El drama de la precariedad: solo uno de cada 20 nuevos contratos son fijos y de jornada completa

España lidera junto a Polonia la tasa de temporalidad contractual en la UE y solo uno de cada diez contratos que llega a las oficinas de empleo es indefinido.

El 61,9% de los contratos a tiempo parcial en España (2.843.700) se han firmado con empleados que declaran no haber podido encontrar un empleo mejor.

«La temporalidad ha arraigado en nuestra economía. Las empresas se han acostumbrado a contratar bajo esta fórmula», dice el profesor Miguel Ángel Malo.

Otros expertos abogan por reducir la dualidad laboral equiparando indemnizaciones de despido, más que reduciendo la tipología de los contratos.

Josep Maria Blanch, catedrático de Psicología Social Aplicada: «La precariedad laboral produce un desasosiego mayor que estar en el paro».

EN PRIMERA PERSONA: «Es humillante, me siento pisoteada».

 

Si algo es innegable, es que el mercado laboral español evidencia una cierta recuperación desde 2013, ese fatídico curso en el que nuestra economía tocó fondo. En febrero de aquel año, hasta 5.040.222 personas estaban registradas en las Oficinas de Empleo, un millón más que enero de 2016. Y se registraban mensualmente decenas de miles de contratos menos de los que llegan ahora a las ventanillas oficiales. Pero más allá de las cifras, los ecos en la calle resuenan cargados de pesimismo. Se encuentra más empleo que antes, sí. Pero es un empleo precario, manchado por la carencia de estabilidad, por la escasez de la jornada y por un salario menor. Y esta impresión a pie de calle no es, ni mucho menos, un dato subjetivo. Los datos del Gobierno también muestran que, pese a la recuperación del mercado laboral, la precariedad no ha dejado de aumentar, sin freno, en toda la crisis. Los últimos datos de enero del Servicio Público de Empleo reflejan que apenas 78.754 contratos del total de 1.396.929 registrados, son contratos indefinidos y de jornada completa. Es decir, apenas el 5,64% de los trabajos comenzados el mes pasado (uno de cada 20) ofrecen una seguridad ante el futuro, por ser fijos, y una jornada suficiente para mantener un sueldo completo. Sin embargo, en el mismo mes de 2007, antes de comenzar la crisis, este tipo de empleos suponían hasta un 11,96% (uno de cada 8).

El Gobierno señala que «lo primordial es que haya nuevos empleos» y la ministra Fátima Báñez admite que queda mucho por hacer «para tener mejores empleos y mejor formación para acceder a mejores salarios en el futuro». Pero los sindicatos culpan de la precarización creciente a la Reforma Laboral de los populares —el 10 de febrero se cumplieron cuatro años de su aprobación— por haber precarizado el mercado laboral con trabajos de peor calidad y peor pagados.
Algunos economistas discrepan de la versión sindical. «La precarización no ha sido en absoluto una consecuencia de la Reforma Laboral», defiende José Ignacio García Pérez, Profesor Titular de Fundamentos del Análisis Económico en la Universidad Pablo de Olavide (UPO), que culpa de la precariedad, entre otras cosas, a una exacerbada dualidad del mercado laboral producida por la «diferencia de costes de despido entre los distintos contratos existentes». «Los empresarios están incentivados a contratar de forma temporal porque la distancia entre las indemnizaciones de los distintos tipos de contratos es enorme. Prescindir de un trabajador temporal cuesta de cero a 12 días, pero hacerlo con un indefinido se eleva a 20 o 33 días, según el despido sea o no procedente. Esta diferencia es menor en otros países europeos», explica García-Pérez, que también es miembro de la fábrica de ideas Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea).

¿Por qué hay tanta temporalidad en España y por qué se dispara ahora la parcialidad?

La contratación temporal nació en 1984 para luchar contra una tasa de paro que alcanzaba el 20% en aquel momento. «En realidad los gobiernos de UCD ya habían hecho probaturas con el contrato temporal, pero la espita la abrió aquel año Felipe González al extender el principio de causalidad a cualquier necesidad permanente de empleo», recuerda Miguel Ángel Malo, profesor de la Universidad de Salamanca y experto en asuntos laborales.
La fiebre por los temporales se extendió en España. En enero de 1995, hasta 535.590 de los 566.068 contratos que se registraron (un 94,62%) eran de duración limitada. El flujo de contratación temporal fue descendiendo ligeramente hasta el 84,55% que se marcó en enero de 2007, el último año del boom económico. Pero la crisis global y el pinchazo de la burbuja inmobiliaria dinamitó esta tendencia: el peso de los temporales regresó en enero de 2012 al 92,48%, una cifra que se ha mantenido más o menos desde entonces, hasta el 91,01% que reflejó Empleo en su último informe oficial de contrataciones. El resultado es que la tasa de temporalidad en España está a la cabeza de Europa. Solo Polonia (28,4%) nos supera en porcentaje de contratos temporales existentes respecto al total, según los datos de Eurostat. La última Encuesta de Población Activa eleva la tasa de temporalidad de nuestro país al 25,66%. Es decir, uno de cada cuatro contratos en España es temporal.
«La temporalidad ha arraigado en nuestra economía. Las empresas se han acostumbrado a contratar bajo esta fórmula y ahora bajo otras formas de flexibilidad contactual», explica Malo, exinvestigador en la Organización Internacional del Trabajo, que usa la expresión «otras formas» para referirse a la contratación parcial.
Y es que la contratación de jornada reducida ha experimentado un repunte en España en las últimas dos décadas: en 1995 apenas el 14,5% de los contratos registrados era por horas; en 2007, antes de la crisis, el porcentaje ya se había elevado al 21%. Y el último dato de enero eleva el peso mensual de los contratos parciales al 31,4%. «En realidad antes había más contratos parciales, pero las empresas no los usaban y preferían el temporal, pese a que supusiese contratar a una misma persona varias veces a la semana», recuerda Miguel Ángel Malo. La tasa de parcialidad en España sigue siendo una de las más bajas en la Unión Europea, pero en la última década se ha duplicado hasta el 15,7%. Así se refleja en la última EPA de diciembre, que también ilustra que el 61,9% de los contratos a tiempo parcial existentes en España (2.843.700) se han firmado con empleados que declaran no haber podido encontrar un empleo mejor. Es decir, son trabajadores parciales de forma involuntaria. Y estos ‘involuntarios’ son el doble de los que existían (31,41%) en el último trimestre de 2007, antes de que comenzase la crisis. «Para muchas empresas, durante la crisis, la contratación a tiempo parcial ha sido una vía de ajuste para evitar despidos y muchos trabajadores han tenido que aceptar trabajar cuatro horas, mejor que ninguna», apunta Miguel Ángel Malo; «pero actualmente hay gente que trabaja más horas que las que pone en su contrato a tiempo parcial. Es un mal uso en esta figura contractual, que solo debería producirse por causa de fuerza mayor». Dos partidos como Podemos y Unidad Popular incluían en sus programas electorales un control exhaustivo de estas horas extra que calificaban como»fraudulentas».

La precariedad también afecta a los sueldos

La precariedad contractual creciente en España tiene un efecto directo sobre los sueldos que se pagan en nuestro país. Según la última Encuesta de Estructura Salarial del INE, los trabajadores temporales cobran de media 15.433 euros al año, un 36% menos que los empleados con contrato fijo. Una brecha que además va en aumento, porque los sueldos de los indefinidos ha crecido durante los años de crisis y los de temporales y parciales ha caído durante los mismos años.

Salario medio
Salario medio Fuente: Datos de la Encuesta de Estructura Salarial del INE

«Que suba el salario medio de los indefinidos y baje el del resto tiene todo el sentido», asegura García-Pérez. «Si un empresario tiene 200 empleados y a 100 de ellos, por su tiempo trabajado en la empresa, no se les puede tocar sus condiciones laborales, los empresarios deciden hacer recaer el peso de los ajustes en el otro centenar de empleados. En sentido salarial, la temporalidad también es una lacra porque una parte del mercado de trabajo soporta los costes de la otra». El profesor Miguel Ángel Malo también contempla la evolución de los salarios como algo esperado. «Los nuevo empleados temporales o parciales entran ahora con salarios inferiores a los de antes, en parte por la reforma laboral del Gobierno en 2012», explica Malo. La reforma dotó a las empresas de más medios de flexibilidad salarial e hizo perder peso a la negociación colectiva sectorial en favor del convenio de empresa. «La posición negociadora de los trabajadores se debilitó y los trabajadores tuvieron que aceptar condiciones a la baja en muchos convenios».

Las soluciones: ¿es una buena idea derogar la reforma laboral?

Analizadas la causas, la dificultad estriba en la búsqueda de soluciones. Partidos como PSOE o Podemos proponen una derogación de la reforma laboral. Otros partido, Ciudadanos, aboga por un contrato único; una opción polémica que lleva pidiéndose desde diversos ámbitos institucionales desde hace tiempo, pero sin que nadie se atreva a dar el paso hacia su implantación.
«Pero ese mantra es falso», matiza el profesor García Pérez; «el peor invento que ha podido tener el ‘contrato único’ es llamarlo de esa manera [Ciudadanos lo redenominó en su programa electoral como Contrato de Igualdad de Oportunidades], pero sí tiene sentido que las indemnizaciones se equiparen, como en Austria, Dinamarca o Reino Unido. «El problema no es que existan 40 contratos, sino las consecuencias del despido», apunta el profesor de la UPO: «no importa si se reducen a tres los tipos de contrato: indefinido, temporal y de formación [como propone ahora el PSOE]. Si los costes asociados a cada uno no se modifican, el problema de la dualidad del mercado laboral seguirá existiendo». La solución de García Pérez no la comparte Malo. «Esa solución deposita en la regulación legal el problema de la precariedad, pero yo creo que obedece más a una estrategia de las empresas para externalizar los riesgos a su plantilla», puntualiza el profesor de la Universidad de Salamanca, que identifica el tamaño de las empresas españolas como otro de los motivos de la preferencia por la contratación temporal. «Nuestro tejido empresarial es mayoritariamente de empresas pequeñas y es debil respecto a Francia, Alemania o Reino Unido, donde no hay tanta microempresa. Nuestras empresas ofrecen menos seguridad en el empleo y pueden permanecer con esta política el resto de su existencia». El economista García Pérez publicará en primavera una segunda parte de su estudio para Fedea sobre los efectos de la reforma laboral del PP, Según él, la reforma fue «en la buena dirección» y logró —apoyada por una tasa de crecimiento del 3%— «favorecer un poquito la transición a un empleo estable». Los datos confirman esta ligera tendencia. En enero de 2012 apenas el 7,52% de los contratos que se registraban eran indefinidos; en 2016 son el 8,99% del total. Un punto y medio más. «No creo que el PSOE tenga en la cabeza derogar completamente la reforma, eso sería algo catastrófico. Más bien querrán hacerla más equitativa, para que los jóvenes no la sufran más que nadie, como ahora», valora el experto de Fedea; «la derogación es imposible porque los agentes económicos ya se han adaptado a la nueva regulación, es mejor intentar arreglar lo que no ha funcionado», zanja Malo.

Fuente: 20minutos

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