Urgencias de La Paz, convoca

Soy paciente de los servicios de Oncología del Hospital La Paz

Desde que se diagnosticó mi cáncer de mama, he tenido ocasión de acudir con cierta regularidad a recibir tratamiento y revisiones después de mastectomía, quimio y radioterapias. En la primera etapa, durante la quimio, he sido testigo del descenso del personal que atendía la sala de quimioterapia. Justo antes de su reforma ya se habían perdido puestos de trabajo y quienes trabajaban allí, en un alarde de sentido común y afán de no alarmar a los pacientes, hacían de la necesidad virtud solo patente a través de comentarios que se hacían unos a otros cuando la situación les superaba. Entonces, tuve ocasión de experimentar el servicio de Urgencias por una bajada de defensas que me llevó a estar en el área de Sillones durante más de 32 horas. No es que eso fuera el protocolo, especialmente cuando en la sala no había manera de aislarnos tal y como nos hacinábamos allí. Pero no puedo decir que esto afectase los cuidados que recibía de los cuales solo recuerdo buen trato y explicación de tratamientos muy correctos.

Allí, observé las carencias en limpieza que posiblemente por mis pocas defensas se manifestó en salír de esas Urgencias con una infección por e-coli. En ese tiempo supuestamente por falta de camas, fui testigo del incansable ritmo y esfuerzo de trabajo desarrollado por el personal. Cuando al cabo de todas esas horas sentada en un sillón reclinable pero muy incómodo, fui ingresada, observé en planta que había camas vacías, pregunté y me indicaron que así llevaban días.

Que llamaban a Ingresos pidiendo que les subieran pacientes pero sencillamente no lo hacían. Como el personal de planta se ve inerme ante esto, me pidieron que formulase una queja con la esperanza de que hicieran más caso. Después de lo que yo acababa de pasar, no tuve ninguna duda en hacer un escrito a la Consejería de Salud. Lo hice infructuosamente porque niegan que esa situación existiera. Recibí una atención eficaz y amable por parte del personal.

Después de mi operación, pude comprobar la situación de carencia en la que se encuentra el servicio de enfermería que atiende a pacientes en el cuidado de la zona operada, hasta tal extremo que faltaba el material y medicamentos para curas en Patología Mamaria y en Radioterapia Oncológica. Básicamente se surten de las muestras de laboratorio y resulta patético recordar como exprimían los tubos de pomadas hasta el límite. Del quirófano salí con una infección por e-coli nuevamente, que retrasó mi cicatrización y el tratamiento de radioterapia. Es evidente que existen graves deficiencias en medios para obtener un ambiente estéril. Recuerdo con alarma que al comunicarme el bacilo que me había abierto la cicatriz de lado a lado, me comentaron que había tenido suerte, porque podría haber sido peor.

He recibido un trato impecable en Traumatología (Prevención de Linfedema) llevando un seguimiento hasta hace 1 año. Esas salas están sobrecargadas de pacientes y hay un trasiego más propio del Metro de Madrid que de un Hospital, donde hace mucho tiempo se deberían haber acometido reformas y restauración del entorno, propio de los años en los que se construyó ese Hospital pero desde luego no en la actualidad.

De esto hace ya 2 años. En ese tiempo no hace falta ser un experto o alguien dedicado a la Sanidad para comprobar el declive y los daños causados a la Sanidad Pública. Hay mucho menos personal que supongo que con datos en la mano puede ser cuantificable. Ello lleva a un malestar en pacientes, que se quejan y responsabilizan al personal sanitario por los retrasos y esperas pero rara vez escriben una queja. Yo suelo sugerirlo en las salas de espera cuando expresan su indignación. He visto disminuir la plantilla y el crónico deterioro del hospital. La insalubridad y suciedad es cada día más evidente. Un obligado paso por las zonas de pacientes externos nos muestran mucha gente en muy poco espacio cada uno con su malestar personal y cierta incapacidad para gestionar su frustración.

Escuchas a la gente hablar de enfrentarse a médicos si no les atienden, sin comprender que los profesionales de la salud están ya al límite en su inmensa mayoría.

Por otro lado, hay una presión sobre los pacientes que ven sus citas para pruebas o diagnósticos retrasados. No relacionadas con el cáncer que está siendo tratado directamente en La Paz, he recibido ofertas para hacerme pruebas externas aduciendo que serían realizadas más rápidamente en tal o cual clínica y la velada advertencia/amenaza de retrasos, En estos casos, yo he contestado que de ser así, me personaría en el Juzgado más próximo para denunciar este hecho y que se atuvieran a las consecuencias los superiores que les adiestraban en ese tipo de coacción. Milagrosamente hasta la fecha, no he tenido que lamentar retrasos en mi atención sanitaria.

Soy una persona que se interesa por el mundo en el que vive y las largas horas de espera en consultas y colas para obtener una cita permiten aprender mucho simplemente escuchando y haciendo preguntas. Y la sensación es de una gran prudencia y estrés al límite en el personal sanitario y una frustración no canalizada en los pacientes y sus familiares.

En mi opinión, la única razón por la que la situación sanitaria no ha colapsado todavía se debe a una dedicación muy por encima del obligado cumplimiento de su trabajo de aquellos que trabajan en este entorno.

 

 

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