Entrevista a En Contingencia (CNT) Inés Molina Agudo y Sergio Vega Jiménez
La experiencia del trabajo, en las actuales condiciones del Estado español, deviene un ámbito de la mayor importancia para pensar la transformación social, así como los límites que se presentan hoy a las luchas. Después de una durísima reforma laboral que ha minado las coberturas sociales y las posibilidades de organización, consolidando la tendencia bicéfala, modernizadora y menrcantilizadora, de un Estado que se incorporó tardíamente a la Unión Europea, el paisaje que ha quedado en el ámbito laboral no es nada halagüeño. En los márgenes de las preocupaciones que copan la política y el espacio mediático han quedado relegadas experiencias de lucha que no han sido lo suficientemente consideradas, pero que gradualmente comienzan a emerger en el paisaje de la conflictividad social, como es el caso de las huelgas de Amazon. Se trata de la culminación de una trayectoria que venían marcando experiencias previas de movilización y organización al margen de los sindicatos mayoritarios como las Kellys, los trabajadores de Panrico o Riders x Derechos. La precariedad continúa, y los intentos por organizarse frente a los ataques al mundo del trabajo también.
Entre estas historias de conflicto y organización, este artículo busca visibilizar la trayectoria del colectivo y sección sindical En Contingencia, que llevó a cabo una serie de intervenciones en la empresa Línea Directa Asistencia, concluidas a finales de marzo de este año. Esta entrevista se ofrece como un intercambio del que extraer conclusiones y aprendizaje, como un ejemplo devastador de las nuevas formas de intervención disciplinaria en el trabajo, del recurso del feliz discurso gerencial y de las nuevas herramientas de combate de las trabajadoras. Pero, sobre todo, este texto se plantea como un altavoz para la lucha que esta sección sostiene en la empresa, ante el juicio que afrontará el próximo 27 de septiembre por despido improcedente a varias de sus integrantes.
¿Cuáles son las condiciones laborales que predominan en Línea Directa Asistencia? ¿La empresa hace contratos fijos o temporales? ¿Cómo influye esto en la posibilidad de organización política?
La contratación es, mayoritariamente, a través de empresas de trabajo temporal por un período de tres o seis meses y que, según finaliza, se renueva (o no) con otro contrato temporal hasta que, finalmente, la propia empresa determina la relación de forma indefinida. Todos estos contratos temporales están celebrados en fraude de ley porque encubren necesidades fijas de contratación y sus características, entre otras cosas, dificultan que nos impliquemos más en la mejora de un lugar en el que no sabemos si vamos a estar por mucho tiempo y en el que estamos constantemente en periodo de prueba. En la misma empresa, e incluso en mismos departamentos, hay trabajadorxs regidxs por convenios, empresas, localizaciones, turnos, horarios, categorías, sueldos diferentes y, por tanto, afectados por problemáticas con complejidades distintas. En concreto, en el call center, no se pagan todos los idiomas que utilizamos, no están reguladas las categorías profesionales, se retiran condiciones adquiridas como penalización a la no consecución de ciertos objetivos, se nos aplica un convenio que poco tiene que ver con nuestra actividad y que nos impide unirnos a las luchas de nuestro sector. Todas estas medidas, incluida la gestión por la amenaza, fomentan el aislamiento y, por tanto, la no respuesta obrera a la represión empresarial.
El call center, además, se muestra como uno de los trabajos paradigmáticos del posfordismo, altamente feminizado, marcado por la temporalidad. Además, su actividad se desarrolla en un espacio de trabajo “parcelado”. ¿Hasta qué punto es esto un obstáculo para la coordinación de las demandas o protestas? ¿Tiene lugar algún tipo de comunicación o rivalidad en el trabajo? ¿Se comunican y comparten los malestares?
Las nuevas formas de organización del trabajo y nuestra relación con él se basan en la precariedad laboral, esa es ya nuestra normalidad. La reforma del Estatuto de los Trabajadores de 1984 trajo contratos a tiempo parcial, contratos de formación y de duración determinada y con la reforma de 1994 aparecen las ETT’s, empresas que se benefician del trabajo ajeno y con unas condiciones laborales más que indignas. La eventualidad y unas retribuciones que no se ajustan a las necesidades reales establecen la cultura general del miedo; miedo a no poder pagar lo básico, a perder el puesto de trabajo, a sentirse excluido. Esta precariedad invade todos los ámbitos de nuestra vida y es construida por los grandes centros de poder a través de la mentira, de la invisibilización de los excluidos y de la represión a cualquier respuesta individual. El call center es un espacio tremendamente jerarquizado en el que estamos relegadas a un trabajo completamente mecánico, a destajo, en el que únicamente se exige productividad bajo un control, evaluación y amenaza constante mediante sistemas de motivación que activan nuestra inteligencia a base de gratificaciones y reconocimientos. Estos procedimientos, además de crear rivalidades entre nosotrxs, impiden el pensamiento y, al mismo tiempo, la ausencia de este desencadena la tolerancia a la mentira, a la injusticia, al sufrimiento infligidos al otro y sumisión. Los malestares se comparten confidencialmente porque a la empresa no le gustan las actitudes negativas por considerarlas falta de disposición y adaptación del trabajador y lo castiga con el acoso, la exclusión y el despido. Línea Directa Asistencia presume e insiste por diferentes medios dentro del entorno laboral de los valores que nos han de regir como parte de la compañía, los llaman Vitaminas y, uno de ellos, dice así: “DiviérteT es pasión, optimismo y compañerismo. Participa, disfruta de tu trabajo y comparte tu buen humor”.
¿Qué es En Contingencia y como empezó? ¿Cuál fue el elemento disparador?
En Contingencia es la Sección Sindical de CNT en la empresa Línea Directa Asistencia pero es, también, la voz de alarma a la que respondemos en la oficina con la toma de datos en papel cuando el sistema informático cae. En Contingencia es ese espacio de emergencia abierto a la acción libre que responde a las situaciones de nuestra vida cotidiana. El elemento disparador es una experiencia problemática y empezó dos años antes de la constitución de la Sección, documentando ese conflicto para poder entenderlo, y para luego hacer de él el verdadero problema que haría, de aquello que nos mata, una nueva posibilidad.
Dicha Sección Sindical es la única y primera representación sindical en una empresa de 230 trabajadores y de más de 10 años de antigüedad. ¿Cómo fueron los inicios y qué reacciones encontrasteis tanto de parte de la empresa como de las compañeras?
La empresa recibió la noticia vía burofax, una notificación sellada por el sindicato les explicaba la conformidad alcanzada por este para la constitución de dicha Sección y se les facilitaba mi nombre como afiliada y representante de CNT dentro de la empresa. En los días siguientes, despidieron de manera improcedente a todas las personas de mi entorno más cercano e informaron al resto de lo inadecuado de mostrar proximidad conmigo (quien no lo hizo así, fue despedido), me sometieron a trabajos que no sabía realizar por falta de formación y a controles exhaustivos diarios en los que se me informaba pormenorizadamente de mis fallos. Me redujeron el sueldo. Contrataron un nuevo supervisor para mi franja horaria laboral que me vigilaba y cuestionaba constantemente, que me gritaba, ridiculizaba y saturaba con llamadas direccionadas a mi teléfono sin respetar descansos o tiempos administrativos y que terminó por agredirme provocando, de este modo, mi baja médica. Retiraban la propaganda sindical, destrozaban los materiales del interior de nuestras taquillas, nos difamaban e infravaloraban. De este modo han provocado mi despido, así como el de mi compañero de la Sección, y el 27 de septiembre de 2018 tenemos el juicio por la readmisión. Las compañeras por lo general se alejaron, consultaban o mostraban su apoyo a escondidas pero lo interesante es que todas nos vimos afectadas y obligadas a tomar posición, a reflexionar acerca del miedo y a adoptar el gesto público que supone la aceptación de una responsabilidad ante los demás.
Una de las denuncias de la Sección es la aplicación del llamado Plan de Incentivos en Línea Directa que, como indicáis en uno de los textos colgados en vuestra página, “genera competitividad, frustración, en definitiva: sufrimiento”. ¿En qué consiste? ¿Qué situaciones genera?
El Plan de Incentivos, o de Motivación, es un proyecto de evaluación continua, progresivamente exigente, de la ocupación del trabajador en base a la cual se premia económicamente o no en función de los resultados. El objetivo es, por supuesto, alcanzar una mayor productividad con menos trabajadorxs, porque los que ya están, se van a matar por llegar a esos incentivos con los que ya cuentan y a los que, si no llegan, han de acercarse si no quieren ser despedidos. Se evalúa todo: el tiempo operativo, el de descanso, el tiempo en cada llamada saliente y entrante, el número de llamadas entrantes, el número de llamadas salientes, el tiempo en contestar la llamada, el tiempo administrativo, el número de transferencias, el tiempo de música utilizado en las llamadas para labores administrativas, las llamadas cortas, la productividad, la puntuación de los clientes, etc. Y el Plan de Incentivos de los supervisores depende de los resultados de los tramitadores que tienen a su cargo. Según estos resultados, el trabajador va obteniendo tarjetas verdes, amarillas o rojas que son recompensas o sanciones económicas. En otro tiempo utilizaron la simbología del baloncesto, entonces éramos pívot, alero, escolta o base. Christophe Dejours explica detenidamente en Trabajo y sufrimiento (2009) que la evaluación continua produce competitividad generalizada entre los trabajadores, acentúa la presencia del miedo en las relaciones laborales, fragiliza las solidaridades laborales, imposibilita la acción colectiva, aumenta la presión productiva y hace al sujeto más vulnerable al acoso y a las patologías de sobrecarga laboral.
Después de veinte años declarando la muerte de la clase trabajadora, hablar de sindicalismo parece algo pasado de moda. Sin embargo, experiencias como las de Panrico o las Kellys demuestran que la auto-organización en el espacio de trabajo sigue teniendo mucha fuerza. ¿Qué valoración hacéis vosotras? ¿Podemos hablar de un “nuevo sindicalismo” frente al sindicalismo mayoritario, basado en la burocracia y la gestión administrativa de la explotación?
Gracias al desprestigio de los grandes sindicatos (CCOO y UGT) están surgiendo nuevas formas de organizarse y creemos que esto es positivo porque supone una vuelta a la lucha autónoma, a la autogestión, a la solidaridad, al apoyo mutuo y a la acción directa que son los principios básicos del anarcosindicalismo. Pero no creemos que las luchas protagonizadas por los propios trabajadores sean algo nuevo, en el siglo XIX, antes de la creación de los sindicatos, ya existían modelos de asociación gremial y las luchas autónomas de la década de los 60 y 70 son un ejemplo de cómo se inventaron formas de resistencia igualitarias y anti-jerárquicas, conocerlas y pensarlas hoy nos hace poder resistir en el presente.
Las intervenciones visuales de En Contingencia nos recuerdan también la importancia de la imaginación a la hora de hacer acción directa, algo que conoce bien el movimiento obrero español en su historia reciente. Recordamos, por ejemplo, la experiencia de Firestone Bizkaia en 1977, cuando los obreros acuden al banco que ha intervenido la empresa para abrir cuentas masivamente e ingresar la calderilla que tenían en sus bolsillos, colapsando así la actividad en su sede central. ¿Qué papel creéis que juega la imaginación en la acción directa? ¿Podemos hablar de una imaginación directa?
La creación que emerge en torno a las revoluciones, como en mayo del 68, la Comuna de París, etc., es el resultado de imaginar un mundo diferente, pero fue la Revolución Industrial la que transformó el concepto del arte, de una exaltación del poder a un proyecto de subversión total. La acción directa necesita imaginar los actos que superen la realidad, es la transformación real de la propia experiencia vivida sin normas establecidas, el recurso espontáneo de los oprimidos. La acción directa es el único espacio de libertad posible y, por tanto, de auténtica creatividad en tanto que supone una acción no mediada y una concepción de uno mismo capaz de tomar las riendas de su vida en todas sus dimensiones. Es el genio anarquista, que diría Reszler, que crea a despecho de todos los intelectualismos de Estado, de toda forma y de toda norma. Eso entendemos nosotrxs por arte: la acción o imaginación directa.
En algunas de vuestras intervenciones comentáis cómo decidisteis introducir la cámara en el espacio de mayor conflictividad de vuestra vida: el trabajo. ¿En qué medida constituye eso una innovación en la lucha sindical y cómo fue percibida en comparación con los métodos más tradicionales?
Entendemos la fotografía como una herramienta de construcción personal y tomar fotografías cada día durante los dos años previos a la constitución de la Sección Sindical fue lo que nos ayudó a entender nuestro malestar, a vernos a nosotras mismas en nuestras compañeras y lo que nos ha servido luego, introduciendo esas imágenes en forma de octavillas dentro de la empresa, para contárselo a ellas mismas. No creemos que esta autorrepresentación sea nueva, en Inglaterra las Hackney Flashers ya lo hicieron en 1975; y mucho antes, en el año 1926, la revista AIZ lanzó una convocatoria en la que se animaba al proletariado a documentar fotográficamente su vida cotidiana y las condiciones objetivas del trabajo industrial. Se crearon grupos de trabajo de fotógrafos obreros en Hamburgo, Berlín, Leipzig, Dresde, Stugart, etc. Ese mismo verano se constituyó la VdAFD (Asociación Alemana de Fotógrafos Obreros) y apareció su órgano de expresión, la revista Der Arbeiter-Fotograf. Fue una exaltación de clase que se extendió por todo el mundo, el auge del ojo proletario frente al humanismo burgués. En nuestro caso, esta práctica ha sido percibida como una innovación y eso ha traído reacciones mejores y peores aunque lo interesante es que nos ha hecho reflexionar a todxs sobre la utilidad de la fotografía y a entender el nivel de adoctrinamiento y subordinación al que nos somete la imagen corporativa.
Es muy interesante, en vuestras intervenciones, la forma en que habéis subvertido la propaganda ideológica de la empresa -como en el caso de la agenda, por ejemplo- y utilizado el material que emana de los propios conflictos laborales (cartas de despido, circulares, etcétera). Cuestionan el discurso corporativo y atacan la representación capitalista que incide y ficciona la realidad. ¿Cómo se os ocurrió y por qué?
El día que tras la constitución de la Sección Sindical destituyeron de forma improcedente a nuestrxs compañerxs llenamos la oficina con las fotos tomadas de ellxs allí sobre sus propios despidos y nos pareció que era una forma de traerlxs de vuelta, de exponer la verdad que nadie parecía querer ver, de poner de manifiesto el abuso de poder que la empresa intenta siempre invisibilizar. Nos dimos cuenta de que, una vez creada la Sección, teníamos a nuestra disposición la herramienta de la propaganda con la que cuestionar el único mensaje existente hasta entonces en la empresa. Entendimos que el discurso corporativo puede incorporar nuevas imágenes y contener contradicciones y teníamos documentación de sobra para hacerlo. Venimos del estudio de la imagen y sabemos de la importancia que esta tiene en nuestras vidas. Un trozo de papel es un espacio de reflexión, agitación y resistencia y esto lo aprendimos de colectivos actuales como El Pressentiment, Democracia, Mujeres Públicas, Sección Madrid u otros tantos de los años 70; de textos como los de Industrias Mikuerpo o el que firma el colectivo Desface, Contra el arte y el artista, publicado por La Neurosis; y de la utilidad artística de la imagen y el documento, de trabajos como el de thecolorsmountain.org. La propaganda ha sido una de las aplicaciones básicas e históricas de la estética anarquista y, citando a Lucy Lippard, el arte debe ser propaganda contra la propaganda.
Comprendéis la propaganda como un espacio de pensamiento y de resistencia, un espacio de respuesta a la hegemonía ideológica del neoliberalismo. ¿Qué efecto ha tenido vuestra actividad propagandística entre las compañeras? ¿Cómo era percibido por ellas el discurso corporativo, tan descarada y cínicamente feliz?
El efecto ha sido la reflexión y la toma de conciencia de donde estábamos y cómo, la solidaridad y el apoyo mutuo pero también el enfado de aquellxs que, viéndose inmovilizados por el miedo, protegen a quien creen que les da de comer. El discurso corporativo o esos boletines de autoelogio dirigidos al trabajador están basados en la distorsión comunicativa y en la negación de lo real del trabajo y se percibe como tal pero, de este modo, el trabajador consigue la información, no del estado real de la empresa, sino de la mentira y de la cultura de empresa, de lo que le conviene decir en público y cómo y de lo que le conviene callar, silenciar y hacer desaparecer. Estos documentos marcan el eje del conformismo en relación con la evolución del espíritu de la empresa. Y el trabajador, constantemente amenazado por el despido, colabora con esa mentira de las formas más crueles, se hace cómplice y elimina el sufrimiento porque aunque sea deplorable es un mal necesario e inevitable.
A la luz de esto, podemos confirmar que las condiciones de precariedad y flexibilización laboral impiden una organización política estable en una empresa. En función de tu experiencia: ¿qué nuevas formas de organización laboral son posibles en un entorno tan líquido como este? La actividad político-comunicativa que desarrolláis, con un fuerte impacto visual y político, pero que no renuncia al formato más tradicional de octavillas o circulares (más apropiadas, puede ser, para entornos de estabilidad laboral, es decir, vinculadas a ciertos órganos asamblearios), ¿puede ser útil para una coyuntura de constante provisionalidad?
Creemos necesaria la acción colectiva, la organización en sindicatos combativos, en la recuperación de la conciencia de clase y en la formación del trabajador en sus propios derechos laborales pero, en cualquier caso, la contingencia también debe albergar lo que no ha tenido lugar aún, dice Marina Garcés. La propaganda en las calles y en nuestros trabajos es fundamental siempre para aportar nuevos discursos frente al que nos imponen, es imprescindible para romper el silencio, la impotencia y la idea de la imposibilidad de concebir existir en otro mundo. El trabajo es la dictadura, decía uno de los carteles de Sección Madrid, es realmente una extorsión y es que no hay nada igualitario en los contratos laborales que firmamos cuando una de las partes tiene todo el poder. El trabajo asalariado es el robo de nuestras vidas, la alienación mortal de nuestra existencia, el lugar en el que nos pasamos el día realizando tareas que no hemos elegido por supervivencia y su principal propósito es reproducir el orden actual existente. El problema de la supervivencia es que nos hace olvidar qué es vivir realmente y cuáles son nuestras aspiraciones para reducirlas a aquello que podemos comprar y la base real de toda dominación es la servidumbre voluntaria. Debemos rechazar la sumisión, reapropiarnos de nuestras vidas, aquí y ahora, entrar en conflicto, destruir el trabajo. Hay que poder más.
21/09/2018