Firmas contra la jubilación forzosa de un experto en trasplantes

  • Una asociación de enfermos hepáticos promueve una campaña de apoyo al doctor Bárcena
El doctor Rafael Bárcena.

J. L. VADILLO / M. BELVER

«El doctor Rafael Bárcena es una eminencia nacional e internacional como gastroenterólogo, experto en trasplante hepático y en sus agentes causales, como la Hepatitis C. Ha dedicado su vida a miles de pacientes, ha ayudado a formar a muchos médicos en su especialidad y ha divulgado sus conocimientos por todo el mundo sin buscar los laureles de los que es merecedor».

Éste es el retrato de un especialista del Hospital Ramón y Cajal que hacen los que han pasado por su consulta. Personas que sienten que él les ha dado una segunda oportunidad. Acaban de recoger más de2.000 firmas para que la Consejería de Sanidad se replantee la decisión de no dejarle que siga trabajando después de haber cumplido los 65 años. Pero lo cierto es que, desde finales de octubre, no ha vuelto a ponerse la bata.

«El DNI no puede ser motivo para que se aparte al doctor Bárcena de los pacientes;el talento no se puede jubilar», señala Juventino Calvo, presidente de la Asociación de Trasplantados de Hígado de la Comunidad de Madrid, en la que no se dan por vencidos. «Queremos que se reconozca su valía. Su talento y sus conocimientos deben retenerse en nuestro sistema público de salud», apostilla.

Acaban de recoger más de 2.000 firmas para que la Consejería se replantee la decisión

El responsable de la Unidad de Trasplante Hepático del Ramón y Cajal desde 1994 recibió el 22 de octubre una llamada del director médico,Daniel Álvarez, en la que le comunicaba que no se le concedía la prórroga laboral por un informe desfavorable del jefe de servicio. Contra esta decisión el facultativo decidió interponer un recurso de alzada.

«Fui muy bien recibido por el gerente del hospital, con muy buenas palabras a pesar de que apenas nos conocíamos porque lleva poco en el cargo. Me dijo que había que solucionarlo y que me ayudarían con el recurso. Pero dos días después me volvió a convocar y me dijo que las posibilidades de quedarme eran bajísimas, casi nulas», explica, dolido, el propio Bárcena.

Según el médico jubilado, «lo de menos es el error» que, a su juicio, se comete, «lo más importante es la injusticia»: «Se trata de que una decisión de este tipo no dependa básicamente del informe de una sola persona, sino de que haya una comisión independiente que evalúe y decida en función del perfil del médico y de las necesidades del servicio y de los pacientes».

Ahora el doctor está a la espera de la resolución al recurso de alzada y posteriormente prevé acudir a la vía administrativa, lo que podría prolongar durante meses o años su reingreso a la vida laboral. Es consciente de que su situación es de jubilación definitiva, al menos de facto.

El doctor está a la espera de la resolución al recurso de alzada y, posteriormente, prevé acudir a la vía administrativa

Tras la salida de Bárcena asumió sus funciones como jefe de sección Francisco Gea, de 58 años, que ha desarrollado su carrera como especialista en el aparato digestivo en La Paz y Getafe. En ninguno de estos dos hospitales se hacen trasplantes de hígado.

En el Ramón y Cajal señalan que Gea «no ha sustituido directamente» al doctor saliente, que los tratamientos hepáticos «los hace un equipo» y que la atención sanitaria se está prestando «con la misma calidad que siempre».Y no se entra a valorar las cualidades profesionales del recién llegado.

Respecto a la jubilación forzosa de Bárcena, señalan que se ha seguido el Plan de Ordenación General de Recursos Humanos de la Consejería de Sanidad. «Cuando el interesado pidió permiso para seguir trabajando al dirección del hospital realizó un informe técnico que resultó negativo. No es nada personal contra él y el servicio no ha quedado descubierto», asegura una portavoz del centro.

Las razones administrativas no convencen a los que han estado en manos de este doctor, como Francisco Javier Nieto. Hace tres años escuchó su voz al otro lado del hilo telefónico: «Vente, que es posible que haya un hígado para ti». «Recuerdo perfectamente esa llamada y también las palabras que me dijo antes del trasplante: ‘Hasta mañana, Javier’. En ese momento te reconforta y te da mucho ánimo», cuenta este paciente, que, como otros 2.000, no se explica por qué lo apartan de su trabajo en contra de su voluntad.

El Mundo

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