Cómo Asociación profesional de sanitarios PEAC de Castilla-La Mancha condenamos enérgicamente el episodio de violencia contra sanitarios acaecido hace pocos días en el centro de salud de El Casar (Guadalajara).
Una vez más queda demostrado que trabajar en un PAC (puesto de guardias) de la Atención Primaria del SESCAM implica graves riesgos, tanto desde el punto de vista de la salud laboral como por la desprotección frente a la violencia ejercida por algunos usuarios.
De manera reiterada comprobamos la nula eficacia de las medidas de protección, que no solo son insuficientes sino que en muchos casos ni siquiera funcionan. En este PAC, escenario de la agresión, el botón del pánico situado debajo de la mesa de los sanitarios para dar la alarma sobre situaciones de violencia no funcionaba, y al parecer varios días después sigue sin funcionar. Lo cual no es infrecuente.
De la misma manera que no es raro que en algunas de estas instalaciones no haya salidas de emergencias adecuadas.
Este mismo centro de salud ha registrado 10 episodios violentos en dos años, sin que al parecer se hayan tomado medidas eficaces para evitarlos.
Las imágenes que hemos visto en los medios, con salpicaduras y manchas de sangre en puertas y suelos, junto al destrozo de mobiliario, pone de manifiesto el grado de violencia de la agresión que han sufrido nuestros compañeros PEAC, y revela que en estas condiciones de desprotección cualquier desgracia es posible.
Junto al hecho de que la puerta de los PAC esté abierta sin ningún filtro ni control a los individuos más violentos (nada impide que vayan armados), hay que hacer hincapié en las condiciones laborales que padecen los sanitarios, médicos y enfermeros, que trabajan en los PAC de la Atención primaria del SESCAM, escenario frecuente de este tipo de agresiones.
El desbarajuste de funcionamiento de la atención primaria, con modelos organizativos obsoletos que conducen a un cierre de consultas repetitivo a lo largo del mes y las consiguientes listas de espera, ha convertido los PAC, puestos de guardia de atención primaria, en una consulta a destajo durante jornadas maratonianas y agotadoras, a cargo de un personal que es insuficiente para desarrollar durante tantas horas seguidas un trabajo que corresponde a otro ámbito: el de las consultas que son cerradas.
Los sanitarios de urgencias tienen que compaginar ese trabajo distópico de una consulta ordinaria que no les corresponde (o no debiera) con la asistencia de verdaderas urgencias y emergencias, tanto en el centro de salud como fuera de él, lo cual implica a veces el desalojo a toda prisa de una sala de espera repleta de pacientes (por las listas de espera), pacientes que en muchos casos se oponen a su desalojo mediante violencia verbal o física.
Una y otra vez se han pedido instrucciones al SESCAM y a las correspondientes gerencias de atención primaria sobre como deben actuar los sanitarios que abandonan el centro por motivo de una emergencia, si procede el desalojo ya que el centro queda sin personal, o no. El SESCAM no da instrucciones claras al respecto, y esa circunstancia que se repite (el desalojo) suele ser motivo de conflicto y/o violencia.
Es decepcionante que ni el SESCAM ni los sindicatos hagan referencia a estas condiciones de trabajo (consultas maratonianas a destajo, desalojo de salas de espera repletas de pacientes) que pueden favorecer el conflicto con el usuario.
La falta de eficacia de las medidas de protección junto a un modelo organizativo inadecuado, hace que los trabajadores estén expuestos a las consecuencias -en ocasiones graves- de una mala gestión, y determina que algunos gestos por parte del SESCAM o de algunos sindicatos, muy reacios al cambio de un modelo organizativo pésimo, no pase de retórica hueca.
PEAC