La paralización definitiva por parte del Gobierno de la Comunidad de Madrid de la privatización de los seis hospitales, sin esperar a una futura decisión judicial, así como la consiguiente dimisión del Consejero de Sanidad (Fernández-Lasquetty), supone una victoria de grandes dimensiones para quienes defendemos un sistema público de salud. La privatización total de estos seis hospitales habría supuesto el traspaso de la atención sanitaria especializada
de dos millones de ciudadanos (es decir, un tercio de los habitantes de la Comunidad) a manos de empresas privadas. Lo cual, no sólo habría dejado al sistema sanitario público muy “tocado”
en varios e importantísimos aspectos, sino que además habría causado la destrucción de aproximadamente 5.200 empleos públicos.
La decisión que ha tomado el Gobierno del PP supone el reconocimiento de la derrota política de la muy alta “apuesta” que hizo con la privatización emprendida. En un sentido político, no sólo hemos ganado por lo que hemos conseguido evitar, sino por lo que ellos han perdido: su imagen de imbatibles y su credibilidad ante el mundo de los negocios. Les hemos derrotado a pesar de que jugaban en campo propio y con árbitros puestos por ellos.
Nuestra victoria (o si se quiere, su derrota) es tan grande que les ha obligado a buscar una “cabeza de turco”, un dique que impidiese que les alcanzase las diferentes mareas: la dimisión de Lasquetty. Roma no paga a traidores y, como se ve, tampoco a derrotados. El sr. González ha necesitado poner tierra de por medio entre este desastre y su gobierno. Por esto, y para que el desgaste de una tan gran derrota no le salpicase demasiado ni a él ni al resto de su gabinete, ha sido necesario escenificar una dimisión, la de Lasquetty, que había perdido toda capacidad de gobierno de la sanidad madrileña. Con esta dimisión se escenifica, sobre todo, la responsabilidad exclusiva del desastre en el Consejero caído. No es por casualidad que Lasquetty es el primer Consejero del PP que dimite a causa de una gran movilización social.
La victoria se produce gracias a la tremenda ý continuada movilización social, y a una opinión ciudadana abrumadoramente mayoritaria a favor de la sanidad pública. Sin estos factores, las últimas decisiones judiciales no habrían sido posibles.
En este sentido, la unidad de trabajadores entre sí, y de éstos con la población ha sido la clave para generar un movimiento social tan extenso, potente y continuado. Consideramos que la autoorganización ha sido el mecanismo que, al margen de siglas en centros sanitarios y barrios, ha permitido esa unidad sin precedente.
Esta victoria debe servirnos para continuar con más ánimos la lucha y recuperar lo perdido: aquello que han privatizado o han cerrado. Los ejemplos no faltan: El Instituto Cardiológico, el “Carlos III”, la Lavandería del Mejorada, los cuatro hospitales que ya están en manos de las empresas Capio y Ribera Salud (Móstoles, Torrejón, Valdemoro y la Fundación Jiménez Díaz), la puesta en marcha del hospital de Collado-Villalba como hospital público al 100%, al igual que los seis que se iban a privatizar, o en el “Puerta de Hierro” cuyos “servicios no sanitarios” están privatizados…También, debemos pedir la derogación de la ley que Esperanza Aguirre promulgó sobre la extinción de las 26 categorías con el objetivo de privatizar los servicios que dichas categorías prestan.
Debemos exigir la recuperación de las plantillas que durante estos años han sido tan brutalmente reducidas.
Debemos, en especial, dar impulso a la recién iniciada campaña contra las derivaciones, que son en realidad una privatización encubierta. Una forma más que tiene el Gobierno del PP de conseguir sus objetivos pero por otros medios. Sin olvidar los esfuerzos por derogar las leyes 15/97 y la 16/ 2012
La unidad de trabajadores y usuarios basada en la participación y en la autoorganización nos ha permitido esta gran victoria.
Creemos que esta misma receta nos permitirá recuperar lo perdido y derrotar cualquier política que busque el beneficio de unos pocos en perjuicio de la población, usuarios y trabajadores.
La Sanidad no se vende, se defiende. Sí, se puede.