Los imprescindibles que decía B. Brecht, son los que luchan toda la vida, para dignificar la existencia de la condición humana. Tal vez por eso, la vida les lleva siempre consigo, incluso cuándo un día tan duro y tan triste como el de hoy se nos anuncia la pérdida irreparable que supone su fallecimiento.
En un hermoso poema de Rilke, el unicornio habla de sí mismo y dice:
» Yo soy el animal que no existe» autoafirmándose como un ser fabuloso.
Pienso que Juan Luis es a partir de hoy ese ser fabuloso, que nunca pretendió ser en vida.
Los que le conocimos sabemos que a pesar de su sabiduría, si pecaba de algo era de esa humildad revestida de elegante y discreta sencillez, a pesar de ser capaz de abordar con inteligente clarividencia los temas más diversos y complejos, que ayudaran a superar desigualdades y discriminaciones de todo tipo.
Por esa y otras muchas razones, le veo ahora sonreír como ese ser fabuloso, que cuando en teoría ya no existe, pervive en esas células portadoras de vida, en esos movimientos y organizaciones sociales defensoras de los derechos humanos y de la emancipación de todos los oprimidos por este sistema de finalidades absurdas que es el capitalismo.
Su sonrisa imborrable seguirá en YoSisanidaduniversal acogiendo inmigrantes, en Audita Sanidad para desenmascarar las cuentas que demuestran el desmantelamiento y privatización de la Sanidad Pública, cómo seguirá ondeando su sonrisa como una luminosa bandera, sobre esa barricada, formada por el inquebrantable tesón de las gentes del MATS en defensa del derecho a la salud.
La última vez que le vi, percibí en su eterna sonrisa un velo de tristeza por el estado de salud de su compañera. Siento que haya tenido que sufrir esa experiencia final.
Su imborrable presencia, la de un compañero incansable en su compromiso con la clase trabajadora, la lucha de las mujeres por su emancipación, su esfuerzo permanente para dar derechos a los que llaman «sin papeles» los «sin humanidad»…su ingente actividad cargada de modelos, programas y propuestas en defensa de la sanidad pública y los servicios públicos en su conjunto…su profunda sensibilizacion por el futuro de los jóvenes y las generaciones futuras, su solidario sentir internacionalista…además de su búsqueda de la unidad entre las fuerzas de izquierda y progresistas, y de la que yo aprendí a ser tal vez menos sectario… cómo de su ejemplar vida, uno aprendió sin darse casi cuenta a su lado, de tantas enseñanzas necesarias, para seguir avanzando por el tortuoso camino, que nos permite alcanzar cotas de justicia social a través de la lucha interminable… iluminada por esa antorcha de rebeldía, que no se apaga nunca, aunque a veces su luz vacile ante los embates de los furiosas tempestades que desata el poder a través de la historia … Pero esa luz no cesa ni en tiempos de penumbra, como la muerte no borra esa sonrisa que ya echaban de menos sus pacientes desde su jubilación, los vecinos de vallekas, los residentes que fueron dejando tan bellos testimonios de su experiencia docente a su lado cómo Médico de familia, así cómo los activistas y luchadores de tantas organizaciones con los que compartió tantas batallas…y por supuesto de sus compas del MATS…ese movimiento asambleario de trabajadores/as de la Sanidad madrileña qué el ayudo a nacer y a dar los primeros pasos, estando siempre dispuesto a facilitar su implantación y crecimiento, para defender la salud de tod@s.
Hay vidas que dan sentido a la existencia.
Y aunque hoy me pueda la tristeza, sonrío feliz por haber conocido a personas como Juan Luis…pues aunque digamos que nadie es imprescindible, salvo la lucha consciente y transformadora de todos…hay personas que sin quererlo lideran, porque con valentía exploran, aprenden y sobre todo enseñan… cómo ser ese sujeto colectivo que irá dejando atrás lo que ensombrece nuestra aventura evolutiva…para poder alcanzar con los destellos de la lucha de cada día…el luminoso umbral de la más bella utopía…
Espero que cuando una generación de seres humanos por fin libres, lo cruce…que sonrían como Juan Luis Ruiz-Giménez y tantos y tantas luchadores/as lo hicieron antes, ilusionados por hacer posible un mundo mejor a traves de las luchas necesarias de cada época…para dibujar en sus rostros…esa eterna sonrisa que viajó en la memoria…de los que siempre confiaron en lo mejor de la condición humana…para alcanzar un final feliz que de a luz una nueva historia.
Hasta siempre compañero…nos veremos de nuevo sonriendo… cuando toda forma de poder haya sucumbido ante la bella presencia de seres humanos hermanados y libres, como respetuosos con la Madre Naturaleza.
Un fuerte abrazo compa.
Daniel Simón