Reproducimos una vez mas un artículo que circula por las redes sociales de Pedro, un miembro de la Plataforma del Hospital de la Princesa
Aun no se han enfriado los restos de los autobuses regalados (irresponsablemente) al Centro de Transfusión de Cruz Roja Madrid, y sus nuevos “amos” ya los están ultrajando con “sugerentes ofertas” gastronómicas “en el bar de la esquina”.
No hace una semana que les entregaron los autobuses y ya ha metido sus hocicos algún experto en marketing (ojalá se trate sólo de “eso”) que ha descubierto que, además de “externalizar” la entrega del refrigerio (bocadillo y bebida) que obligatoriamente ha de entregarse y hacerse consumir a los donantes inmediatamente después de cada extracción, pueden hacer “publicidad comercial” a costa de la solidaridad de los ciudadanos.
Esta “externalización” (subcontratación de la subcontratación) es perversa por varias razones:
1ª Banaliza la intimidad de un acto tan personal como es la donación de sangre al propiciar, por un lado la entrada del mundo de la publicidad en lo que simplemente es una medida de seguridad para la salud del donante (controlar sus constantes y alimentarle tras la extracción) y por otro, exponerle a la pública exhibición de su condición de donante frente a terceros (camareros) que no forman parte del personal sanitario sujeto al secreto profesional.
2º Trivializa el acto pretendiendo incentivar la donación mediante la promesa de “una de sus deliciosas especialidades”. Yo me sentiría ofendido si alguien piensa que puede comprar mi donación con un “burrito”, o una hamburguesa.
3º Abre el camino a la tentación de introducir “recortes” a la hora de “negociar” el precio del refrigerio. (El pretexto lógicamente será la “sostenibilidad económica”).
4º Abre la puerta a que “el cliente” (ya no será un donante) pueda elegir la “especialidad que más le guste”, que no tiene por qué ser necesariamente lo que mejor conviene a su organismo.
Y todo esto, con ser grave, no es lo peor.
Porque, por lo que a mí me han informado, la razón de ofrecer ese refrigerio, consistente en una bocadillo y una bebida y hacerlo consumir necesariamente en el propio autobús (o centro de extracción) es una medida de seguridad que, por un lado garantiza la reposición de parte del líquido extraído al organismo y la aportación de nutrientes de fácil asimilación (hidratos de carbono) y, por otro, crea una ventana temporal de seguridad, bajo vigilancia del personal sanitario ante una posible (y no tan impensable) bajada de tensión que pudiera provocar un desmayo, o una caída en plena calle.
Todo esto se tira por la borda en aras de “agilizar el negocio”.
¡Vergüenza debiera darles!.
Afortunadamente parece que, desde el primer día, ya hay ciudadanos decididos a avisar a los incautos donantes de que la donación realizada en los autobuses del Centro de Transfusión de Cruz Roja Madrid forma parte de un “negociejo” (multimillonario) que el impresentable (y ya dimitido) anterior Consejero de Sanidad D. Javier. Fernández-Lasquetty le regaló al no menos impresentable (y hoy acusado de irregularidades) Presidente de Cruz Roja Madrid D. Jesús Mora (afortunadamente, también cesado a estas alturas).
Cada cual es muy dueño de hacer lo que guste; Pero está en mi ánimo seguir denunciando esta nueva “pendejada” de nuestro gobierno regional, a la vez que hacer campaña para que se incrementen la donaciones (en los centros sanitarios públicos)
Pedro González
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