La UE y el gobierno de Rajoy están poniendo en peligro los puestos de trabajo y los derechos de 6150 trabajador@s de los puertos de todo el estado. Las instituciones Europeas, bajo el chantaje de multas y sanciones han desatado una guerra de clase, que presumen ir ganando. El objetivo estratégico es la precarización, el empobrecimiento y la sumisión de los estibadores. Y según el estudio encargado a la consultora Pwc, (la misma que dio luz verde a la salida a bolsa de Bankia) los beneficios serían alrededor de unos 245 millones de euros anuales para las empresas.
Los medios de comunicación, en paralelo están creando una falsa opinión pública, que pretende aislar a este sector de los intereses comunes que tenemos las personas que dependemos de un salario. Todos hemos escuchado palabras como “liberalización», “privilegios”, “mafiosos”, “casta trabajadora violenta”, y con estas mismas palabras, se han venido atacando uno tras otro muchos sectores estratégicos de la producción y los servicios. Así lo que los gobernantes y empresarios no han conseguido antes con las reformas laborales, ahora pretenden hacerlo eliminando los derechos laborales de los trabajadores/as, que todavía los conserven. Como ya hicieron antaño con los controladores aéreos, la metalurgia, la minería, los ferroviarios, correos, eléctricas, etc…
Sin embargo, bajo estas palabras se ocultan otras realidades. Por ejemplo, los “privilegios» son para las empresas que se embolsan el 51% del valor por contenedor, siendo el sueldo del estibador/a una ínfima cantidad de esta cuantía. “Democratizar los puertos” significa precariedad y sumisión en el trabajo, es decir, sustituir al personal con experiencia y contratos estables por personal no cualificado, eventual, ETTs, y con salarios de miseria. De hecho, la exigencia consiste en bajar los sueldos en un 60%, situándolos en 27.000 euros anuales; a la que tendríamos que añadir la bajada de 93 millones de euros por las cotizaciones de impuestos, que irían en detrimento de los gastos de mantenimiento de la sanidad, educación, etc. Estos términos en palabras llanas solo se traducen en nuevos y suculentos beneficios para empresas y multinacionales.
Estos días el gobierno del PP, a pesar de su debilidad institucional relativa, está recurriendo al decretazo, a las amenazas de represión, a la división y reducción de las plantillas vía prejubilaciones con dinero público, etc. Su empeño fundamental es someter a las empresas y los representantes de los trabajadores a una “negociación», que en última instancia, le garantice que gradualmente irán desapareciendo los puestos de trabajo estables, los salarios por convenio y el desmantelamiento objetivo de todos los derechos laborales de negociación y contratación, que disponen los estibadores.
Este gobierno, los partidos que le sustentan, los medios de comunicación y algunas burocracias sindicales muy obsecuentes, no quieren oir mencionar que los puertos por su importancia en la economía deberían ser Públicos, y además, deberían garantizar e incrementar los puestos de trabajo existentes. Los de arriba «Solo se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena”. Es decir, cuando los estibadores están dispuestos a defenderse mediante la huelga, nos tratan de asustar a la ciudadanía con las perjudiciales consecuencias económicas y sociales, que tendrían estas huelgas en el abastecimiento de energía, productos y mercancías para toda la población.
Claro está que la labor que realizan los estibadores es de vital importancia para toda la ciudadanía, y no solo para la economía, puesto que son las personas, que con su trabajo nos facilitan las mercancías y los productos, que necesitamos para vivir diariamente. Por eso su lucha no es solo un problema de ellos. Es un problema de todas aquellas personas, que hacemos que con nuestras manos funcionen la sociedad y la economía.
Muchos sectores, las y los trabajadores de la enseñanza, sanidad, teleoperadoras, etc, al igual que los estibadores estamos sometidos a recortes, reducciones de plantilla, pérdida de derechos, privatizaciones, etc. y cuando no hemos conseguido pararlos mediante nuestra resistencia, tampoco hemos visto a continuación ninguna de las mejoras prometidas, por patronales, gobiernos o sindicatos. Sin embargo, siempre que hemos conseguido, por nuestras propias fuerzas, algún avance o conquista en el trabajo, aunque fueran parciales, hemos visto como confianza en nosotros mismos ha aumentado, y el ejemplo ha sido útil para la mayoría de la sociedad. Así pues “Ganar una lucha” significa: abrir nuevas vías para nuestra mejora económica y social, dar pasos para recuperar u obtener los derechos perdidos, y en definitiva abrir el camino abrir de nuevas oportunidades para las personas necesitadas.
Desafortunadamente, solo estamos acostumbrados a escuchar la cantinela de la competencia y la competitividad, del egoísmo y el salvese quien pueda. Por eso, tenemos que reconstruir la solidaridad, aunque no este de moda. Es una necesidad apremiante para apoyar a los estibadores y a otros sectores que van atravesando situaciones similares. Y por eso no basta con algunas declaraciones o comunicados de apoyo.
Debemos tener en cuenta que partimos de la desventaja y dificultad de la prohibición de hacer huelgas en solidaridad con otros sectores. Además, debemos contar con que a los dirigentes de las centrales sindicales mayoritarias no les preocupa la necesidad unificar y coordinar distintos conflictos, aunque hoy se estén dando en un mismo tiempo o en mismo territorio. Y que tampoco estamos acostumbrados a debatir en el trabajo planes de movilizaciones, que nos puedan ayudar a enfrentar estas situaciones. Estas tareas, solo pueden ser asumidas por las nuevas personas y agentes activos, que van apareciendo en todas estas luchas. Y deberían de partir desde el impulso de la construcción de un fuerte movimiento asambleario, en los centros de trabajo y con la ciudadanía; alentando la autoorganización y la coordinación entre sectores, hasta conseguir que el respeto a las decisiones que tomen las y los trabajadores en sus sectores y en asambleas sean la norma para resolver los conflictos. Hoy en día estos son los retos más inmediatos que tenemos por delante.
Con estos cometidos, ya están surgiendo Mareas por sectores, formas diversas de autoorganización y coordinaciones espontáneas entre sectores y movimientos sociales. También los nuevos sindicatos asamblearios o formas de movilización que van mas allá de los centros de trabajo, contando con usuarios y consumidores son un gran avance. En este terreno es donde debemos crear y extender de nuevo la Solidaridad intersectorial, ciudadana y de clase. Como bien dice el feminismo «si nos tocan a unas o unos, nos tocan a todas».
Este combate contra los recortes, las desigualdades y las injusticias crecientes necesita de la Unidad con mayúsculas de los diversos sectores de trabajadoras y trabajadores que nos vemos afectados por estos ataques y por la necesaria implicación de la ciudadanía en la pérdida de derechos. O de los contrario, iremos retrocediendo en nuestras condiciones un sector tras otro. Hoy son las y los estibadores, que necesitan la “Solidaridad para ganar”, no esperemos a ser nosotras o nosotros mañana. Si ellos y ellas ganan, ganaremos todas. «No somos mercancía en manos de políticos y banqueros”.