Los servicios de emergencias aceleran la combustión del incendio para que se extinga antes
Los servicios de emergencias de Castilla-La Mancha están aplicando técnicas para acelerar la combustión del incendio que devasta desde hace 10 días un gigantesco vertedero de neumáticos en Seseña (Toledo). Esta medida pretende extinguir el fuego cuanto antes, pero los residentes de la colindante urbanización del Pocero ya han perdido la paciencia. Ayer, unos 400 vecinos salieron a la calle a pedir más medios contra el fuego y compensaciones económicas.
Iván Castaño, de 38 años, lleva una semana gastando días de vacaciones en su trabajo para poder estar con su mujer y sus hijos en Córdoba, en casa de unos familiares, donde se refugiaron porque tenían miedo de estar en su domicilio, en el residencialFrancisco Hernando, más conocido como el Pocero. Esta urbanización está a solo unos pocos cientos de metros, del vertedero de neumáticos que lleva ardiendo desde el pasado 13 de mayo. Los humos tóxicos que desprende han forzado el desalojo del vecindario (donde viven unas 9.000 personas) durante una tarde y una noche y lo han obligado a mantener cerradas de forma intermitente las ventanas y a reducir al mínimo las salidas a la calle. Además, las clases en el colegio de la zona, El Quiñón, están suspendidas.
Ese colegio seguirá hoy cerrado. También lo estarán el resto de centros escolares de la localidad, así como las instalaciones municipales. A las circunstancias meteorológicas adversas se suman las técnicas que desde el pasado sábado están utilizando de forma intermitente los servicios de emergencias (cuando las condiciones del viento lo permiten) para acelerar la combustión de los neumáticos.
El método consiste en remover las capas superiores de las ruedas que están ardiendo, pues la ceniza resultante ralentiza que se quemen las capas inferiores. “Inicialmente este sistema genera más humo, pero acelera la combustión”, lo que permitirá extinguir antes el incendio, justificó el consejero de Hacienda de la Junta de Castilla-La Mancha, Juan Alfonso Ruiz Molina, informa Efe.
Mientras, los vecinos siguen sufriendo el humo, y no creen que las autoridades estén haciendo lo suficiente. Por eso, Castaño y su mujer (que habían llegado desde Córdoba, donde han dejado a sus hijos) y otras 400 personas se han manifestado a las 10.00 de ante el colegio El Quiñón para mostrar su monumental enfado por un grave problema “que se veía venir”, pues la existencia del vertedero ilegal se había denunciado por activa y por pasiva desde hace más de una década. Reunidos de forma espontánea, según aseguraba uno de los portavoces vecinales, Antonio Ayllón, han reclamado una solución rápida, con los medios que sean necesarios, para extinguir completamente el incendio (que aunque está controlado desde pocas horas después del inicio, sigue ardiendo) y limpiar inmediatamente las cenizas de las decenas de miles de neumáticos que se han quemado.
Por su parte, tanto el consejero Ruiz Molina, como el alcalde de Seseña, Carlos Velázquez, que han estado hoy en el puesto de mando avanzado pero no se han acercado a la manifestación, han afirmado que comparten la preocupación de los vecinos y que se están poniendo todos los medios posibles para sofocar el incendio cuanto antes.
“Queremos que se nos declare zona catastrófica”, insistió un portavoz vecinal, Antonio Ayllón, megáfono en mano, poco después de las 13.00, ante el Ayuntamiento de Seseña. Los manifestantes habían llegado allí poco antes, entre gritos y ataviados con mascarillas, tras recorrer los 5,3 kilómetros que separan el colegio del Consistorio. Por la tarde, entre las siete y las ocho, un grupo de vecinos, en una treintena de coches, llevaron su protesta al centro de Madrid, donde provocaron atascos en los alrededroes de la estación de Atocha y el Ministerio de Agricultura.
Reclaman que su barrio sea declarado zona catastrófica porque creen que eso garantizaría los medios necesarios para apagar el incendio y porque les sería más fácil cobrar indemnizaciones económicas por los desplazamientos que muchos de ellos, como Castaño, están haciendo. “Por suerte, yo no me tengo que ir tan lejos, hasta Córdoba, porque tengo a mi madre en Madrid y nos estamos quedando con ella”, explicaba María del Mar Jiménez, de 24 años, junto a la plaza del Ayuntamiento. “Tengo dos hijos, de seis y de dos años y medio, y no les puedo tener en mi casa porque no les puedo ni sacar a la calle”, protesta. La desinformación, añade, es otra de las cuestiones que acrecienta su miedo.
Así, entre órdenes sucesivas de apertura y cierre de ventanas y colegios, los habitantes de El Quiñón reclaman que se les informe mejor y más puntualmente. Pues, a pesar de que las autoridades insisten en que en general no hay niveles tóxicos peligrosos, organizaciones como Ecologistas en Acción han insistido en los últimos días en medir bien las consecuencias del incendio para la salud. Ayer mismo, los ecologistas recordaron que en un incendio de neumáticos ocurrido en Iowa (EE UU) hace cuatro años, menor que el de Seseña, la exposición a los contaminantes en un radio inferior a 1,5 kilómetros del foco tuvo efectos nocivos para la salud, según un reciente estudio. Los vecinos de la urbanización del Pocero viven a unos pocos cientos de metros del incendio; solo les separa de él la autopista de peaje R-4.
Las protestas, prometen los vecinos, van a continuar.
Fuente: El País