Veinte grandes dependientes para una sola auxiliar: colapso en las residencias de Madrid

Enfermeras, auxiliares y familias de residentes denuncian la situación crítica de centros de mayores en los que hay noches en que 4 personas quedan al cargo de 280 internos.

Hace algo más de un año una mujer falleció en la residencia de Arganda por las heridas de quedar atrapada entre las barras de protección de su cama. Fue una noche en la que sólo un enfermero era responsable de más de 340 internos, en su mayoría dependientes, junto a una decena de auxiliares. El propio trabajador y los sindicatos de la plantilla denunciaron que aquello no fue algo puntual.

Un verano más tarde, la Comunidad de Madrid se congratula por los certificados de calidad que “acreditan la buena gestión” de 45 de sus centros para mayores el mismo día que este medio concluye una ronda de conversaciones con familiares, trabajadores y sindicatos de las residencias de ancianos y dependientes de la región. No ha habido respuesta de la Consejería de Asuntos Sociales tras dos semanas de intentos.

Las situaciones que denuncian son las mismas, si no peores: personas que pasan todo el verano en centros sin aire acondicionado ni ventiladores. Familiares que encuentran a sus mayores “bañados literalmente en mierda” bien entrada la mañana. Ancianos totalmente dependientes a los que nadie cambia de postura en horas y horas.

“El principal problema es la falta tan salvaje de personal: nos exigen un ritmo frenético con ellos, inhumano. Te toca dar desayunos, asear o dar medicamentos y hacerle absolutamente de todo a un grupo enorme de internos”, denuncia Elena Romero, auxiliar de la residencia pública de Alcorcón y miembro del sindicato MATS. Está de baja por estrés laboral.

“Según el consejero salimos a un auxiliar por cada dos residentes, ¡pero si hay días que tenemos 20 personas totalmente dependientes para una sola auxiliar!”. Explica que la Comunidad de Madrid calcula la ratio de personal sobre toda la plantilla (incluyendo trabajadores de limpieza, cocinas, mantenimiento, administración, etc.). La realidad, según han comprobado en la Plataforma de familiares de la residencia de mayores de Alcorcón, es que “en el turno de noche ha habido cuatro auxiliares y un enfermero para 218 internos que pernoctan”.

El estado de los mayores

Lo explica Luis de Miguel, familiar y portavoz de esta asociación fundada no sólo para denunciar, sino para ayudarse mutuamente a cuidar de los mayores: “Es como una gran familia, comenzó con el boca a boca y nos dimos cuenta que a todos nos pasaba lo mismo y a todos nos decían que era transitorio. Y no lo es”.

“Hace un mes una mujer vino a ver a su madre a las 11 de la mañana y se la encontró todavía envuelta en mierda, literalmente, porque aunque la enfermera la vio, era más urgente dar medicaciones. ¿Pero dos horas así con las horas que ya llevaría? ¿No hay nadie que lo haga? Estas personas no se mueven y tienen escaras, eso se infecta”, denuncia. “También volvió a pasar hace poco que a una señora le dieron la medicación de otra persona”.

Esta agrupación de familiares denuncia constantes “picos” de situaciones límite: “A mejor no hemos ido. Nos hacen caso a veces porque saben que lo vamos a publicar y no les interesa. Y aprietan más al personal e intentan ocultarlo. Si hay una avería y no hay agua caliente para ducharles, eso se omite, no lo cuentan. Pero esto no ha mejorado”.

Luis de Miguel explica que el pasado verano los familiares llegaron a llamar a la policía porque no se podía soportar el calor en las habitaciones. Pero aún no ha apretado del todo y tampoco en otros centros hay respuestas: “Hace poco entré en la habitación de mi madre a las diez y media de la mañana y el termómetro marcaba casi 30 grados”, denuncia Carmen Botí, miembro de la Plataforma por la Dignidad de los Mayores en las Residencias (Pladigmare) y cuya madre es usuaria de la residencia de Peñuelas. Nos envía la foto:

Critica que en verano el gran problema es el aire acondicionado: solo hay en el comedor y en una sala común, pero se ha estropeado “y a saber cuándo se arreglará”. No existe en las habitaciones ni pasillos. “Hay dentro muchas personas con la capacidad intelectual perdida que ni siquiera pueden decir que están cociéndose”, expresa Carmen.

Desde Alcorcón denuncian la “celeridad” obligada con que deben sacar adelante el trabajo los auxiliares: “Corriendo, acelerados. En el comedor no hay nadie vigilándoles, o hay una persona dando pastillas en una punta mientras en la otra alguno se levanta y se cae, si no se va uno para el pasillo… Esto conlleva fallos en la medicación, caídas que no sabemos cómo se dan, mayores que necesitan ir al baño o beber agua y no hay nadie para ayudarles”.

Más del 90% de la plantilla con lesiones y búsqueda de sustitutos por Whatsapp

“Yo, sinceramente, veo pocas bajas para la cantidad de trabajo, porque la gente resiste, trabaja con coderas, con muñequeras, con faja todo el mundo. El 95% de las compañeras en mi residencia tenían dolencias por el trabajo: epicondinitis, el túnel carpiano,…”, lamenta la auxiliar Elena Romero.

Explica que cada vez hay más bajas “porque es insoportable” y en verano se suma el problema de cubrir las vacaciones. “Es que estamos a menos de mínimos”, subraya, apuntado que habría que duplicar la actual plantilla de auxiliares sólo para cumplir con un ratio legal. “No encuentran suplentes porque la gente no quiere venir, es lo más normal del mundo”.

Así lo constataba recientemente el sindicato de enfermería Satse, denunciando que la Consejería busca personal a la desesperada para cubrir bajas y vacaciones porque la bolsa de trabajo de las residencias de Agencia Madrileña de Atención Social (AMAS) ya no queda nadie. “Esto es un búscate la vida y al primero que encuentres dile que venga”, denuncia Recesvinto Valiente, portavoz de Satse en residencias.

Corrobora que no hay personal porque”el profesional que pueda ir a salud va a salud, porque tienen mejores condiciones laborales, pueden desarrollarse profesionalmente, nosotros estamos atrapados en el AMAS sin más posibilidad que trasladarnos de una residencia a otra y con la carga asistencial que hay”. Satse calcula que el 20% de la plantilla total de enfermeros del AMAS (entre 60 y 70 plazas) está actualmente sin cubrir por excedencias, jubilaciones, renuncias o bajas.

Valiente explica que trabajan con un convenio que debería haberse renovado hace 13 años y exigen la equiparación de condiciones salariales y de carga de trabajo con el resto de enfermeros de la región. “Están aumentando mucho las denuncias por parte de los trabajadores porque ya no pueden más, porque se ven sobrepasados, y no obtienen respuesta. Lo único que queda es denunciarlo a la opinión pública. Al menos que se conozca la situación. Todo problema que se queda en el cajón y no se ve y no huele, no se toca. Pero el problema está”.

La auxiliar de MATS denuncia además represalias a sus compañeras: “Como se han quejado, se les están quitando días libres y fines de semana a las compañeras, cuando hay gente a la que le deben hasta dos meses en días libres”. Explica que estos cambios pueden hacerse por una necesidad del servicio, puntual. “Pero esto es una forma de cubrir una situación de todo el año, estructural, y te obligan a ello. La gente está resignada”.

Modelo de residencias caduco

Aunque todas estas voces confían en que haya luz en la ley de residencias llevada a la Asamblea por Podemos, recuerdan el problema de fondo: la población de la residencias que antes era mayoritariamente autónoma está hoy nutrida en su mayoría por personas dependientes. “La mayor esperanza de vida lleva consigo un aumento de las necesidades en la ayuda, el problema es que esa población ha aumentado desde 2004-2007 que es nuestro último convenio”, destaca Valiente.

“Entendemos que esto no debe ser un hospital, pero aquí hay enfermos de parkinson o alzheimer que necesitan atención sanitaria todo el día, y aquí solo ha médicos de lunes a viernes y hasta las 19:00 o antes”, se queja Luis de Miguel alertando de muchos traslados a urgencias de mayores que se podrían tratar en la propia residencia sin tanto perjuicio para los mayores.

Como expresa Carmen Rubí, de Pladigmare, «necesitamos que las residencias cambien la forma en que están concebidas, un cambio prácticamente de arriba abajo, de concepto y de forma de funcionamiento y de atención, de ratios y de medios”.

Fuente: El Boletín

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