Bolsas de sangre

¿De dónde sacan la sangre los hospitales privados?

Javier, nos escribe el siguiente texto: «Hola; soy socio del diario desde hace tiempo y soy donante de sangre desde hace bastantes años; hoy tengo cita para mi primera donación por aféresis, hasta ahora eran donaciones «estándar», y me ha asaltado una duda que no me había planteado antes: ¿donde y cómo obtienen la sangre necesaria para sus tratamientos los hospitales y clínicas privadas No sé si la respuesta dependerá de cada comunidad, yo vivo y dono habitualmente en Zaragoza».

Antes que nada hay que puntualizar que la aféresis, o plamaféresis, es una técnica que permite realizar extracciones de sangre donde se separa el plasma del resto de componentes -glóbulos rojos y plaquetas-, que se devuelven al torrente sanguíneo, en parte o en su totalidad. Las ventajas de esta tecnología son que se puede donar sangre con más frecuencia y que se aumenta el volumen de plasma obtenido. Los inconvenientes son que se precisa de aparatos o centros especiales y homologados y que el donante debe pasar aproximadamente una hora y media conectado al aparato extractor.

El tema de la plasmaféresis viene a cuento porque una mayor infraestructura de puntos o centros de donación por este sistema permitiría a España acercarse a la plenitud de sus necesidades en materia de donación de sangre, un campo en el que actualmente somos claramente deficitarios. Y por tanto, si las españolas y españoles donamos menos sangre de la que precisamos anualmente para transfusiones, cabe preguntarse de dónde sacamos el resto para cubrir las necesidades.

Sangre ‘made in USA’

En esencia, y de una forma simplificada, el proceso tradicional de extracción de sangre comprende en España la obtención de la fracción de cada donante, la bolsa de sangre. Cada una de las bolsas obtenidas se trata individualmente por centrifugado para separar los glóbulos rojos, las plaquetas y el plasma.

De cada fracción se obtiene un número alto de glóbulos, unas pocas plaquetas y el resto es plasma. Los tres componentes por separado se mandan al b anco de sangre de cada comunidad autónoma, que se encargará de su conservación y distribución. Sin embargo, la mayor parte del plasma va a parar a la empresa privada española Grífols, que obtiene de él lo que se conoce como hemoderivados, que se utilizarán para medicamentos y tratamientos específicos.

Grífols devuelve estos productos a la comunidad autónoma correspondiente y cobra por el proceso de fabricación. Precisamente la plasmaféresis pretende sustituir a este envío de plasma a Grífols para realizar los procesos in situ. No obstante, la propia Grífols dispone de 147 centros de plasmaféresis en Estados Unidos acreditados por la agencia federal FDA.

En estos centros, donantes remunerados, a diferencia de los españoles, que son altruistas, donan su sangre. Parte de esta sangre donada en los centros americanos de Grífols es comprada por el sistema de salud español para cubrir el exceso de demanda anual de transfusiones. Es decir que importamos sangre ‘made in USA’ porque no llegamos a los mínimos.

El negocio de la sangre

La cesión por parte de la Comunidad de Madrid de las extracciones de sangre para donación a la Cruz Roja han provocado críticas ante un modelo único en España. Según el convenio, la Cruz Roja cobra a la Comunidad de Madrid 67 euros por cada bolsa de sangre donada. Un sistema parecido funciona con la red de hospitales privados HM, que también dispone de autobuses que recorren la comunidad y cobran una cantidad por donante. Tanto la Cruz Roja como HM entregan las bolsas de sangre al Centro de Transfusión de la Comunidad de Madrid (CTCM), que lo gestionará.

Este sistema ha sido criticado tanto por asociaciones de donantes como por el personal público encargado de las transfusiones, que lo consideran un negocio lucrativo y una privatización encubierta. Denuncian, además, que el donante de estos autobuses, a pesar de ser altruista, no es consciente de que su sangre es utilizada con un ánimo lucrativo.

Del banco de sangre al hospital (público y privado)

La sangre donada -ya sea importada de Estados Unidos, donada en los centros públicos o captada por entidades privadas-, y conservada en los centros de transfusión y bancos de sangre, es repartida después a demanda tanto a hospitales públicos como privados. La única diferencia es que los privados deben pagar por ella y los públicos no.

Esta diferencia ha levantado sospechas y provocado denuncias en algunas comunidades cuando ha habido picos de demanda. En ellas se ha alegado que se ha priorizado el reparto a hospitales privados en detrimento de los públicos, que no resultan lucrativos al no pagar por la sangre. Así que la respuesta a la pregunta de Javier parece clara: la sangre la sacan del mismo sitio que los públicos.

Fuente: El Diario

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