Basta de impunidad

Dimitir es siempre difícil, al menos en este país. Incluso cuando se aducen razones de salud, familiares o de índole personal. Significa tirar la toalla, y cuando se le plantea esta posibilidad a algún significado cargo público, cuesta dejar la poltrona que le ha proporcionado seguridad, visibilidad y habitualmente, pingües beneficios. En política, estas razones son menos frecuentes que alguna otra: “dimito para que la justicia no tenga obstáculos en su investigación, y para no perjudicar a mi partido”. Este mantra se repite una y otra vez. Y es que las consecuencias son muy beneficiosas para la persona dimisionaria. Vienen los aplausos, los parabienes de sus correligionarias. “Qué ejemplo de dignidad y ética” “Todo nuestro apoyo” “Eres lo mejor, qué ejemplo de honradez política” “Otras no lo harían nunca” Vamos, que lo importante no es una gestión nefasta, lo que haya podido delinquir, las trampas que haya podido hacer, o los chanchullos organizados para conseguir esto o aquello para sus amiguetes. Lo importante es mantener imagen y apoyos, que con un poco de fortuna terminará en algún consejo de administración.

Probablemente Cristina Cifuentes acabe así, declarando que dimite para no entorpecer la acción de la justicia y para mantener a salvo a su partido, algo que por cierto cada vez es más difícil. De inmediato vendrán los vítores y aplausos, el enaltecimiento de lo obvio: Cristina Cifuentes ha falsificado su currículum.

Desde el MATS exigimos la inmediata dimisión de la presidenta de la Comunidad de Madrid. No consideramos razones suficientes las expuestas con anterioridad. Debe dimitir por las consecuencias de mantener la política neoliberal del partido al que representa y de las personas que le han antecedido en el cargo. Desde su llegada, a pesar de intentar convencernos de sus intentos regeneracionistas, nada ha cambiado. Con Cristina Cifuentes, y concretamente en materia sanitaria, la amenaza privatizadora sobre la sanidad pública madrileña no sólo se ha mantenido, sino que ha aumentado, ha provocado un aumento intolerable de la precariedad laboral del personal sanitario, ha mantenido unas listas de espera impresentables, ha infringido, en resumen, un enorme daño a los servicios sociales de nuestra comunidad. Ella es una representante genuina de una manera de hacer política que es perjudicial para nuestra salud.

La Sra. Cifuentes, para colmo, ha mentido y ha hecho trampas en el seno de una Universidad diseñada y construida por su propio partido. Esa misma universidad a la que ahora acusa y desprecia. Una institución en la que sin duda deben depurarse responsabilidades, pero que no debe tomarse como ejemplo de cómo funcionan otros centros universitarios a nivel nacional o de la Comunidad de Madrid. Ella sigue las habituales directrices de su partido: “cuando hay problemas, balones fuera”. ¡Qué importa lo evidente¡, ¿es que importan los cientos de personas que están haciendo un gran esfuerzo para obtener un máster en esa u otra universidad y que asisten cómo lo obtienen otras personas de forma ilegal……. y no pasa nada?

La población de Madrid no tiene porqué aguantar por más tiempo a esta persona que se aprovechó de su posición para su propio beneficio; nada más lejos de un ejemplo de dignidad ni de ética. No debemos tolerar estas formas de prepotencia y de sensación de impunidad, que maneja de forma cotidiana el Partido Popular.

CIFUENTES DIMISIÓN

Movimiento Asambleario de Trabajadores-as de Sanidad

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