La derecha británica ha admitido recientemente que la última reorganización de su sistema nacional de salud (NHS), acometida hace dos años por el Gobierno conservador de David Cameron, ha sido un error ya que ha agravado la enorme deuda que sufre la sanidad pública desde que se empezó a acometer su privatización en los años ochenta por los sucesivos ejecutivos de Tathcher, Major, Blair, Gordon y Cameron.
Los dirigentes conservadores («tories») han admitido en un informe interno publicado por los principales medios de comunicación británicos que el NHS está literalmente en riesgo con su privatización en las últimas tres décadas, debido a las altas cargas financieras que debe soportar para pagar a las concesionarias privadas, y que si no se da una financiación adicional y la demanda continúa creciendo, el déficit del servicio de salud podría ser de 30 millones de libras en 2020.
En la actualidad, como recordó el presidente de la Organización Médica Colegial, Juan José Rodríguez Sendín, el pasado viernes en un acto público, a la par que aumentan las listas de espera en Gran Bretaña, el agujero negro financiero se agranda.
La derecha británica está muy preocupada por unas medidas que fueron planeadas para ahorrar 5 billones de libras al año, pero que según expertos independientes han incrementado el coste en 3 billones de libras.
Este fallido modelo británico de privatización, principalmente en la adjudicación de los nuevos hospitales públicos, y que se sustenta en que es más eficiente y barato que la gestión pública, es el que promueve el Partido Popular en el Sistema Nacional de Salud en las comunidades autónomas en las que gobierna, principalmente Comunidad Valenciana, Murcia y Madrid, y desde 2011, en Castilla-La Mancha, con la presidenta regional, María Dolores Cospedal, y su consejero de Sanidad, José Ignacio Echániz, como sus principales mentores.
Ambos políticos fueron consejeros del Gobierno madrileño de Esperanza Aguirre que ha seguido la senda británica de implantar el modelo PFI para la construcción de los nuevos hospitales, que es una privatización encubierta en la cual la constructora consesionaria pone el dinero para hacer el edificio y después se le devuelve con enormes ganancias a través del canon anual que le pagará la Administración por la gestión de los servicios no clínicos de ese centro hospitalario en régimen de monopolio durante 30 años.
Hay que recordar que tanto los hospitales adjudicados por el modelo de Aguirre como la privatización completa, es decir la adjudicación tambien de los servicios clínicos (modelo Alzira) en la Comunidad Valenciana han requerido al poco tiempo el «rescate» de las administraciones públicas.
Cospedal tiene previsto adjudicar a finales de 2014 o principios de 2015 el reinicio de las obras del nuevo Hospital de Toledo con el modelo privatizador que tanta penuria económica ha generado al Sistema Nacional de Salud británico. Y lo hará con una única oferta presentada formada por tres grandes constructoras necesitada de liquidez (Acciona, de Juan Manuel Entrecanales; OHL, de Juan Miguel Villar Mir; y ACS, de Florentino Pérez).
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Fuente: El porvenir