"La solución no va a venir desde el mundo sanitario" Entrevista a Luis Montes, médico y presidente de la asociación Derecho a una Muerte Digna

Viento Sur: Eres Licenciado en Medicina y especialista en anestesia y reanimación. Has sido director médico del Hospital La Paz de Madrid, Jefe del Servicio de Reanimación del Hospital Severo Ochoa de Leganés, y coordinador del Servicio de Urgencias de ese mismo centro. ¿Cuándo empiezas a concebir el derecho a morir dignamente como una batalla central que librar?

Luis Montes: El proceso comienza presenciando muertes en condiciones terribles de indignidad, con el enfermo y su entorno reducidos a la nada. Médicos que se creen omnipotentes y se tienen por poseedores de la verdad. Ellos saben lo que interesa al paciente y están en el mundo para preservar la vida. Cuando iniciaba el ejercicio profesional, la muerte era un proceso secuestrado por los médicos. La segunda fase es intentar cambiar las cosas, romper con el encarnizamiento, darle la oportunidad a la gente de que tome sus decisiones. Cuando las personas saben lo que tienen delante, toman decisiones que siempre van en el sentido de poner fin al sufrimiento y, para muchos, poner fin no es enfrentar el futuro con medidas paliativas sino, directamente, no vivirlo. Lo que en el fondo no nos perdonaban quienes montaron el gran escándalo era que estuviéramos cambiando una práctica insana que relegaba al enfermo terminal al sujeto pasivo de sus locuras salvadoras.

La última fase es cuando sufro el ataque de toda la caverna político-médico-mediática. A partir de ganarles la partida en los tribunales, tengo claro que hay que pararles los pies y que hay que librar esa batalla en el exterior, públicamente. Que no vale ya tratar de hacer las cosas bien en el pequeño ámbito profesional de cada uno. La solución no va a venir desde el mundo sanitario. Las inercias y el miedo son demasiado grandes. El cambio ha de venir de la gente y es con ella con la que hay que trabajar. Y en eso estamos.

V. S.: Hacías referencia al embite orquestado por la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid a cargo de Manuel Lamela Fernández y apoyada por el diario El Mundo, Federico Jiménez Losantos y César Vidal del que eres objeto en mayo de 2005. A diez años vista, ¿cuál crees que fue la motivación de esa persecución?, ¿a quién beneficiaba?

L. M.: Yo creo, y el tiempo no ha cambiado la percepción inicial de aquellos tiempos, que los que querían beneficiarse con mi caza y la del modo en que trabajábamos en la Urgencia del Hospital Severo Ochoa [en Leganés], eran tres: los primeros, claro, los que levantaron la acusación falsa. Querían acabar conmigo porque veían en mí una amenaza para su forma de hacer las cosas. No siempre es uno quien elige a los enemigos; a veces son ellos los que te eligen. De la misma cuerda fundamentalista, pero a gran escala, los segundos eran quienes querían beneficiarse parando el camino que tomaba la conciencia social sobre la eutanasia despues de Ramón, Mar Adentro, Million Dolar Baby… Y desde luego los amiguetes capitalistas de Lamela, Esperanza Aguirre y el resto del PP. Mientras se me tenía por un muñeco del pim-pam-pum por los de la brunete mediática que has nombrado, se privatizó la sanidad en Madrid sin que se enterase nadie. Y los pedrojota, losantos y demás recibieron sus beneficios. Algunos no tanto al final. Roma no siempre paga a sus traidores, a veces los termina sacrificando.

V. S.: Desde 2009 presides la asociación Derecho a Morir Dignamente (AFDMD), ¿Cuáles son vuestras principales reivindicaciones?

L. M.: Como dicen los estatutos de la asociación, luchamos por que cada uno pueda decidir en libertad sobre su vida y su cuerpo. Sobre cómo vivir su vida y cómo vivir su muerte. Decidiendo el momento y el modo de hacerlo. Terminar con ese secuestro del proceso final en el que deciden más los médicos, los curas y los políticos que uno mismo.

V. S.: ¿Cuáles son los principales obstáculos que os encontrais?

L. M.: Las dificultades, claro, empiezan por la resistencia que opone la jerarquía religiosa. Los Roucos y compañía. Todo lo que camine en el sentido de acabar con el tabú de la muerte atenta contra su negocio. Sin el miedo a morir y a que ello le lleve a uno a la condenación eterna, la religión no tendría medio de presión. No se resignan a perder el poder de establecer la moral pública y mueven todos sus resortes. El poder fáctico de la iglesia sigue poco más o menos como en la dictadura franquista. Más agazapado, pero siguen teniendo sus ministros, su prensa, su poder económico.

Y su poder lo ejercen sobre los políticos y jueces. No sólo el PP, que son como sus monaguillos; es en el PSOE donde han tenido su 5ª columna. El miedo a echarse encima a la jerarquía ha sido muy potente.

Otro obstáculo, que nace del papel frenador de curas, políticos y el capital que controlan los medios de difusión, es la dificultad de acceder a la gente para explicarles que tienen ya unos pocos derechos al respecto y el modo de ejercerlos, porque están sólo en el papel del BOE. Es bien conocido que la reivindicación de un derecho despierta o acrecienta el espíritu crítico y el activismo ciudadano. La movilización social visible tiene especiales dificultades en este tema. No se exterioriza. Sin embargo, la ciudadanía tiene clara su posición a favor de la eutanasia. Lo ha dicho siempre y cada vez más. Esa es nuestra fuerza: la gente.

V. S.: El filósofo y pensador Salvador Pániker, presidente de honor de AFDMD, se refería a la muerte digna como “un derecho de autodeterminación individual”, ahora que estamos pidiendo democracia para decidir sobre todo, ¿es el derecho a decidir sobre nuestra propia muerte la gran olvidada?

L. M.: Lo es, y no por casualidad. La libertad que se requiere para decidir la propia muerte tomando las riendas de la propia vida; decidir desde qué momento lo que cabe esperar de la vida no me merece la pena vivirlo, es la máxima libertad a que se puede aspirar. Ya lo decía Kant: un reino poblado por suicidas potenciales es ingobernable porque no hay coherción posible. Ser dueño de la propia muerte hace ser muy libre en la vida. Ellos lo saben y por eso se resisten. Es como la cultura. Cuanto más lerdos seamos, más fáciles de manejar. Que estudien sólo los de nuestra cuerda. Y que estudien lo que nosotros decidamos, claro.

Lo que pasa es que el movimiento por el autocontrol de la muerte es mundial. Cada vez son más los países que tienen despenalizadas algunas conductas eutanásicas y eso significa que la reivindicación de la disponibilidad de la propia vida se abre camino también entre las élites políticas y judiciales. No hay más que pensar en las dos sentencias al respecto del Tribunal Supremo Canadiense y del Constitucional de Colombia. Han ordenado a sus legislativos que, en un plazo concreto, legislen al respecto porque de lo contrario quedará sin efecto la pena para la ayuda a morir a otro a petición, y la situación puede ser de «barra libre».

Y un aspecto muy importante a resaltar es que nuestra reivindicación de la vida como una propiedad disponible por cada uno se aparta definitivamente del discurso compasivo que ha sido predominante hasta ahora. No es ya que deba permitirse el acceso a la muerte decidida voluntariamente porque es una crueldad obligar a una persona a vivir una vida de sufrimiento, que también; principalmente es una reivindicación de libertad y respeto a la dignidad que se traduce en la autonomía personal. En este sentido, la reivindicación de la eutanasia está perfectamente en sintonía con los movimientos ciudadanos que reivindican libertad y democracia reales. Estamos en la misma lucha: la de la vida digna, porque la muerte no es otra cosa que una parte de la vida.

V. S.: Según una encuesta específica del CIS, el 73,6 % de la población reclama una ley de eutanasia y el 80,5 % considera que la legislación debería autorizar a los médicos para que puedan poner fin a la vida y a los sufrimientos del paciente que libremente lo solicite. Las cifras son contundentes. ¿Por qué un consenso social tan amplio no se traducen en un acuerdo político?

L. M.: Porque como en cualquier otra cuestión las propuestas van de arriba a abajo. Son las cúpulas de los partidos las que deciden qué promesas incumplirán si llegan a gobernar. Porque no es que seleccionen las que están dispuestos a trabajarse sino a elegir aquellas que pueden engañar más facilmente a su electorado. Los encargados de campaña y de programas no buscan aquellas propuestas que tienen un gran consenso social porque esas no son discriminadoras de apoyos. Como demuestran las encuestas a que te refieres, el apoyo a la eutanasia es muy similar entre los votantes del PP y de otros partidos. Un potencial votante del PP no va a cambiar su voto porque otro partido lleve en su programa la legalización y el PP no.

Otra clave importante es el desconocimiento que tienen muchos partidos al respecto. Cuando les escuchas te das cuenta de que no saben ni qué es eutanasia ni qué conductas son legales ya. Hace unas semanas se anunciaba en los medios que Rivera había prometido una ley de eutanasia. Cuando leías la noticia, resulta que había inventado la pólvora. Su oferta era despenalizar la eutanasia pasiva. Tal grado de desinformación en un aspirante a presidir el gobierno es preocupante. La antes llamada eutanasia pasiva, es decir, el no poner medios para mantener una vida que no tiene perspectivas de recuperación, no es que sea legal, es que es una buena práctica médica común recogida incluso en el código deontológico. No hace falta que se despenalice porque ya lo está.

V. S.: Si sumamos a la desinformación ciudadana ese desconocimiento del que hablas que tienen muchos partidos, parece que la única manera de introducir el debate en la agenda pública sea a golpe de sucesos en los medios de comunicación…

L. M.: Hay que reconocer que la aparición de estos casos que acaparan la atención mediática, aunque sea un tiempo corto, tienen un papel muy importante porque son movilizadores de opinión no sólo pública sino publicada. Los periodistas han ido aprendiendo en este tema a golpe de casos y cuando un periodista sabe lo que dice, trasmite mucha información que forma a la gente y, también a quienes tienen en su mano decisiones. A algunos se les ve el plumero en estas ocasiones. Había que ver a Nuñez Feijó diciendo que las decisiones en el caso de Andrea correspondían a los médicos y había que dejarlos trabajar con tranquilidad. No es que no conozca la ley de autonomía del paciente que es de 2002, es que no conocía la propia ley gallega que él mismo había firmado un mes antes.

Respecto a los casos mediáticos, en Derecho a una muerte digna (DMD) somos respetuosos con la intimidad de las personas y cuando se presenta algún caso que puede tener repercusión mediática ponemos siempre por delante el derecho a la intimidad de las personas. Son situaciones muy duras en general. Cuando alguien es suficientemente generoso y tiene fortaleza suficiente, entonces sale en los medios y reactiva el debate. O, como en el caso de Andrea, se sale a los medios porque no hay otro modo de reivindicar el propio derecho. En este sentido, los medios lo ponen en su agenda porque tiene una gran relevancia social. El efecto de estos casos es acumulativo y se producen progresos. El caso de Andrea ha sido el primero en que hasta la Conferencia Episcopal y la Organización Médica Colegial han estado de acuerdo con la petición de la familia. Algo insólito hasta ahora.

V. S.: ¿Qué valoración haces del momento político actual y cuáles crees que pueden ser los efectos del cierre-apertura del proceso en materia de pérdida-conquista de derechos sociales?

L. M.: Es evidente que los gobiernos del PP, especialmente el que padecemos todavía, se han encargado de la demolición sistemática de logros sociales en materia de derechos que estaban consolidados –eso creíamos– desde años atrás. Con la excusa de la crisis económica, de la que tienen la osadía de culpar al gobierno de Zapatero para esconder la responsabilidad de su propia ideología neoliberal de reducir el control social posible para maximizar los beneficios del capital financiero, se han dedicado a eliminar derechos laborales y sociales. Han convertido el derecho a la salud en un servicio para los afiliados y afiliadas y han privatizado todos aquellos sectores que pueden generar beneficios y, además, si llega a no generarlos, han adquirido el compromiso de garantizárselos… No hablemos de la educación ni de los derechos civiles de opinión, manifestación, etc.

Claramente, los próximos gobiernos, si de verdad trabajan en el interés de la ciudadanía, van a tener que dedicarse a derogar leyes del PP como medida urgente para restablecer lo que hemos perdido de la mano del PP (con la inestimable colaboración del PSOE cuando lo han necesitado).

V. S.: ¿Cuál ha sido el efecto de ese desmantelamiento del sistema de salud en materia de cuidados paliativos?

L. M.: El trato a los paliativos ha sido muy demostrativo de la indecencia y la hipocresía del PP. Se les llena la boca de los paliativos como el antídoto contra la eutanasia y no tienen el menor reparo en recortarles medios. Se agarran a que las recomendaciones de Europa respecto a la asistencia en el proceso de muerte son de garantizar la asistencia paliativa universal, para no avanzar en la eutanasia pero, cuando llega el momento no se cortan en recortar. El presidente de la Sociedad Española de Paliativos se ha quejado públicamente de la intensidad de los recortes. Ya se sabe que una cosa es predicar y otra muy distinta es dar trigo. Los cuidados paliativos no sólo no han crecido como era el compromiso político del PP sino que se han reducido gravemente en dotación y personal.

V. S.: Has dicho que, una vez más, «el cambio no vendrá de parte de la ideología dominante, sino de la pedagogía ciudadana y la lucha por los derechos», ¿cuándo tomas conciencia de esto?

L. M.: Pues desde hace mucho, viendo el comportamiento de los partidos de la transición y el tope alcanzado en su voluntad de cambios que hagan verdad una democracia avanzada, tenía claro que el cambio social no podría hacerse de arriba abajo. Las estructuras de los partidos no llevan a la norma lo que la sociedad demanda. Ni siquiera lo que sus bases quieren. Empezaron por dotarse de mecanismos legales para evitar el cumplimiento de un principio democrático básico y esencial como es que una persona, un voto y que, como cada persona tiene igual valor, también cada voto. Luego crearon estructuras burocrática dentro de los partidos que hacían pagar la discrepancia con el ninguneo y la expulsión. Terminaron por determinar un proceso de antiselección natural por el que los menos capaces se hicieron con el poder orgánico en los partidos y, en medio de esa realidad se impuso mirar a otro lado cuando era evidente una corrupción sistémica y no ocasional como pretenden hacernos creer. Después del 15 M me quedó claro que había que hacer un cambio de abajo a arriba. Un cambio en que los más decidiéramos el comportamiento de los menos y no al revés. Democracia participativa, en fin.

V. S.: Eres miembro del Consejo Ciudadano de Madrid (CCM), ¿cómo se produce tu acercamiento a Podemos y posterior alineamiento a las posturas de Anticapitalistas?

L. M.: Dada mi relación afectiva con Leganés, cuando los componentes de Podemo de Leganés me pidieron mi apoyo público no lo dudé. Luego Miguel Urbán me hizo llegar la oferta de participar en la candidatura de Podemos Ganar Madrid en el CCM y, aunque tuve algunas dudas por mi implicación en la Asociación Derecho a Morir Dignamente y el efecto que pudiera tener mi integración personal en Podemos, las resolví reflexionando sobre el hecho de que en DMD no hacemos otra cosa que trabajar por el pleno reconocimiento de la libertad individual y en ese contexto no podrían aceptarse limitaciones a mi libertad personal. En el CCM trato de aportar mi experiencia y trabajo en la medida de mis posibilidades para hacer realidad la democracia participativa empezando por nosotros mismos. En mi condición de presidente de la AFDMD intento que la reivindicación de la disponibilidad de la propia vida cale en Podemos hasta convertirse en motor del cambio, también en este aspecto. En cuanto a mi militancia en Anticapitalistas responde a que, a mi juicio, es la visión más coherente y seria para que el proceso que abrió el 15M culmine en un cambio social y político profundo.

V. S.: El 20 de diciembre se celebran elecciones generales en el Estado español, ¿está la muerte digna recogida en los programas de los partidos que concurren a las elecciones?

L. M.: No será que no lo hemos trabajado con intensidad pero la realidad es que todavía no hemos logrado un claro pronunciamiento a favor de una muerte digna, una muerte en libertad que asegure el acceso a todas las posibilidades de enfrentar el propio final. Parece que quienes deciden los programas no consideran que sea un tema capaz de atraer el voto. Topamos también con sus propias inseguridades. En general aprecio un cierto cambio en el sentido de disminución de las resistencias. Seguimos hablando pero creo que no será pieza fundamental programática generalizada. De todas maneras, ya tenemos experiencia del valor que tienen las promesas electorales. La legislatura es larga y seguiremos trabajando y concienciando a los partidos. No podemos perder de vista que en Bélgica fue un gobierno de coalición quien trajo la eutanasia.

V. S.: ¿Cómo vais a trasladar las demandas ciudadanas a la clase política en este periodo pre-electoral?

L. M.: Hemos abierto varios frentes novedosos en nuestra estrategia clásica, que hasta el momento se había centrado primordialmente en la formación e información ciudadana, a crear conciencia y aportar elementos de convicción y argumentos frente a los que se oponen a la despenalización de la eutanasia. Una vez consolidada la opinión pública, como afirman las encuestas que hemos comentado, ahora toca trasladar esa exigencia a los políticos. Ya en las autonómicas y municipales hicimos llegar nuestras propuestas de avance dentro de sus competencias legislativas. Por primera vez varios partidos incluyeron propuestas relativas a asegurar la dignidad en el proceso de morir. Un hito en nuestro país el que incluso en el marco autonómico y municipal se diera entrada a estos temas. Con posterioridad, de cara a las Generales, hemos organizado debates con los partidos políticos en distintos puntos del Estado, pulsando su opinión al respecto y enfrentándoles a las demandas de diferentes sectores de la sociedad como periodistas, médicos, juristas, pacientes, etc. y, además, hemos contactado individualmente con los responsables de cada partido para acercarles nuestra propuesta. La acogida ha sido desigual. El PP ha excusado su participación o no se ha dado por enterado. Podemos e IU han mostrado su apoyo a la despenalización, Ciudadanos como organización nos ha trasladado que, sin rechazarla, el tema de la eutanasia no ha entrado aun en su agenda. Rivera se ha manifestado a favor genéricamente y, aunque su propuesta concreta parece más un brindis al sol, al menos no se ha manifestado en contra, que ya es algo. También Sánchez se ha manifestado a favor y suponemos que, llegado el momento no se oponga. En todo caso, insisto que lo importante no es tanto lo que digan los programas. Ya tenemos suficiente experiencia de incumplimientos en este tema en el pasado. Lo que importa es que si hay una aritmética parlamentaria adecuada, incluso desde la oposición podría hacerse una propuesta capaz de generar una mayoría. También desde las CCAA se está empezando un movimiento de puesta en marcha del artículo 87.2 de la Constitución que permite la iniciativa legislativa desde los parlamentos autónomos. La Comunidad Autónoma del Pais Vasco lo ha hecho y pretendemos que otras comunidades se sumen a este proceso. Si llegan a movilizarse un número suficiente, el parlamento del Estado no podrá negarse al debate.

Como otros elementos de convicción para la clase política hemos puesto en marcha unas herramientas que les trasmitirán cual es la demanda al respecto de la población general y de algunos grupos sociales de relevancia social. Comenzamos con la campaña #LibresHastaElFinal en change.org apoyada por un video de igual título difundido por las redes sociales. En él han intervenido ciudadanos y ciudadanas corrientes junto con personalidades del mundo de la cultura. La campaña se dirige a los futuros parlamentarios y parlamentarias reivindicando la propiedad de la vida junto con la libertad para decidir sobre ella. Además tenemos en marcha la firma de un manifiesto de juristas en favor de la despenalización de la eutanasia y estamos iniciando las gestiones para otro apoyado desde sectores religiosos, comunidades de base, teólogos y agrupaciones cristianas varias. Se trata de trasmitir a los futuros parlamentarios y parlamentarias, la realidad de que la reivindicación de la disponibilidad de la propia vida no es cosa de un puñado de frikis «seducidos por la muerte» sino que es demandada incluso por sectores de la sociedad que pudiera pensarse erróneamente que están en contra, como los creyentes o los juristas.

Por último, hemos iniciado la visualización pública de nuestra reivindicación mediante una concentración en la Puerta del Sol de Madrid con motivo del 20º aniversario de la aprobación del artículo 143 del Código Penal, cuya derogación reclamamos. En nuestro país es la primera vez que la reivindicación del derecho a decidir sobre la propia muerte sale a la calle. No será la última.

En resumen que será imposible que algún político individualmente o algún partido pueda no darse por enterado de la demanda ciudadana ni pretenda ponerse de perfil ante ella. Va a ser necesario retratarse ante la ciudadanía.

5/12/2015

Luis Montes es también militante de Anticapitalistas y miembro del Consejo Ciudadano de Podemos de la Comunidad de Madrid

VIENTO SUR

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *