Limpiar, cocinar, planchar, fregar… pero, sobre todo, cuidar a las personas. No nos damos cuenta de que una de las cosas más importantes que hacemos las trabajadoras del hogar es cuidar a las personas que más quieren los demás. Y por eso somos imprescindibles.
Me llamo Rafaela y he trabajado más de 44.000 horas en mis 25 años como trabajadora del hogar. He tenido la suerte de haber pasado los últimos 20 con la misma familia, con la que tengo una gran relación, tanto profesional como humana. Pero sé que hay miles de mujeres en España que no tienen la misma suerte que yo. Trabajadoras del hogar que se encuentran en una situación más que precaria: dedican muchas horas, en muy malas condiciones, sin ningún reconocimiento y sin ninguna protección social o laboral.
Aunque poca gente lo sabe, algunas están viviendo situaciones muy extremas. He visto a compañeras ir a trabajar con la pierna recién escayolada, a otras a las que se las despedía al quedarse embarazadas, sin finiquito ni una mínima indemnización. He visto compañeras internas a las que sus empleadores les han prohibido salir de casa o les han negado la comida… Y, aunque parezca mentira, he visto incluso a compañeras que han sufrido gritos, insultos, malos tratos físicos y psicológicos, acoso y condiciones de semiesclavitud.
Somos invisibles y es el momento de cambiarlo. Firma para pedirle al Gobierno que, como han hecho ya otros 24 países, España también se sume al convenio 189 de la OIT (Organización Internacional del Trabajo). Este convenio es el primero que nos da protección específica y que contiene unas normas internacionales para asegurar y reconocer el valor social y económico del trabajo doméstico.
Se estima que el 14,4% de los trabajadores cuenta en su casa con el apoyo de trabajadoras del hogar regular. En total somos aproximadamente 2 millones, pero solo 435.000 de nosotras estamos afiliadas a la Seguridad Social. Cosas como esta tienen solución si España firma el Convenio 189.
Con ese convenio tendríamos derecho a una prestación por desempleo (derecho que aún no tenemos) y se pondrían en marcha procesos de inspección de trabajo para asegurar que se cumplen nuestros derechos y para evitar las condiciones lamentables que están viviendo en España muchas empleadas del hogar.
Igual que nos dejamos la piel para cuidar a las personas más queridas de los demás, exigimos también unas condiciones de trabajo dignas y una protección laboral como la que tienen los empleados en otros sectores diferentes al nuestro.
No somos chachas. Somos profesionales.
Muchas gracias en nombre de las compañeras del Grupo Turín y, sobre todo, en nombre de las miles de mujeres que cada día limpian tu casa y cuidan a tus niños y mayores.