendría que agradeceros a tantas y tantos! Os aseguro que cuando escribo estas líneas os tengo a todas y cada uno presentes, lo sabéis, no hace falta que os nombre.
Gracias porque de mil maneras distintas me hicisteis y me hacéis llegar vuestro cariño y apoyo, porque me habéis hecho vivir el sentido profundo de la amistad, que es lo mejor que se puede tener, y me siento muy afortunada por ello.,
En este año han muerto miles de personas, en ocasiones en circunstancias terribles. Amigas y amigos muy queridos también están de duelo. Y hemos encontrado apoyo mutuo en las palabras de unas y otros pero las circunstancias no nos han permitido abrazarnos y llorar juntos. Pero llegarán los abrazos.
Gracias a mis amigas y amigo Causa Rius que hoy llevarán «un ram de flors vermelles» donde dejamos sus cenizas, en el mar en el que Chato era tan feliz y adonde no he podido ir. Ese mar será testigo de palabras de amor, del agradecimiento de tanta gente por lo que Chato nos ha dejado y del firme compromiso de seguir luchando «cuchara a cuchara» como él hizo y nos enseñó porque, como a él le gustaba decir «aquí no se rinde nadie».
Gracias ¡que hermosa palabra!

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