Dos reporteros de televisión, ayer, grabando en las proximidades del Hospital Carlos III de Madrid. / Chema Moya (Efe)
Los enfermeros de La Paz asignados para atender, como personal de apoyo, al sacerdote infectado de ébola en el hospital Carlos III “están un poco nerviosos”. Desde que llegara hace tres días al hospital madrileño, un enfermero de La Paz acude a atender al religioso Miguel Pajaresa la sexta planta, la de aislamiento, del Carlos III. Una planta que iba a ser desmantelada este mes de septiembre, pues el centro madrileño había dejado de ser el de referencia en tratamiento de enfermedades infecciosas. Recortes.
El problema es que el supuesto personal de apoyo proveniente de La Paz carece de formación específica sobre los protocolos que ha de seguir a la hora de atender a estos pacientes, señala la secretaria del Sindicato de Enfermeros de Madrid, Amelia Batanero. “No queremos ser alarmistas, pero la gente que acude al Carlos III está un poco nerviosa. Y no solo porque se pueda contagiar. Es absurdo y peligroso que un enfermero esté un día tratando a Pajares en el Carlos III y al día siguiente vuelva a La Paz para trabajar en la UCI o con enfermos inmunodeprimidos”.
En el muy improbable caso de que un enfermero saliera infectado de la planta sexta del Carlos III para trabajar al día siguiente en el masificado hospital de La Paz, sí podría crear un serio problema. La Paz atiende una media de 2.900 pacientes diarios, además de 572 urgencias y entre 15 y 20 partos. La infección podría producirse por una simple negligencia. El enfermero se despoja del traje de seguridad sin observar correctamente los protocolos, toca con la mano desnuda alguna zona de él en la que pueda haber (casi imposibles) fluidos del enfermo, se lleva la mano a la boca…
“Lo normal sería que el personal que atiende a Pajares fuera más específico. Que se formara un equipo fijo. Cada día está acudiendo al Carlos III una persona distinta desde La Paz. Y, ya te digo, los de La Paz no conocemos los protocolos. El personal del Carlos III estaba preparado para alertas de enfermedades de alto riesgo de transmisión biológica, pero nosotros no”, recalca Batanero.
La improvisación a la hora de atender esta crisis también es criticada por la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSI-F). El Carlos III, en proceso de desmantelamiento tras su integración en La Paz, carecía hasta el día 6 de laboratorio de aislamiento, material como las escafandras con oxígeno, y de UCI. Fue el día 6 por la tarde, víspera de la llegada de Pajares al hospital madrileño, cuando “la dirección del centro reunió a los médicos y enfermeros para que tuvieran conocimiento de un pequeño protocolo de actuación”, señala el sindicato en un comunicado de prensa. En el mismo texto, se relata que “en apenas un día se ha montado un laboratorio en la sexta planta del centro”. Y el material necesario para tratar con seguridad a Pajares se recibió el mismo día de su llegada “como por arte de magia”.
También CCOO ha alertado de que la Consejería de Sanidad de Madrid no ha establecido a tiempo “un plan que impida que hechos como el que está sucediendo, la atención de pacientes infectados por el virus del ébola, produzca una situación de riesgo e inseguridad entre los profesionales sanitarios, resto de trabajadores y trabajadoras, pacientes y familiares”.
Aunque siempre resaltando que no es necesario alimentar demasiada alarma social, Amelia Batanero explicó ayer a cuartopoder.es que “el ébola puede salir de este hospital”. Que un fallo humano puede desencadenar una catástrofe sanitaria con una enfermedad para la que no existe tratamiento (salvo que el Ejército de los EEUU, como parace, haya encontrado uno sin difundirlo a la comunidad científica). También Daniel Bernabéu, presidente de la Asociación de Médicos de Madrid, se hacía alguna inquietante pregunta al respecto: “¿Alguien puede garantizar que el virus no se va a escapar?”.
La Agencia Española de Medicamentos aprobaba ayer la importación “excepcional” del ZMapp para tratar a Pajares. El medicamento del ejército estadounidense nunca hasta estos días se había utilizado con humanos.
Entretanto, la ministra de Sanidad, Ana Mato, considera que la situación está controlada y ha regresado a las playas de Cádiz a tomar el sol.