José Ramón es un niño de 7 años, su madre Yuri, es de origen dominicano y nacionalizada en España. La pequeña historia de esta familia monoparental es la historia de miles y miles ¡centenares de miles de personas! que han sufrido de forma brutal todo el peso de la crisis económica y social de la España actual. Cuando nos hablan de recuperación económica no deberíamos olvidar que las cifras ocultan un aumento espectacular de las desigualdades sociales crecientes en este país. Desigualdades que la crisis económica del 2008 no ha hecho otra cosa que agrandar. (Ver artículo de la Revista Trasversales, Luis M. Saénz, “La España Despeñada”).
La pequeña historia que vamos a contar tiene dos protagonistas: un hijo de siete años llamado Joserra y su madre. Detrás de esta historia está la injusticia social, pero también, la lucha, la organización y la conciencia de muchos activistas agrupados en torno a la Asamblea Popular de Carabanchel del 15M, la PAH, y la sensibilidad de una parte de la opinión pública.
La historia podría empezar en cualquier punto, pero nosotros empezaremos en un 15 de mayo (¡vaya fecha más bonita!) del 2017 en donde Joserra se desmaya en plena calle y pierde el conocimiento. Yuri se lo lleva a urgencias y después de atenderle le remiten al médico de familia. El médico les dice que tienen que ir a un especialista en cardiología infantil y cuál será su sorpresa, que la primera cita que les dan es en el Hospital de La Paz para el 31 de enero del 2018.
¡Con las listas de espera hemos topado!
Pero sigamos con la historia. Arranquemos ahora el relato desde mucho más atrás.
Antes de que Joserra sufriera este desvanecimiento, habían pasado ¡muchas cosas! Por ejemplo, Yuri y Joserra habían sido desahuciados por no poder pagar el alquiler y fue gracias a la lucha de los activistas del 15M y la PAH que lograron entrar en un piso del Ayuntamiento. Pero además también habían tenido que sufrir cortes de gas en su antigua vivienda o del suministro eléctrico en la nueva. En más de una ocasión, Yuri, fue multada en el metro por no poder pagar su billete. ¿Acaso puede vivir en este país una familia con 540 euros?
En la actualidad y después de todo esto Joserra no está bien. Según me han contado está cansado, sufre pérdida de peso y cierta palidez en su piel negra.
El activismo social carabanchelero nunca les ha dejado solos. Les ha acompañado a todo lo que fuera necesario y así lo pude comprobar en la última asamblea celebrada en Oporto, por parte de la Asamblea Popular de Carabanchel del 15M. Mientras Yuri hablaba de la actividad anti-desahucios, su hijo Joserra, jugaba inquieto en una esquina de la plaza.
Cuando la Asamblea del barrio conoció que no les daban cita en el SERMAS (Servicio Madrileño de Salud) hasta el 31 de enero, se puso en marcha una extraordinaria movilización que incluía la denuncia escrita que había hecho la madre al servicio de Atención al Paciente y un enorme movimiento en las redes, que ha contado con la solidaridad de miles y miles de personas; hasta el punto de que el exconsejero Jesús Sánchez Martos tuvo que pedir los datos e intervenir en el caso. En estos momentos, el Hospital Doce de Octubre se ha puesto en contacto con la madre para decirla que tiene cita en su hospital habitual a principios de mes (veremos lo que ocurre pero al menos esto es una luz en el túnel).
¿Cuántas Yuris, Joserras y miles de anónimos que no han tenido a su lado al activismo social hay en toda España? Volvamos al comienzo.
La crisis económica y social ha profundizado las desigualdades sociales: los ricos son más ricos y los pobres más pobres. La franja intermedia (a la que llaman clases medias) también ha sido atropellada por la crisis pero aún puede mantener unos hábitos de consumo integrados al sistema. Por su parte, en la franja de los perdedores hay cientos de miles de familias que van desde los setecientos, ochocientos y mileuristas que sobreviven al terremoto económico en medio de la precariedad tanto laboral como habitacional y familiar. Un solo dato porque no queremos aburrir al lector: en España hay 13 millones de personas con peligro de exclusión social y 3,5 millones sufriendo una pobreza severa.
La crisis ha puesto completamente al desnudo que las clases sociales no solo existen, sino que las desigualdades (entre esas clases) se profundizan a medida que aumenta la explotación en el trabajo; la especulación de la vivienda; se intenta desmantelar la sanidad pública, y se eliminan las ayudas sociales para los más necesitados. El caso de Joserra y Yuri es un punto de convergencia de todas esas maldades del sistema.
Es por ese motivo que organizaciones como el MATS venimos planteando que el sindicalismo no puede quedarse a las puertas de esta catástrofe social. Debemos trabajar tanto en nuestro centro habitual y también en las calles y barrios donde se masca la tragedia igual o peor que en las empresas u hospitales. Nosotros lo hacemos día a día intentando defender los intereses no solo de los profesionales de la sanidad pública, sino también de toda la población que es sujeto activo de la misma. Ya sea mediante asambleas barriales, plataformas y organismos en los pueblos.
Lo que ha sucedido en Carabanchel en torno a la defensa de esta familia, tiene que ser un ejemplo de lo que podemos hacer en muchos barrios y pueblos. A raíz de ello, ahora, se van a dar los primeros pasos para crear una Plataforma de Trabajadores-as y usuarios-as en torno al Hospital Doce de Octubre, que agrupe tanto a los profesionales de la sanidad como a los activistas de los barrios de Usera, Orcasitas, San Fermín, Villaverde o Carabanchel. Experiencias de estas ya se están viviendo en varios distritos madrileños como la Elipa, Latina, Ciudad Lineal, Fuencarral, Hortaleza, Chamartín, Chamberí,… y pueblos como Móstoles, Getafe, Escorial…
Son los primeros pasos de un largo camino que tiene que recorrer el nuevo sindicalismo social. Como decía un lema del 15M: “Vamos despacio porque vamos lejos”
Jesús Jaén (miembro del MATS)