UCR

Balance de la UCR: con las enfermedades no se puede negociar

Este 2018 se cumplen 10 años de la inauguración de la Unidad Central de Radiodiagnóstico, que se presentó al público como la vanguardia en el mundo de la imagen médica, conectando hospitales y pacientes e introduciendo el radiodiagnóstico madrileño en el siglo XXI. Pero tras una década de atención a los usuarios del SERMAS, ¿qué beneficios ha traído exactamente? ¿Cómo ha sabido la UCR manejar sus servicios? Y por encima de todo, ¿está dando la talla para atender las demandas de la sanidad pública?
Empecemos por una breve descripción de qué es la UCR, por qué se creó y dónde encaja dentro de la Sanidad de la Comunidad de Madrid.
La UCR es la unión de los servicios de radiología de los seis hospitales nuevos que se abrieron en 2008, concretamente el Infanta Leonor, Infanta Cristina, Sureste, Tajo, hospital del Henares e Infanta Sofía. Operan todos bajo la dirección de una única gerencia, ubicada en este último. Como característica principal y pionera en este campo, introdujeron la conexión online entre servicios para poder cooperar y atender a distancia a pacientes de los otros hospitales, y se seleccionaron e instalaron máquinas para el diagnóstico por imagen de entre las más punteras que ofrecía el mercado. Su objetivo era y sigue siendo atender la demanda de pruebas de radiodiagnóstico de estos hospitales, la cual no hace sino aumentar.
Desde el principio la UCR ha tenido que dar la cara para recordar por qué están ahí, qué hacen con el dinero que reciben de la Comunidad y, sobre todo, explicar por qué van ellos a saber manejar mejor seis hospitales en lugar de llevar cada centro su propio servicio. Por otro lado está la opinión pública, los usuarios de tales servicios, demandantes de uno de los productos más venerados y preciados: la salud. Un hospital debe saber velar por la salud de la población, y esto se logra disponiendo de buenos profesionales, unas instalaciones adecuadas, tecnología y material apropiados, servicios que atiendan todo tipo de necesidades sanitarias y atendiendo a los pacientes dentro de unos plazos dignos.
Vamos a centrarnos en este último aspecto, las listas de espera. Con las enfermedades no se puede negociar, un tumor no va a detener su progresión en virtud de que al huésped le llegue su turno para realizarse esa ecografía con la que será diagnosticado. Hacer esperar demasiado a una persona puede llegar a significar la diferencia entre la vida y la muerte, hasta tal punto que retrasar una resonancia magnética puede ser firmar su sentencia. A medida que la demanda de las pruebas de radiodiagnóstico aumenta, lo mismo debería ocurrir con la cobertura que el servicio ofrece. Parece lógico, pero en la práctica esto no ocurre, por lo que algo falla. Vemos cómo las listas de espera aumentan, es algo a lo que los madrileños estamos tristemente acostumbrados, pero lo que no vemos es qué ocurre tras las puertas de “Solo personal autorizado”.
No es extraño acudir por la mañana a un hospital y encontrar salas con aglomeración de pacientes, muchas veces inquietos porque la hora a la que
estaban citados pasó hace tiempo y aun no hay señales de que su turno vaya a llegar. ¿Cómo es eso posible? ¿No están organizadas las agendas para que todo paciente pueda pasar a su hora? Lamentablemente la UCR parece vivir ajena al tiempo, citando pruebas de 40 minutos en huecos de 20 o abriendo dos citas a la vez para una sola máquina resultando en varias personas al mismo tiempo en cada hueco. Estas no son maneras de tratar a ninguna persona, es una falta de respeto total al paciente y una sobrecarga de trabajo inmensa al personal que se ve colapsado día tras día, alimentando su estrés, su frustración y su agotamiento físico y mental. La conclusión es clara: hace falta más personal, pero mientras los trabajadores de la UCR sigan logrando sacar el trabajo adelante aun acosta de su propia salud, ¿por qué iba la empresa a intentar aumentar su plantilla?
El contrapunto de todo esto viene después, pasadas las tres de la tarde, hora a la que da comienzo el turno de tarde. Nos encontramos un panorama completamente distinto, donde la mayoría de las máquinas están apagadas y el personal escasea. Sí, esos aparatos tan sofisticados y caros que los madrileños hemos comprado para atender nuestra salud, de los seis hospitales, la UCR los apaga por las tardes. ¿Acaso es que no existe demanda suficiente de estas pruebas como para abrir dos turnos al día? Nada más lejos de la realidad. La UCR, si de algo puede presumir, es de poseer unas listas de espera interminables. Pese a vanagloriarse en sus memorias de la cantidad de aparatos que tienen y estudios que realizan, acumulan un retraso enorme a la hora de dar las citaciones para sus pacientes. Pongamos algunos ejemplos. La UCR cuenta con la friolera de 34 ecógrafos según memorias, y en las listas de espera del mes de diciembre de 2017 (datos más recientes que hemos obtenido), acumulaba un retraso medio de 63 días, siendo el que menos el Tajo con 31 días y Arganda el que más con 94 días. Parece lógico teniendo en cuenta que en ese momento contaban con 18.904 pacientes pendientes para pasar por ecografía, pero ¿cómo se explica entonces que por las tardes no citen pacientes para evitar esos retrasos de varios meses? Solo unos pocos hospitales del anillo, como el de Vallecas o el de San Sebastián, abren agendas de ecografía por las tardes, y ni siquiera todos los días. Aun así sacan pecho y no se avergüenzan de sus esperas de 54 y 72 días respectivamente. A continuación podemos ver una relación entre listas de espera e infrautilización de los aparatos.

Como podemos observar en el cuadro, la ingente cantidad de pruebas solicitadas no es lo que desborda a los servicios de radiodiagnóstico de la UCR, sino el cerrar salas a cal y canto por las tardes y fines de semana. Podrían reducirse las listas de espera, pero en lugar de ello prefieren ahorrarse contratar al personal necesario para ello.
A este factor hay que sumarle el “parche” que la UCR lleva aplicando durante muchos años para encarar la situación. A medida que el servicio se ve desbordado, van aumentando los pactos de gestión (peonadas) con los cuales abren agendas extra para agilizar y reducir las listas de espera. Esas citas lasatienden radiólogos y técnicos de radiodiagnóstico de manera voluntaria, pero cobrando por cada prueba realizada. De este modo, en lugar de abrir salas por las tardes o los fines de semana para atender ese volumen de trabajo de manera ordinaria, op tan por cobrarle a la Comunidad de Madrid un dinero extra por hacerlas con voluntarios con ánimo de lucro. Es cobrar más por hacer lo mismo, por atender a los pacientes que con su mala gestión ven sus citas posponerse meses y meses. ¿Y qué ahorran haciendo esto? Lo de siempre, contratar a más personal.
Queda claro que la UCR ya ha mostrado su estrategia y su capacidad para “atender” el volumen de trabajo que tiene pendiente, más todo el que seguirá llegando. Urge ahora saber si tras estos 10 años continuarán acumulando listas de espera u optarán al fin por cortar el problema de raíz, aunque eso signifique contratar más especialistas para completar el servicio y atender todas esas salas vacías.

Mats


Sección del Área Norte

Movimiento Asambleario de Trabajadoras y Trabajadores de Sanidad   

 

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