El doctor Juan Martínez reflexiona en este artículo sobre el desmantelamiento del Hospital Carlos III, y nos recuerda el importante papel que ha tenido en los últimos años, sobre todo, en la atención prestada a una serie de patologías infecto-contagiosas como la varicela
El hospital Carlos III de Madrid acaba de ser fusionado (noviembre de 2013) con el Hospital La Paz, por deseo de la anterior cúpula de la Consejería de Sanidad. Es decir, por los pelos, por cosa de un mes.
La intención expresada por esos cesados directivos era convertir este centro en un hospital de media estancia. Mi opinión es que aquellos lumbreras que instigaron el proceso privatizador no tenían ni idea de lo que significa “media estancia”. Si lo que querían hacer era una residencia de ancianos, estaban en un error de cálculo esencialmente porque hoy es mucho más eficiente y práctico ampliar y recurrir a la red de residencias geriátricas concertadas de la Comunidad de Madrid. Si lo que querían era hacer un hospital geriátrico, para empezar aquí no hay ningún geriatra, y eso sería lo primero. Transformar el viejo hospital de Guadarrama en el modélico centro geriátrico y rehabilitador que es hoy, llevó aproximadamente una década, eso no se improvisa.
El hospital Carlos III, como tal, está siendo cerrado, en realidad. Asistimos a la desmantelación, servicio por servicio, unidad por unidad y dentro de unos meses aquí no queda ni sombra de lo que fuimos.
Es verdad que en nuestra casa había manzanas podridas, pero si miramos bien, en cada casa hay un garbanzo negro o elementos de discordia, a cualquier nivel organizativo. ¡Que estamos en España, hombre!
El Carlos III es como un viejo barco en desguace y la sensación desde aquí es que podría estar siendo considerado “el piso de la abuela”: hay mucha necesidad de espacio y expansión en las viejas ciudades sanitarias…
El Carlos III cumplía una función en parte intangible, pero real, a mi modo de ver. Fuimos designados centro de referencia de enfermedades emergentes e importadas y cumplimos esa función ante la amenaza del ántrax, del SARS, de la gripe aviar, de la gripe pandémica y de modo más inadvertido, de sospechas de cólera, fiebre de Marburg, Ébola, tuberculosis multirresistente, rabia etc. La idea era sencilla: Pequeño hospital cuarentenable, dotado de cuidados intensivos (ya cerrados), anatomía patológica con microscopía electrónica (cerrada), habitaciones de aislamiento con presión negativa (infrautilizadas ahora), excelente microbiología (en proceso de desmantelación) y centro de vacunación internacional (que se mantiene).
Para terminar, solo un ejemplo sencillo sobre un problema mucho más común:
Nuestro hospital tenía una intensa actividad quirúrgica (que va a ser mantenida, en parte). Los viernes se solían practicar un buen número de intervenciones ORL a niños. Para poder asegurar las elementales precauciones de transmisión de virus por vía aérea, diseñamos un par de cuartos de aislados en la UCI, con doble exclusa uno de ellos y presión negativa. Por desgracia, desde 2000, en ellos han fallecido ya hasta 4 pacientes adultos por varicela, pero fuimos capaces de evitar casos secundarios (contagios) a otros pacientes y a trabajadores.
Quedan pocas semanas para el pico estacional de varicela. Incomprensiblemente, ya no se puede vacunar casi nadie contra esta enfermedad. El adulto con varicela grave (mueren 10 al año en España, en promedio) ya no va a poder ser ingresado en el Carlos III y deberá ir a un hospital general con menos medios de los que disponíamos aquí para contener la transmisión.
Honestamente, creo que Madrid (España en general) a base de bandazos y arbitrariedades está destruyendo su patrimonio material, cultural y humano, no solo en sanidad, y esto no nos lo podemos permitir.
Fuente: Médicos y pacientes