Artículo de Carmen San José, compañera del MATS y ahora diputada de Podemos en la asamblea de Madrid.
- Opinión | Carmen San José Pérez
En la reciente sesión de investidura, la flamante nueva presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, repitió varias veces que el sistema sanitario madrileño es uno de los mejores de España, e incluso del mundo. Decir esto, ahora, supone desinformación, manipulación, y palabrería embaucadora.
Este verano, un año más, la realidad es el colapso en los servicios de urgencias de nuestros principales hospitales. Lo que se ofrece es una imagen de verdadera vergüenza: Salas abarrotadas de enfermos que esperan horas y horas, unos en ser atendidos, otros en espera de resultados de las pruebas realizadas o por realizar, enfermos en camillas y sillas por los pasillos a la espera de una cama para ser ingresados. Los tiempos de espera comúnmente admitidos en los servicios de urgencias hace mucho que no se cumplen. Ese sistema que tanto ponderaba maltrata directamente a los pacientes que acuden necesitados de una atención que no admite demora. Y entonces se encuentran con que la tan cacareada calidad y excelencia de nuestro sistema sanitario brilla por su ausencia, Sra. Cifuentes.
¿A qué se debe este colapso? ¿Es que no se puede planificar para que esto no ocurra de forma cíclica cada año en las mismas fechas de verano e invierno?
La masificación en los servicios de urgencias es el exponente más palpable del deterioro que ha sufrido en los últimos años el sistema sanitario público de la CM. Las privatizaciones, el querer hacer del mismo una “oportunidad de negocio” como proclamaron y pusieron en marcha antiguos Consejeros de Sanidad del partido Popular, y los recortes presupuestarios han disminuido las plantillas en más de 7000 profesionales. Preparando el desmantelamiento, se han cerrado servicios, con lo que las listas de espera se han multiplicado, y la carga de trabajo de los servicios de urgencias, sujetos también a los recortes de personal y recursos, ha aumentado, con las consecuencias previsibles.
Los trabajadores/as sanitarios/as de los servicios de urgencias llevan denunciando desde hace tiempo las malas condiciones en que se ven obligados a trabajar, no dan a basto, sufren por no poder llegar y por ver como se trata a las personas, se frustran porque como profesionales saben que no se están haciendo bien las cosas. Pero todo esto da igual a las direcciones médicas, a las gerencias y al propio Consejero de Sanidad. Evidentemente ellos no son los que sufren la presión de los enfermos que esperan, aunque son plenamente conscientes del caos de las urgencias. Es más, el maquillaje previo nunca se olvida cuando, en campañas electorales y otros eventos publicitarios, vemos a los responsables de gira por el desastre.
¿Cómo se puede justificar, este mismo verano, con la carencia de camas que hay en nuestros hospitales públicos, el cierre de 243 camas en el Hospital Ramón y Cajal, 390 en el Hospital de La Paz, 63 en el Hospital de la Princesa, 331 en el Hospital 12 de Octubre, o 316 en el Hospital Clínico de San Carlos? ¡¡¡1343 camas cerradas!!! No engañe a la ciudadanía madrileña. No tenemos el mejor sistema sanitario. Aunque si contamos aún – a pesar de ustedes – con grandes profesionales sanitarios.
Usted misma lo pudo comprobar, Sra. Cifuentes, cuando acudió a las urgencias de traumatología de La Paz, no hace tanto. Tuvo usted la suerte de que éste servicio de urgencias aún no había sido desmantelado.
CARMEN SAN JOSÉ PÉREZ
Diputada de Podemos en la Asamblea de Madrid.