“Hay intención política de dañar la sanidad pública”

JOSÉ LUIS GARCÍA SABRIDO / JEFE DE CIRUGÍA DEL GREGORIO MARAÑÓN.

El prestigioso cirujano exige una profesionalización de la gestión sanitaria y más coordinación con la Universidad

  Madrid 8 NOV 2015 

El cirujano José Luis García Sabrido, el lunes pasado en Madrid / CARLOS ROSILLO

Considerado una eminencia dentro y fuera de España, el cirujano José Luís García Sabrido ha trabajado durante 45 años en el sistema sanitario público de Madrid. Casi toda su actividad quirúrgica y académica se ha desarrollado en el hospital Gregorio Marañón: varias décadas como jefe del servicio de cirugía y responsable del programa de trasplantes hepáticos, que este año superó las mil intervenciones. Entre sus pacientes contó al presidente Mariano Rajoy, a Fidel Castro y a Hugo Chávez. Cumple 70 años. Al retirarse, concede esta entrevista, en la que denuncia una “intencionalidad política de erosión del sistema sanitario público” por el Gobierno regional.

Pregunta. ¿Es bueno el sistema sanitario público español?

Respuesta. Es globalmente bueno gracias a un diseño político de altura puesto en marcha en los ochenta y noventa. En los últimos tiempos se produce un deterioro por los profundos recortes y la instalación de políticas de mediocridad como herramientas de destrucción de la sanidad pública. La situación laboral de muchos médicos es patética, con contratos de meses o días. Solo el compromiso de médicos, enfermeras y personal sanitario logra mantener la calidad pese a las deficientes políticaP. ¿Qué distingue la política sanitaria de Madrid?

R. La Comunidad se ha convertido en un pertinaz e inestable experimento sanitario. En 10 años han pasado siete máximos responsables, cuatro en tres años. Aportaron una fuerte carga ideológica neoliberal, religiosa y de mediocridad. Casi todos tuvieron que dimitir o ser destituidos por estar implicados en decisiones sanitarias erróneas, evidencia de puertas giratorias o problemas judiciales. Muchos dedicaron todo su esfuerzo a gestionar contra los pacientes y sanitarios. La enérgica protesta de los profesionales y la intervención de la justicia han reconducido la situación.

P. ¿Qué opina de las corrientes actuales de gestión privada?

R. Se debate el grado de eficiencia de los sistemas privados, pero no existe evidencia de que el modelo público sea inferior. El mantra de la eficacia de la gestión privada es producto de la ignorancia y de una notable inclinación de los gobernantes a minimizar el sistema público. El consejero de Sanidad maneja la mitad del presupuesto de la Comunidad, unos 8.000 millones. Los gerentes de grandes centros manejan 400 millones anuales y miles de trabajadores. Es hora de exigirles conocimientos profundos de gestión sanitaria moderna. La mayoría son nombrados por fidelidades y filiaciones políticas, sin un currículo contrastado como el que se exige a los médicos.

P. ¿Por qué la lista de espera quirúrgica en Madrid aumenta?

R. En los últimos cuatro años, los recortes han incidido fuertemente en la agilidad del servicio. La lista de espera quirúrgica, ya de por sí larga, ha aumentado más del 50%, con la consiguiente prolongación innecesaria del sufrimiento del paciente. Y todo coincide con la falta de funcionamiento de los recursos quirúrgicos por la tarde: quirófanos cerrados y falta de personal. Podría pensarse que, como en todas las crisis, la situación revertirá cuando todo mejore, pero existe una intencionalidad política de erosión del sistema público que debilita inexorablemente la eficacia. El traspaso rutinario de pruebas diagnósticas y pacientes quirúrgicos a la medicina privada cuando los recursos de los hospitales públicos están deliberadamente infrautilizados es prueba inapelable de esa actitud privatizadora y del propósito de debilitar este gran valor público.

P. Algunos políticos acusan a los pacientes de generar esta lista por no usar los servicios privados.

R. La derivación estructural de pacientes a las clínicas privadas en Madrid es también un problema ético: se rompe el vínculo más importante entre médico y paciente, la confianza. La relación entre ambos se forja durante el proceso diagnóstico y se materializa en el consentimiento informado, por el que el paciente conoce e identifica al médico, en este caso a su cirujano. Y pocos días después de incluirle en la lista de espera, al paciente se le ofrece la operación en un centro privado que no conoce y por un cirujano y anestesista que no ha visto. La mayoría rechaza esa opción y el paciente pasa a otra lista de espera de meses o años. Los jefes de servicios denunciamos esta alarmante situación. La contestación siempre ha sido el silencio.

P. ¿Cómo ha sido tratar a políticos como Castro o Chávez?

R. El médico debe asumir que está ante un paciente más y tratarlo de acuerdo con los protocolos. Si no, llegan los problemas. El expresidente Castro fue muy inquisitivo en lo referente a su enfermedad, pero extraordinariamente disciplinado. El proceso lo facilitó el excelente trabajo de sus médicos cubanos. Cuando fui preguntado sobre su diagnóstico, dije la verdad: no tiene cáncer y podrá sobrevivir. Me trajo algún problema. En el caso de Chávez sí constaté deficiencias diagnósticas y en la estrategia terapéutica de su tratamiento inicial.

P. ¿Qué haría si fuese responsable de la sanidad madrileña?

R. Desmontar el modelo de privatización, profesionalizar la tarea de los gerentes y aumentar el rendimiento de los hospitales extendiendo su capacidad de diagnóstico y tratamiento, y potenciar una mayor implicación de la universidad y la investigación, que son percibidas por los gestores como amenazas. Hay que concentrar el conocimiento y la experiencia en los procesos médicos complejos: existen enfermedades oncológicas quirúrgicas con tratamientos costosos, complejos y de malos resultados globales, como el cáncer de esófago o páncreas. La dispersión en la atención a estos procesos en los hospitales no tiene sentido. Toda política sanitaria debe dirigirse al paciente, no al oportunismo de la noticia.

El País

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