Durante las últimas semanas, ambos colectivos han impulsado una serie de movilizaciones históricas. El epicentro de las protestas está en Bilbao y la Margen Izquierda de Bizkaia, antiguos focos de lucha obrera y social. Sus protagonistas dicen que nada es casual
Es la hora del reencuentro. Después de muchos años, Carlos Ruiz, antes obrero y ahora jubilado, ha vuelto a saludar a los viejos compañeros de batallas. Juntos pelearon por los convenios de empresa. Juntos hicieron frente a las reformas laborales. Y juntos, otra vez, intentarán librar una última pelea: conseguir unas pensiones dignas. A Karmele Ozaita, feminista y militante social, le acaba de ocurrir algo parecido: en las últimas semanas ha comprobado que la lucha por los derechos de las mujeres tiene cada vez más compañeras de su lado. Karmele y Carlos viven y pelean en Bizkaia, un territorio que acogió reivindicaciones diversas y que hoy, en época de recortes, vuelve a mostrar su lado más combativo.
“Hombre, siempre nos vemos en las mismas. A ver si un día nos encontramos en una comida”, es una de las frases que Ruiz más ha escuchado durante las últimas semanas en las calles de Bilbao. No en vano, la “marea pensionista” ha logrado sacar a la calle a miles de antiguos obreros vascos que conocieron de primera mano las peleas por sus condiciones laborales, ya fuese bajo la bota del franquismo o en la era de los no menos temibles “grises”, aquellos policías que incluso llegaron a utilizar fuego real contra los manifestantes. Uno de los casos más sangrientos se registró en marzo de 1976 en Vitoria, donde la represión policial dejó cinco muertos y más de cien heridos.
Aquellas y aquellos que conocieron las balas y los porrazos de la Policía han vuelto a tener un motivo por el que luchar. A pesar de la lluvia y del frío, miles y miles de jubiladas y jubilados se han reencontrado durante las últimas semanas en las multitudinarias movilizaciones celebradas en distintos puntos de Euskadi contra el mísero aumento de las pensiones decretado por el gobierno de Rajoy. Ha sido aquí, en suelo vasco, donde se han registrado los actos más numerosos de todo el Estado. La Bizkaia que en los ochenta marcó la lucha obrera hoy es el foco principal de la guerra por las pensiones.
“El actual movimiento de pensionistas que se está desarrollando en Euskadi, concretamente en Bizkaia, tiene similitudes con las luchas del movimiento obrero vasco en los años 70, sobre todo en la Margen Izquierda de la Ría de Bilbao”, comentó a Público el sociólogo Luis Alejos, quien además forma parte de la asociación Personas Jubiladas de Bizkaia (PJB). A su juicio, coinciden tanto “el modelo organizativo, a través de coordinadoras o plataformas, como el espacio físico donde se desarrollan las protestas, que no es otro que las plazas de los pueblos”. También observa similitudes en la “forma de participación” (concentraciones en la vía pública), y sobre todo, en los protagonistas de ambas épocas, quienes pertenecen a una “misma generación”.
En esa línea, el sociólogo afirmó que “las movilizaciones de pensionistas cuajan cuando adoptan las características y métodos de actuación de los movimientos sociales”, algo que, a su juicio, “los sindicatos venían intentándolo sin éxito”. En tal sentido, Alejos apuntó otro aspecto que también quedó demostrado durante las últimas semanas en las calles de Euskadi: “esa reactivación de las luchas populares se aprecia tanto en las acciones de los pensionistas como en el auge del feminismo el 8M”.
En efecto, las protestas por los derechos de las mujeres también han marcado la agenda de Euskadi durante las últimas semanas. El momento clave fue el 8 de marzo, cuando decenas de miles de mujeres tomaron parte en las distintas movilizaciones convocadas a lo largo y ancho del territorio por el movimiento feminista. Ese día hubo imágenes que recorrieron el mundo, como la ofrecida por una marea gigante de mujeres fuera del ayuntamiento de Bilbao.
Tras el éxito del 8M, el Movimiento Feminista de Euskal Herria se sumó también a las movilizaciones por unas pensiones dignas. En un documento dado a conocer en vísperas de la protestas del pasado sábado, Emakumeok Planto (la plataforma que organizó la huelga feminista en suelo vasco) recordó que “las reformas del sistema público de pensiones de los últimos años han ido generando una situación cada vez más precaria a las personas pensionistas”.
En el caso de las mujeres que cobran pensiones, “esta precarización aún es más contundente”, destacaron. “Debido a que están condenadas a la pobreza, a consecuencia de las situaciones de discriminación a las que han sido sometidas durante el transcurso de sus vidas. La imposibilidad de acceder al mercado laboral, o de no haber accedido a éste en igualdad de condiciones, ha condicionado totalmente las prestaciones que hoy perciben”, subrayaron.
Hay una lacra que une a feministas y
pensionistas de Euskadi: la precariedad
La feminista Karmele Ozaita, quien ejerce habitualmente como portavoz de la plataforma Argitan, comparte plenamente esa lectura. A su juicio, hay un concepto –o una lacra- que une a feministas y pensionistas de Euskadi: la precariedad, ya sea entre las que trabajan o entre las que están jubiladas. También remarcó que en las últimas movilizaciones ha visto a muchas mujeres mayores que “hasta ahora no habían participado en este tipo de actos”. Por ello, cree que se está produciendo un “efecto contagio”.
Tampoco cree que sea casualidad que estas luchas hayan cobrado especial relevancia en Bizkaia. “Somos consecuencia de unas generaciones y de un pasado movilizador. La vinculación con el pasado y con la tradición de lucha que tiene Euskal Herria es evidente”, señaló a Público.
“Cultura de movilización”
El veterano militante obrero Jon Fano, quien actualmente participa en la coordinadora de Bizkaia como integrante del colectivo Pentsionistak Martxan, tomó parte en aquellas históricas movilizaciones de los años setenta y ochenta. “La cultura de movilización obrera que hubo en aquellos años impregnó al grueso de trabajadoras y trabajadores, y buena parte de ellos son los que hoy engrosan las movilizaciones no solo en Bilbao, sino en toda la Margen Izquierda y buena parte de los pueblos de Bizkaia”, afirmó.
Esta realidad se palpa en las reuniones habituales de la coordinadora de asociaciones de pensionistas que ha organizado las distintas movilizaciones realizadas durante las últimas semanas en Bilbao: entre los asistentes a sus reuniones hay varias personas que en los años de lucha obrera estuvieron a pie de calle y que hoy, con las pensiones de miseria sobre la mesa, vuelven a reivindicar sus derechos.
“Hay algo muy claro: el capitalismo no nos ofrece ningún futuro digno”, apuntó uno de sus participantes, el Carlos Ruiz. Cuando tenía 17 años vivió la mítica huelga de Bandas, una protesta obrera que comenzó en noviembre de 1966 y se extendió durante nada más y nada menos que 163 días. “Después viví todas las huelgas por los convenios o por la desaparición de Altos Hornos”, rememora. Ahora le toca volver a pelear. Será la última batalla.
Fuente: Público